Directo y tosco sucesor de la copla y el pasodoble, la figura de Carlos Cano representó un importante punto de inflexión en la tradición de la canción española. Kano apareció sólo en unos momentos, en los años del tardofranquismo y la transición, donde todo el mundo musical en blanco y negro exudaba el penetrante olor del nacionalcatolicismo y de la Andalucía de las charangas y los panderos.
A 25 años de su muerte tenemos distancia suficiente para ofrecer una lectura serena de su significativa aportación a la cultura musical –y literaria– española. No debemos olvidar el fuerte compromiso social y artístico con el patrimonio del país asociado al autor de “Luna de Abril”.
Carlos Cano nació a finales de los años 40 en el cazicuil granadino anclado en el pasado. Lo hizo, además, en una familia duramente castigada por el franquismo: su abuelo materno fue condenado a muerte al inicio de la guerra civil, con todo lo que ello conllevaba como estigma social.
En aquel ambiente de posguerra y restricciones, su banda sonora, como todas las españolas de aquella época, se alimentaba de la copla y el flamenco. A través de la radio y el cine escuchó “Tatuaje” de Concha Picker, “El emigrante” de Juanito Valderrama, “Los campanilleros” y los fandangos de La Niña de la Puebla.
Memoria histórica y cultura del exilio
Estas coplas y canciones de origen más bien modesto, también de consumo popular, adquirieron con el tiempo un papel esencial en la creatividad y trayectoria de Carlos Cano, convirtiéndolas en un patrimonio cultural, social y político.
Durante su carrera, el cantante desarrolló un interesante juego de complicidad ética y estética, muy volcado en la lucha antifranquista y la defensa del nacionalismo andaluz. Así, argumentó que la copla es una categoría musical autónoma más allá de las manipulaciones, lecturas y apropiaciones interesadas y escleróticas que de ella hizo el régimen franquista. Esta apropiación se logró evitando los obvios orígenes republicanos del género, así como su coqueteo con la apariencia obscena y obscenidad de la cuple.
Cierto es que la lanza se institucionalizó durante la Segunda República Española y fue símbolo de identidad de quienes tuvieron que exiliarse durante la dictadura al otro lado del Atlántico. Muchos de sus cantautores y músicos siguieron compartiendo credos republicanos, como es el caso de Ramón Perel, anarquista vinculado a la CNT y autor de los populares “Mi jaca”, “La bien paga” y “La falsa monea”.
Kano recuperó letras y música de las obras de Perel, pero no sólo. Declaró sobre personalidades como el múltiple y depurado del régimen Miguel de Molina, el exiliado Ángel Sampedro Montero, “Angelillo” -uno de los más acérrimos defensores de la República- o el maestro Salvador Valverde -autor de “María de la O”-.
También repitió la obra de Agustín Castellón Campos, “Sabicas” -uno de los principales pilares de la guitarra flamenca- y de Encarnación López Hulvez, “La Argentinita” y su hermana Pilar López -ambas herederas de “La Argentina”-. Nombres que destacan en el amplio abanico de artistas que, tras la guerra civil y la represión franquista, tuvieron que huir al exilio, para en muchos casos no regresar a España.
El padre musical de Andalucía
2025 – 19 de diciembre – Se cumplen 25 años de la muerte de este cronista de su tiempo. Y el 28 de enero de 2026, Kano habría cumplido ochenta años como un bastardo granadino y un cantautor muy ligado a las tierras gaditanas. A ellos les dedicó algunos de sus grandes éxitos, como “Habaneras de Cádiz”.
Padre musical de la música andaluza con su himno “Verde, blanca, verde”, el cantante también musicalizó varias obras de poetas prohibidos, desde Miguel Hernández hasta Federico García Lorca -Diván de Tamarit: Gaselas y Casidas-. Asimismo, confirmó la música y letra de Copla con sus discos Cuaderno de coplas, Quedate con la copla y La copla; memoria sentimental.
En ellos interpretó temas republicanos como “¡Ai, Maricruz!” (1934), “Chiclanera” (1936) o “Falsa Moneda” (1939), pero también coplas nuevas, como “María la Portuguesa”, o las populares “Habaneras de Sevilla”, con textos de Antonio Burgos. De su obra cabe recordar su antología personal del género: Perdidos y otras lanzas.
El propio Kano llegó a afirmar que empezó a cantar copla en una época en la que era un género marginal, para homosexuales y franquistas, y que su trabajo ayudó a normalizar la situación. Sin embargo, cultivó otros géneros como el bolero, el fado, el fandango, la murga, el pasodoble o el tango.
Nuevo espectáculo para Copla
Un cuarto de siglo después de su muerte, su legado, siempre en estado latente, regresa con mucha fuerza gracias a una recodificación contemporánea en la que la tradición entra en diálogo con los ritmos del jazz, el pop, el rock, el rap o la electrónica.
Así ocurre, por ejemplo, con el pasodol de Henar Monreal, Camilo Murillo y Francisco Naranho, “Campanera” (1953) dentro del poema “Demasiadas mujeres”, de C. Tanganyika. En segundo lugar, la restauración del repertorio histórico para públicos desconocidos también se hace gracias a voces como Pasión Vega –Pasión por Cano–, Diana Navarro, o talentos de copla como La bien canta.
En todas estas realidades coplas se deja sentir hoy la enseñanza y el compromiso de Cano, de la literatura a la música y de la música a la conciencia andaluza, de acuerdo con un pueblo y una cultura con una fuerte seña de identidad.
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