De la tregua en las trincheras a los cócteles en el consulado: cómo la diplomacia navideña busca capitalizar la buena voluntad estacional

REDACCION USA TODAY ESPAÑOL
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Según se informa, el presidente Donald Trump tiene como objetivo un acuerdo de paz navideño en la guerra entre Ucrania y Rusia.

El momento es el adecuado. Cada diciembre, los líderes políticos recurren instintivamente al lenguaje de la buena voluntad. Mientras tanto, los diplomáticos de todo el mundo aprovechan la temporada para organizar fiestas en las que se dan regalos y se bebe para fomentar la amistad.

La idea de que la temporada navideña podría suponer un respiro del conflicto tiene profundas raíces en la historia. Las leyes medievales de “paz navideña” en el norte de Europa castigaron en un momento los crímenes cometidos durante la temporada con penas más severas, incorporando a la ley un sentido cultural de expectativa de silencio y moderación.

Finlandia todavía lee la Declaración de Paz Navideña cada Nochebuena, un recordatorio ceremonial de la antigua esperanza de que la violencia pudiera disminuir brevemente.

La “diplomacia navideña” de hoy -es decir, una serie de declaraciones y esfuerzos para fomentar la paz y las relaciones cálidas entre las naciones- actualiza la tradición del arte de gobernar.

A veces esa diplomacia realmente abre una ventana para las conversaciones. A veces es un reflejo cultural. A veces es puro teatro. Y a veces las interrupciones de la temporada se utilizan para la guerra y la violencia, no para la paz.

El más famoso de todos.

El Tratado de Gante, que puso fin a la guerra de 1812 entre Estados Unidos y Gran Bretaña, se firmó en Nochebuena. Fue una señal de que ambas partes estaban dispuestas a convertir el ambiente estacional en una paz duradera.

Pero el ejemplo más famoso de una interrupción estacional del conflicto es la Tregua de Navidad de 1914. Después de meses de luchar en partes del Frente Occidental en la Primera Guerra Mundial, los soldados de bandos opuestos abandonaron las trincheras para cantar, resucitar a los muertos y compartir un momento de humanidad antes de regresar a la guerra industrial de la que muchos de ellos nunca regresarían.

Este acto se repitió durante la Batalla de las Ardenas en la Segunda Guerra Mundial, cuando un pequeño número de soldados estadounidenses y alemanes formaron una tregua temporal en el bosque de Hurtgen durante la Navidad de 1944.

Los invitados disfrutan de martinis y tragos de vodka durante una fiesta en la embajada rusa en Washington, D.C. en 2007. Getty Images para The Russian Standard ¿Apertura del diálogo estacional?

Más recientemente, gobiernos y actores no gubernamentales han aprovechado las vacaciones para abrir la puerta a futuras conversaciones de paz.

En Irlanda del Norte, por ejemplo, el IRA Provisional ha declarado repetidamente una tregua navideña, sobre todo en diciembre de 1974, cuando anunció un cese de operaciones desde el 22 de diciembre hasta principios de enero. Aunque la tregua finalmente fracasó, reflejó un patrón recurrente durante los disturbios en el que la Navidad proporcionó un momento culturalmente resonante para señalar la apertura al diálogo.

Recientemente se observó una lógica similar en Colombia, donde en 2022 el Ejército de Liberación Nacional (ELN) declaró un alto el fuego unilateral en Navidad, vinculando explícitamente la pausa en las hostilidades con las conversaciones de paz en curso con el gobierno.

En ambos casos, la Navidad no funcionó como un final sentimental de la guerra, sino como un momento estratégico para legitimar la moderación y examinar si la diplomacia podría poner fin al conflicto subyacente.

Pero como ocurre con cualquier alto el fuego temporal, la tregua navideña puede ser propensa a romperse. Durante la Guerra de Vietnam, las partes en conflicto acordaron una tregua navideña de 24 horas en 1971. Un informe del New York Times del día siguiente incluía acusaciones de 19 violaciones por parte del Viet Cong y 170 por parte de las fuerzas estadounidenses y vietnamitas del sur.

Las vacaciones también pueden servir como una oportunidad para coger al enemigo con la guardia baja.

Siete años antes de la breve tregua navideña de 1971, los combatientes del Viet Cong eligieron la Nochebuena para lanzar un ataque contra un hotel donde los oficiales estadounidenses estaban celebrando. Dos estadounidenses murieron y 28 resultaron heridos.

La Unión Soviética lanzó su invasión de Afganistán en 1979 en la víspera de Navidad, y la operación israelí en Gaza en 2008 comenzó el 27 de diciembre. La lógica aquí es que a finales de diciembre, el ancho de banda político en las capitales nacionales es escaso, la maquinaria diplomática se mueve más lentamente y la oportunidad de sorpresa es mayor.

Esta es la temporada para…

Por tanto, la diplomacia navideña puede utilizarse para promover la paz… o la guerra.

También puede utilizarse para profundizar las amistades bilaterales existentes.

Un ejemplo bien conocido es la donación anual de árboles de Navidad de Noruega al Reino Unido. La práctica comenzó en 1947, cuando Oslo envió un abeto gigante a Trafalgar Square de Londres como señal de gratitud por el apoyo británico durante la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, se ha convertido en una expresión ritualizada de historia compartida, sacrificio compartido y alianza duradera.

Un hombre y una mujer cortaron una cinta roja frente a un gran árbol.

Luego, los ministros de Asuntos Exteriores, Ine Eriksen Soreide, de Noruega, y Boris Johnson, de Gran Bretaña, dieron a conocer el árbol de Navidad de 2017 donado por Noruega. Adrian Dennis/AFP vía Getty Images

Y las embajadas de todo el mundo organizan recepciones navideñas que funcionan como espacios diplomáticos informales: ocasiones en las que se alivian las tensiones, las conversaciones fluyen más libremente y se pueden abordar cuestiones difíciles en un ambiente más relajado.

Estas prácticas no resuelven las crisis, pero sientan bases importantes para la buena voluntad y el acceso.

La diplomacia navideña sobrevive porque se encuentra en la intersección de la cultura, el poder y la política. La temporada trae consigo un conjunto de expectativas de moderación y buena voluntad que los líderes pueden invocar, los diplomáticos pueden explotar y los adversarios pueden respetar o abusar.

Este artículo es parte de una serie que explica términos de política exterior que se usan comúnmente pero que rara vez se explican.


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