Anexo cultural: todos somos ‘otakus’

Periodista ANASTACIO ALEGRIA
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El otoño, como cada año, empezó con fuerza en las salas de cine. Se entrelazan varios motivos: la vuelta a la rutina, la inmediatez de los premios, la saturación de los festivales de cine… Lo cierto es que los estrenos repletos de grandes estrellas, una vez presentadas a la crítica, esperan que el público las eleve por encima del resto y aporten grandes beneficios.

Y eso sucedió, aunque no como se predijo en los círculos más sinofilos. Porque, hace unas semanas, amaneció una sorpresa en lo más alto de la colección. O, al menos, una sorpresa para aquellos que no lo tenían en su radar: Night’s Watch: Infinite Fortress. La película, secuela del anime televisivo del mismo nombre, se estrenó con la idea de tener un buen éxito en los cines, dado que el largometraje anterior lo hizo en 2020. Pero más que triunfar, arrasó convirtiéndose en el anime más taquillero de la historia.

Eso, junto con el hecho de que en las últimas semanas hemos visto a manifestantes de la Generación Z en todo el mundo izando banderas piratas del manga (y también del anime) de One Piece, indica que la influencia de los dibujos animados japoneses ha alcanzado nuevas alturas. Las puertas que se abrieron en los años 90 y de las que muchos éramos espectadores -“Oliver, Benji, los magos del balón”- se hicieron más grandes con la ayuda, como explica Antonio Horno López, del aumento de la calidad del producto. Por tanto, el anime ya no es cosa de unos pocos otakus. Es un fenómeno generalizado.

Nobel para descubrirlos

“Todos los años igual”, pensamos. Abrígate, abrígate, predecimos el Premio Nobel de Literatura y, como también esperamos, no lo regalamos. Pues no. No en 2025, cuando el premio finalmente recayó en un nombre que llevaba días circulando: Laszlo Krasnahorkai. Para celebrarlo (y descontextualizarlo), el catedrático de lengua y literatura húngara de la Universidad de Barcelona, ​​Emoke Jambor, trazó un perfil del autor que “combina la melancolía centroeuropea con una visión apocalíptica del mundo moderno”.

Otro actual premio Nobel es el noruego Jon Fosse, cuya nueva novela Vaim acaba de publicarse en español. Una excusa tan buena como cualquier otra para reexaminar sus conexiones con el paisaje rural, mucho más que un telón de fondo de su obra.

50 años de la muerte de la memoria

La memoria a veces es traicionera. La memoria histórica de un país, lleno de vaivenes, conflictos y cambios, más aún. Pero conviene saber que hace poco menos de un siglo España ardía creativamente y que la modernidad era un tren imparable en el arte, la literatura y la música. Escribo esto mientras escucho a Rubén Lorenzo interpretar tres bailes al piano de La romería de los cucudos, un ballet con argumento de Federico García Lorca y el dramaturgo Ciprián Rivas Sheriff, la coreografía original de “La Argentinita” y música compuesta por quien hoy nos cuida: Campolo Gostavo Pilez.

Se han cumplido exactamente 50 años de su muerte -mal recordada por la sociedad española, como señaló Juan Pablo Fernández-Cortez-, a pesar de que nos dejó no sólo su obra, sino también su esfuerzo en el exilio por recordar y preservar la memoria de una España que era moderna.

La moda se ha renovado

No hace mucho decía que la temporada empieza no sólo en los cines, sino también en las pasarelas. Este otoño llegará una nueva generación de diseñadores (en su mayoría, hay que decirlo, hombres) para hacerse cargo de la dirección de las grandes marcas. Uno de ellos es Jonathan Anderson, director de Dior. Sandra Bravo Durán explica a quienes, como yo, conocemos menos la historia de la casa, por qué su llegada y presentación supuso un soplo de aire fresco no sólo para Dior sino para todo el sector.

Pequeño y grande

Y no salimos de las pantallas porque no faltan novedades.

Por un lado, tenemos el auge de las telenovelas turcas, que sirven no sólo como promoción de una industria, sino de todo el país. Si lo vemos y nos gusta, queremos verlo en persona. Está Irlanda del Norte y Juego de Tronos para demostrarlo.

Y si realmente nos gusta y queremos verlo en persona, también es cierto que si lo escuchamos y nos gusta, queremos profundizar en ello. Esto pasa con muchos monólogos, que entre risas y risas dejan un poso que hace pensar, lo que incomoda a los poderes políticos. Así lo demuestran claramente los casos de Stephen Colbert y Jimmy Kimmel en Estados Unidos, no precisamente los primeros ejemplos de censura de la comedia en la historia de ese país.

En este aniversario de 2025, apuesto a que cuando Jane Austen escribió hace tres siglos sobre Darcy, no tenía idea de que él se convertiría en el ideal romántico que es hoy (aunque puede que funcione mejor en el papel que en la realidad).

Quien ciertamente no imaginó los caminos que tomaría su personaje masculino cuando describió el personaje de Heathcliff en Cumbres borrascosas es Emily Brontë. Hablamos de sus adaptaciones (y de cómo se olvidan de la mitad del libro) en el tráiler de la última, que sale el 14 de febrero de 2026 y ya tiene haters. Aunque, en 2025, ¿quién no los tendrá?


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