Bolivia acaba de vivir una jornada histórica tras alcanzar por primera vez la segunda ronda. La segunda vuelta de las elecciones presidenciales, celebrada este 19 de octubre, no sólo confirmó el fin del ciclo político que dominó el país durante casi dos décadas, bajo el liderazgo autoritario de Evo Morales, sino también la madurez de su democracia.
Con el 54,53% de los votos, Rodrigo Paz derrotó al expresidente Jorge Tuto Quiroga, quien obtuvo el 45,74%, según resultados preliminares del SIREPE. Un margen de casi diez puntos en un país empeñado en dejar atrás las páginas oscuras de su historia reciente y votar por unanimidad el cambio, pero de forma moderada y progresista. Porque el pueblo boliviano optó entre el cambio pacífico de Rodrigo Paz y el cambio acelerado de Tuto Quiroga.
Más allá de los resultados, lo real fue la serenidad con la que Bolivia votó, esperó y aceptó los resultados. El juez electoral prometió los primeros datos a las ocho de la tarde y los entregó en inglés -o mejor dicho, boliviano- correcto.
La logística del cierre y el recuento, sin interrupciones, fue un recordatorio de que las instituciones, cuando funcionan, pueden devolver la dignidad a la política. La transparencia del proceso, su control ciudadano y la apropiación ciudadana de cada fase dejan una lección: la democracia boliviana ha madurado.
Un ejemplo para muchos países de nuestro entorno
Este logro no es menor en un contexto regional saturado de dudas electorales y discursos que socavan la confianza pública. De hecho, este proceso electoral estuvo rodeado de desinformación, a pesar de que la respuesta institucional y académica fue ejemplar.
El Observatorio Complutense de Desinformación (OCD) desplegó una misión a Santa Cruz en colaboración con el PNUD, la Universidad Católica de Bolivia (UCB) y la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra (UPSA). Su objetivo: identificar trastornos de la información y fortalecer la integridad del proceso. Los hallazgos preliminares del equipo de investigación, con datos de Bolivia Verifica, son elocuentes: de las 228 verificaciones de incidentes, 181 provinieron de fuentes anónimas; El 82% eran falsas y el 13% estaban equivocadas.
Gracias al trabajo de estudiantes y docentes se analizó cada desinformación y se evaluó su viralidad y alcance. Las plataformas más utilizadas para difundir información errónea fueron TikTok, donde se difundieron el 43% de las estafas, seguida de Facebook (38,6%) y WhatsApp (17%).
El formato audiovisual, con vídeos, gráficos e imágenes, permitió la rápida difusión de narrativas alejadas de la verdad. La IA se ha utilizado para generar vídeos y audios falsos en decenas de incidentes. También se utilizó el uso fraudulento de logotipos de reconocidos medios nacionales, como Unitel, Red Uno y El Deber, y medios internacionales como CNN.
Aparecieron diversos pseudomedios, sitios web creados como titulares de noticias, pero cuya misión principal era desinformar e influir en la agenda electoral.
La desinformación buscó influir en las intenciones de voto, cambiar el debate electoral y desestabilizar las instituciones. Las principales calumnias y calumnias intentaron perjudicar a los candidatos, y en esta segunda vuelta, especialmente a los candidatos a vicepresidente.
Proliferaron las encuestas falsas -fabricadas y sin fundamento- o encuestas manipuladas -estudios reales pero falsificados-, que circulan por redes como Facebook y WhatsApp, sin el más mínimo rigor metodológico.
También se observó un patrón claro: se intentó socavar la credibilidad del juez electoral. Sin embargo, el juez salió más fuerte. “En abril de 2024, el tribunal tenía un 12% de credibilidad, y hoy tiene un 80%”, nos dijo entusiasmado Gustavo Ávila, miembro de la institución.
Referencia para la transparencia electoral
La tecnología, la observación internacional y el compromiso de la ciudadanía han consolidado un sistema que hoy puede ser citado como un referente regional en materia de transparencia electoral. El espíritu democrático de Tuto Quiroga, quien rápidamente aceptó la derrota y felicitó a Rodrigo Paz, contribuyó en gran medida a la confianza institucional en el sistema, especialmente dadas las acusaciones de fraude por parte de algunos de sus partidarios.
Políticamente, el mensaje es inequívoco. Rodrigo Paz, heredero de la tradición democrática -es hijo del expresidente Jaime Paz Zamora- podría leer el malestar en un país donde, según Ipsos-Ciesmori, el 94% cree que va en la dirección equivocada.
Paz consolidó su victoria en una campaña de largo plazo luego de desempeñarse como diputado, concejal, alcalde de Tarija y senador nacional. Como senador recorrió toda Bolivia mostrando su carácter moderado y abierto, así como su cercanía con gente de los nueve departamentos y de todos los estratos sociales.
Su campaña, austera y simbólica, captó voces descontentas sin asustarlas, con propuestas de cambios radicales, mientras Quiroga no logró convencer a los sectores populares de la necesidad de sus políticas más duras.
Pero, sin duda, la sorpresa de esta elección fue el candidato a vicepresidente de Rodrigo Paz, Edgar Lara: expolicía, populista y estrella de TikTok. El capitán rebelde y antisistema Lara conectó emocionalmente con las bases y se ganó a simpatizantes del Movimiento Al Socialismo (MAS) y a Evo Morales en el país con un voto obligatorio.
Los resultados muestran la diversidad de Bolivia, donde el comportamiento electoral difiere entre Oriente y Occidente, y especialmente entre Santa Cruz de la Sierra y La Paz. Las diferencias se basan en diferentes modelos, porque las actividades económicas en Occidente se desarrollan sobre la base de colectivos, mientras que Santa Cruz apuesta por el libre mercado, basado en la iniciativa privada, la eficiencia en la tecnología y la educación. Quiroga ganó en Santa Cruz con más del 65 por ciento, pero perdió en La Paz y El Alto.
Un país con crisis y escasez
No será fácil para el próximo gobierno. Hereda un país sumido en un abismo económico, con una crisis monetaria que le impide importar combustible, cuya escasez afecta el transporte y la producción agrícola, alimentando una alta inflación.
La paciencia de la sociedad no es mayor y Rodrigo Paz generó expectativas inmediatas durante la campaña. La clave será la gobernanza, en el parlamento, las calles y las redes sociales. Desconocido, su acompañante: Capitán Lara.
Sin embargo, lo que hoy emerge en Bolivia no es sólo un nuevo Gobierno, sino una cultura política más crítica, vigilante y exigente con sus instituciones. En tiempos en que las mentiras digitales y la desconfianza están erosionando democracias enteras, Bolivia ha demostrado que la transparencia, la precisión y los ciudadanos informados siguen siendo el mejor antídoto. Bolivia no sólo eligió un presidente, sino que decidió reconstruir su democracia.
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