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Desde que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, expresara su determinación de continuar con el cambio de hora de la UE, se ha intensificado el debate sobre si es mejor ceñirse al llamado horario de invierno o de verano. Los cronobiólogos afirman que cuando se les pregunta, muchos ciudadanos eligen el segundo porque lo asocian con días más largos y luminosos. Pero lo cierto es que elijamos cuál elijamos, los días de invierno serán más cortos que nunca.
Cómo erradicar el cambio climático para siempre
Es necesario que el debate sea diferente, y es que en el caso de España deberíamos acumular dos cambios consecutivos en invierno (y ninguno en verano) hasta quedarnos en un huso horario que nos convenga. Y entonces podremos erradicar el cambio climático para siempre.
Y es que España es el país europeo donde la discrepancia entre la hora oficial y la solar es más extrema. Así lo expresaron muy bien Til Roenberg, Eva C. Winnebeck y Elizabeth B Klerman con el gráfico que reproducimos a continuación y que el lector puede consultar descargando en su teléfono móvil cualquier aplicación que muestre la hora solar de su ubicación.

Un mapa de Europa en el que las zonas horarias solares reales están dibujadas con un fondo codificado por colores y las zonas horarias sociales se muestran en los mismos colores (más profundos) al frente. Incluso con la hora estándar, los límites occidentales de las zonas horarias sociales están lejos de los límites orientales de las zonas horarias solares (A); esta desviación aumenta en 1 hora con el horario de verano (B). Solución al problema (C): las fronteras políticas de Europa son ideales para una adecuada separación cronobiológica de los husos horarios, de modo que en ninguna parte de Europa el reloj social tenga una discrepancia con el reloj solar de más de 30 minutos. © 2019 Roenneberg, Vinnebeck y Klerman, CC Revisión doble de BI
De los dos desplazamientos en relación al huso horario que nos corresponde en España (barra amarilla en el mapa), uno es permanente y el otro estacional, y surgen en dos momentos históricos bien reconocibles.
En 1940 se estableció un adelanto permanente de una hora ajustando arbitrariamente la hora oficial de la España Peninsular, Baleares, Ceuta y Melilla para corresponderla con la Zona Horaria Centroeuropea (GTM+1). Así, se abandonó la zona del Meridiano de Greenwich (GTM), que corresponde a nuestra situación geográfica (y, a su vez, el avance de la hora de Canarias al GTM, que hasta ese momento estaba correctamente situada en GTM-1).
Otro avance -de carácter intermitente y con antecesores durante algunos periodos del primer tercio del siglo XX- se consolidó con la llamada crisis del petróleo de 1973. Este otro cambio pretendía reducir la factura energética (ignorando las consecuencias para la salud de semejante jet lag) y al que asociamos el recurrente cambio climático que ahora se está eliminando. Pero como hemos visto, eso es sólo la mitad del problema.
El mito de que en España se come más tarde
Comparar España con otro país mediterráneo como Italia -con una hora solar de diferencia pero con la misma hora oficial- nos muestra que comemos nuestras comidas principales una hora oficial más tarde pero a la misma hora en términos de hora solar. Esto demuestra que el mito de que en España se come más tarde que en el resto de Europa sólo se sostiene porque vivimos en una ficción temporal: el hambre tiene un fuerte componente circadiano.

Distribución diaria de las principales actividades para la población italiana (parte alta) y española (parte baja) entre 10 y 70 años. Del artículo ‘After School’ de Daniel Gabaldon Estevan. Publicado en revista RASE (2021)
Entonces, cuando alguien en España dice que come a las 14:00, en realidad lo hace a las 13:00. en horario solar (con horario de invierno) o a las 12:00 horas. Hora solar (con verano), como en la gran mayoría de países europeos, también en el sur.
Desfase horario socialmente
Lo que nos diferencia de Italia es que el reloj social nos empuja a empezar un día antes. En España cada vez hay más personas que se ven obligadas a madrugar y no descansar lo suficiente.
Llegados a este punto, es importante señalar que lo que provoca los problemas de salud, los accidentes de tráfico, el éxito escolar y la productividad laboral es una alteración entre el reloj interno de las personas y el reloj social. El primero depende de la edad, factores genéticos y ambientales, y su mayor sincronizador es la potente luz solar que recibimos a través de nuestros ojos cada día. Por su parte, el reloj social se manifiesta a través de obligaciones como horarios laborales o escolares que nos disciplinan a coordinarnos con otros miembros de nuestra sociedad y que generalmente requieren el uso de despertadores.
La discrepancia entre ambos se llama jet lag social porque el efecto es similar a lo que ocurre cuando nos movemos entre zonas horarias y tardamos unos días en aclimatarnos a la nueva zona horaria. A diferencia de lo que ocurre cuando viajamos, nunca nos acostumbramos al desfase horario social porque, aunque nos despertemos con un despertador que muestra la hora solar de Varsovia (en invierno) o de Kiev (en verano), nuestro cuerpo se sincroniza cada día con la hora solar del lugar donde vivimos.
Tal desequilibrio afecta significativamente, pero no exclusivamente, a la población escolar, ya que retrasa de forma natural su ciclo circadiano durante la pubertad y la adolescencia, generando un déficit crónico de sueño que afecta a su salud, bienestar y rendimiento.
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Daniel Gabaldón Estevan recibe financiación de la Agencia Estatal de Investigación y de la Generalitat Valenciana a través del proyecto PID2021-126846NA-I00/AE/10.13039/501100011033 y CIACO/2023/120 (Des)adaptación (Des)adaptación del uso y métodos de aprendizaje de los estudiantes, organización del tiempo, tiempo escolar, satisfacción crono (Kairos).
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