Claves para gestionar la ansiedad y las frustraciones de la vida universitaria (y adulta)

REDACCION USA TODAY ESPAÑOL
7 Lectura mínima

¿Qué buscamos cuando decidimos entrar a la universidad? ¿Qué significa obtener un título “exitoso”? Muchas veces nos centramos demasiado en la nota final del curso, pero el verdadero reto de esta etapa es aprender a cuidar nuestra mente mientras desarrollamos nuestro talento y nuestra faceta profesional.

Estudiar en la universidad significa tomar decisiones importantes, adaptarse incluso a cambios de ciudad o grupo de amigos y afrontar la independencia por primera vez. Según datos recientes, más del 40% de los estudiantes en España presentan síntomas de ansiedad o depresión durante sus años académicos. La presión de las calificaciones, la incertidumbre sobre el futuro del trabajo y el síndrome del impostor -esa sensación de no estar a la altura- afectan a miles de jóvenes cada año académico.

A lire aussi : ¿Qué preocupa a los estudiantes?

Aprender a gestionar esas emociones y mantenerse motivado puede marcar la diferencia entre “sobrevivir” y disfrutar verdaderamente de la vida universitaria. Lo segundo sólo es posible si aprendemos a controlar la ansiedad previa a los exámenes, a pedir apoyo cuando las cosas no salen como esperamos o a celebrar los pequeños logros.

Este aprendizaje no sólo nos ayudará a superar las materias: es la base para crecer como personas y como profesionales a lo largo de nuestra vida. Un estudio publicado recientemente que realizamos con estudiantes universitarios españoles nos dejó un dato muy interesante: la inteligencia emocional influye mucho en cómo experimentamos la ansiedad. No se trata sólo de reconocer lo que sentimos; Para que realmente nos ayude es necesario comprender bien nuestras emociones y, sobre todo, saber gestionarlas.

Y también la lira: la salud mental de los estudiantes se está deteriorando: así podemos ayudar

Ejercicios diarios de inteligencia emocional

La inteligencia emocional se puede practicar todos los días. Por ejemplo:

Créenos: cuando un estudiante se siente capaz de prepararse para un examen complicado sin depender de nadie más, muestra autoeficacia, lo que favorece mejores resultados académicos.

Mantenernos motivados: Encontrar actividades que nos apasionen, incluso durante los momentos más difíciles del semestre, nos ayuda a no perder el ritmo.

Manejo de la ansiedad: técnicas sencillas, como hacer breves descansos u organizar bien el tiempo de estudio, nos ayudan a trabajar mejor y sentirnos menos estresados.

Practicar mindfulness o atención plena: Podemos dedicar unos minutos a meditar al despertarnos, dándonos un momento para notar nuestra respiración y sensaciones antes de empezar el día.

Crear un círculo de apoyo: compartir los problemas con alguien en quien confía hace que los desafíos cotidianos sean más manejables.

Pensar en el futuro: fijar objetivos, como elegir una pasantía o un tema de interés.

Celebrando los Logros: Cuando terminamos un proyecto o recibimos buenos comentarios, tomemos un momento para disfrutarlo.

La inteligencia emocional nos permite encontrar el equilibrio entre rendimiento y bienestar, sin sacrificar uno por el otro. Como dijo Aristóteles, “la excelencia no es un acto sino un hábito”: practicar estas rutinas a diario puede mejorar nuestra capacidad de esforzarnos cuando podemos y perdonarnos cuando nos quedamos cortos.

inteligencia emocional en el campus

Si bien podemos hacer mucho por nosotros mismos, para que realmente alcance su mayor potencial, toda la universidad debe involucrarse en esta búsqueda del bienestar: debe haber profesores dedicados, enseñanza útil y accesible, y espacios de apoyo donde los estudiantes puedan ser escuchados.

Aprender a gestionar las emociones requiere de práctica constante y en diferentes espacios. Por ejemplo, mientras estudiamos podemos notar cuando estamos estresados ​​y utilizar estrategias sencillas, como organizar nuestro tiempo, hacer descansos o respirar profundamente. El espacio de enseñanza también es muy importante, porque los comentarios del docente pueden ayudarnos a sentirnos capaces.

A lire aussi: Cómo dar retroalimentación que motive y mejore el aprendizaje

Cuando entre al mundo laboral, estas habilidades serán igualmente valiosas. Nos permitirán gestionar plazos, afrontar imprevistos, adaptarnos a nuevos equipos y saber pedir ayuda cuando la necesitemos.

Autorregulación emocional y resiliencia

La autorregulación emocional y la resiliencia son elementos de la inteligencia emocional y necesarios para sentirse mejor en la universidad. La autorregulación es la capacidad de gestionar nuestros pensamientos, emociones y acciones para lograr objetivos. Ser autorregulado no se trata sólo de gestionar el tiempo: también implica saber cuándo parar, fijar objetivos alcanzables, revisar cómo lo estamos haciendo y cambiar de estrategia si algo no funciona. Priorizar, anticipar problemas y preparar un buen lugar para estudiar nos ayuda a aprender por nuestra cuenta. Quienes lo practican rinden mejor y se sienten más tranquilos, porque saben adaptarse y no se frustran cuando algo no sale como esperaban.

Leer más: ¿Qué es el mindfulness y cuáles son sus beneficios en la escuela?

La resiliencia es nuestra capacidad de superar un mal momento y aprender de lo sucedido. Esto no significa que nunca cometamos errores, sino que sepamos superar un mal día o una mala nota, cuidarnos y seguir hábitos que nos ayuden a mantener la calma y la energía. Por ejemplo, si el trabajo que hicimos en grupo sale mal, la autorregulación nos ayuda a no castigarnos ni sentirnos demasiado mal. Por otro lado, la resiliencia nos anima a ver qué salió mal y elaborar un nuevo plan de mejora.

Cuando combinamos estas dos habilidades, enfrentamos los desafíos de la universidad y la vida con más confianza y aplomo.

Cuándo buscar ayuda profesional

Es importante reconocer cuándo el estrés o la ansiedad ya no son normales. Si llevas semanas sin poder concentrarte, tal vez sea el momento de pedir ayuda. Lo mismo si evitamos clases o exámenes, o si notamos cambios significativos en el sueño o el apetito.

La mayoría de las universidades cuentan con servicios gratuitos de asesoramiento psicológico u consultorios especializados. Pedir ayuda no es un fracaso, es una decisión inteligente. Porque cuidar nuestra mente no detendrá nuestro talento: al contrario, es lo que nos permite desarrollarlo al máximo.


Descubre más desde USA Today

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Comparte este artículo
Deja un comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

es_ESSpanish

Descubre más desde USA Today

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo