Canadá aún tiene que apoyar formalmente a la Corte Penal Internacional (CPI), una institución que ayudó a crear, contra las sanciones selectivas impuestas por Estados Unidos a varios fiscales y jueces a principios de este año.
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Cuatro miembros clave del tribunal, incluida la jueza canadiense Kimberly Prost, han sido sancionados por la administración del presidente Donald Trump por su participación en investigaciones sobre presuntos crímenes de guerra cometidos por funcionarios estadounidenses e israelíes.
Otros aliados, incluidos Francia, Bélgica y la Unión Europea, se han opuesto públicamente a las sanciones y han emitido declaraciones en apoyo a la CPI.
Otros países se han pronunciado en contra de las sanciones, incluidos Dinamarca, Finlandia, Estonia, Países Bajos, Noruega, Senegal, Eslovenia, España y Suecia.
Canadá ha apoyado públicamente a Prost y recientemente se unió a varias naciones de las Naciones Unidas para apoyar el trabajo general del tribunal. Pero los funcionarios canadienses guardan silencio sobre las sanciones estadounidenses.
La canadiense Kimberly Prost, última fila a la derecha, escucha un caso en la Corte Penal Internacional en La Haya, Países Bajos, en junio de 2024. (Foto AP/Peter Dejong) Consecuencias de las sanciones
A pesar de estas salvaguardias, es posible que el tribunal no esté a salvo de nuevos castigos. La Coalición por la Corte Penal Internacional (CCPI) especula que el gobierno estadounidense podría imponer sanciones adicionales contra toda la organización.
Eso significaría que cualquier empresa estadounidense -incluidas las instituciones financieras- o incluso las empresas canadienses con filiales estadounidenses que traten con el tribunal podrían estar sujetas a multas y acciones legales.

La CPI, con sede en La Haya, Países Bajos, enfrenta sanciones de Estados Unidos por sus investigaciones sobre presuntos crímenes de guerra estadounidenses e israelíes. (Flickr) Protección empresarial
Sin embargo, no todo está perdido. Hay dos recursos legales que pueden utilizarse para proteger a la CPI. Canadá y la UE podrían modificar leyes clave diseñadas para proteger a las empresas de tales acciones, lo que podría ayudar significativamente al trabajo del tribunal.
Estas incluyen la Ley de Medidas Extraterritoriales Extranjeras de 1985 (FEMA) y sus modificaciones posteriores en Canadá, y en la UE, la legislación conocida como Estatuto de Bloqueo Extraterritorial (EBS).
La enmienda de FEMA fue aprobada en 1996 en respuesta a la Ley Helms-Burton de Estados Unidos que prohibía a las empresas comerciar o hacer negocios en Cuba.
FEMA protege a las empresas canadienses afectadas por la Ley Helms-Burton y contiene disposiciones específicas para proteger a las empresas de represalias estadounidenses. De manera similar, el Parlamento Europeo adoptó el EBS para proteger a las empresas europeas de las sanciones estadounidenses.

El presidente estadounidense Bill Clinton firma la Ley Helms-Burton en marzo de 1996. (Foto AP/Dennis Paquin)
Se introdujo originalmente como resultado de la Ley Helms-Burton y luego se revisó cuando Estados Unidos se retiró del acuerdo nuclear con Irán en 2018.
Canadá y la UE podrían modificar tanto FEMA como EBS para garantizar que las empresas canadienses y europeas estén protegidas de los efectos de las sanciones estadounidenses y puedan continuar brindando servicios clave a la corte.
En el caso de la UE, la mayoría de los acuerdos contractuales de la CPI con entidades como bancos, aseguradoras, proveedores de servicios, proveedores de tecnología y propietarios son con empresas europeas porque el tribunal está ubicado en Europa: en La Haya, Países Bajos.
Por lo tanto, modificar la EBS protegería a estas empresas de nuevas sanciones estadounidenses y garantizaría que puedan seguir prestando servicios a la CPI.
Estos remedios son una respuesta proporcionada a las sanciones estadounidenses. Permitirían que todas las partes –Estados Unidos y los partidarios de la CPI– continuaran las negociaciones en lugar de detener por completo la justicia penal internacional.
Garantizar la supervivencia de la CPI
Es importante señalar que la inclusión de la necesidad de proteger a las empresas de las sanciones estadounidenses en cualquier ley modificada, tanto en la legislación canadiense como en la de la UE, no pretende ayudar a los gobiernos de Cuba o Irán.
El objetivo es proteger a las empresas canadienses y europeas de posibles acciones legales o consecuencias económicas si se aplican sanciones adicionales. Lo más importante es que el objetivo es garantizar que la CPI siga funcionando con la menor perturbación posible.
Las sanciones pueden tener efectos significativos en las empresas, y lo que se ha identificado como la inclinación de Trump por la “diplomacia retributiva” puede hacer que los estados –y las empresas– lo piensen dos veces antes de actuar.
Pero FEMA y EBS proporcionan contramedidas apropiadas si se imponen sanciones estadounidenses más amplias a toda la CPI, o si las empresas canadienses y europeas sufren indebidamente por la imposición de nuevas sanciones.
La CPI es una organización internacional con capacidad para impartir justicia y apoyar a las víctimas. Es un “tribunal de último recurso” que sólo interviene cuando los Estados infractores no quieren o no pueden hacerlo.
Las preocupaciones de seguridad nacional en Estados Unidos, Canadá y la UE surgen tanto de la comisión de crímenes masivos como de otros tipos de crímenes globales. Por eso es tan importante que los Estados apoyen los esfuerzos de la justicia penal internacional brindando pleno apoyo a la CPI.
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