El Día de Muertos es una tradición que ha pasado por décadas de transformación y actualmente es la expresión cultural más emblemática de México. Sin embargo, estos cambios se han acelerado en los últimos años debido a la presencia de esta celebración en las redes sociales, donde se proyecta como un espectáculo visual.
En TikTok, Instagram y YouTube, los altares y catrinas aparecen con disfraces de Halloween y desafíos virales. Una mezcla que combina lo sagrado y festivo con lo viral.
Un espectáculo sobre el patrimonio
La inclusión del Día de Muertos en la lista del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO en 2008 lo convirtió en un símbolo del patrimonio mexicano, lo cual fue impulsado por políticas culturales y turísticas.
El desfile de la Ciudad de México, inspirado en la película de James Bond Spectre (2015), trasladó la celebración del espacio doméstico al espacio público. A esto se suman ferias, festivales y rutas turísticas que promueven la “experiencia” del Día de Muertos como producto cultural.
En este contexto, las redes sociales potencian la puesta en escena. En TikTok, los vídeos muestran preparativos de propuestas de matrimonio, concursos de catrinas o maquillajes rituales. Este cambio de elementos vernáculos a los medios digitales refleja cómo la tradición se transforma en espectáculo, pero mantiene la emoción colectiva de recordar a los muertos. Lo que alguna vez fue un acto íntimo hoy se convierte en un contenido que se comparte, se ama, pero que aún afirma la identidad y el sentido de pertenencia.
De la tradición indígena a la cultura pop
El Día de Muertos es el resultado de mezclar la práctica mesoamericana del culto a los antepasados con la celebración ibérica y católica del Día de Todos los Santos. Este sincretismo etnoterritorial, tal como lo define la antropología, condujo a una profunda celebración de la identidad.
Actualmente, sin embargo, hay otra ola de sincretismo. El encuentro de la herencia indígena y la cultura pop global se fusionan. Hay muchos vídeos en TikTok donde las ofertas tradicionales incluyen calabazas, luces LED o disfraces inspirados en películas como Coco (Pikar/Disney, 2017).
Este fenómeno puede leerse desde la perspectiva de las “culturas híbridas”, que estableció Néstor García Canclini en su obra homónima. Según este concepto acuñado por un antropólogo de origen argentino pero radicado en México, este tipo de expresión cultural no consiste en una simple imitación de lo extranjero, sino en una apropiación, donde se reinterpretan símbolos globales. Así, el altar con velas y confeti convive con filtros digitales, lo que demuestra que las identidades culturales no desaparecen, sino que se transforman.
Globalización de los medios y consumo simbólico
El poder de los medios de comunicación y del mercado también ha influido en la actual dimisión. Un claro ejemplo es la campaña de la cerveza Victoria, que durante años creó cortometrajes, productos y piezas publicitarias inspiradas en mitos del hampa prehispánico.
En uno de los videos virales recientes, la marca de cerveza mezcla la historia mítica del Mictlán (el inframundo de México y la mitología nahua) con la historia moderna de la cerveza, creando un discurso que une a los ancestros y el anuncio. Es decir, identidad con la modernidad.
Estas estrategias incluyen cerveza aromatizada con cempasúchil (una flor tradicional del Día de Muertos), narrativas del “orgullo mexicano” y colaboraciones con artistas, como el bailarín Isaac Hernández.
Su implementación a través del marketing y la publicidad revela cómo la identidad cultural se convierte en el lenguaje experiencial de la marca. Sin embargo, también muestra que las empresas están recurriendo a símbolos, como el Día de Muertos, no sólo para vender, sino también para reconectar emocionalmente al público con su cultura y producto de consumo.
De esta manera, la patrimonialización del Día de Muertos, impulsada por el turismo y las redes sociales, funciona como un espejo de la sociedad, donde se expresan tanto el orgullo identitario como la apropiación comercial de lo sagrado.
De los altares blancos al maximalismo identitario y la tropicalización
Otro debate reciente visible en TikTok es el de los llamados “altares blancos” o “altares minimalistas”. Algunos vídeos muestran cómo las tendencias del diseño contemporáneo, marcadas por el gusto neutro y la estética de catálogo, se han trasladado a la tradición del altar. En ellos, las flores de caléndula son reemplazadas por arreglos blancos, las velas de colores por luces frías y los objetos personales del difunto por elementos decorativos.
Este fenómeno, más allá del gusto estético, desencadena un pensamiento sobre la identidad. El altar mexicano no responde al principio de “menos es más”, sino a la lógica del mexicanismo, donde “más es más”: colores, aromas, texturas y símbolos que cuentan una historia viva. Frente a la homogeneización del diseño global, el altar tradicional actúa como una resistencia simbólica, por lo que no es una tendencia decorativa, sino una forma de reafirmar la historia colectiva y los vínculos emocionales que sustentan la identidad mexicana.
Otro contenido viral muestra cómo la cultura mexicana está recuperando su identidad al revivir el Día de Muertos basándose en las tradiciones de Halloween. Katarina vuelve a tener un papel protagonista contra los zombies o monstruos anglosajones, en pleno proceso de tropicalización. Una especie de mezcla festiva, donde lo local se fortalece mediante el diálogo con lo global.
A diferencia de los años ochenta y noventa, cuando Halloween tomó protagonismo porque representaba lo moderno y lo extranjero, hoy el Día de Muertos se vive con orgullo y creatividad.
Sin embargo, cabe preguntarse si esta revitalización se sostiene desde la comunidad o desde el espectáculo. Películas como Coco o Espectro, o eventos como el Paseo en Bicicleta del Día de Muertos, donde se encienden luces y se disfrazan, pueden ser a la vez mecanismos de difusión y superficialidad de los rituales. De esta manera, la frontera entre tradición y performance se vuelve cada vez más borrosa.
Es precisamente en esta mezcla de altar y filtro digital, Katrina y lente pop, mercado y memoria donde hay una expresión contemporánea de la identidad mexicana que dialoga con el mundo sin perder sus raíces. Porque, como toda tradición, el Día de Muertos no se observa: se vive.
Descubre más desde USA Today
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

