Imagine trabajar en el hombro con un hombro con un robot, colaborativo. Un día, el robot se mueve lentamente, ligeramente. El segundo día da aceleradores y movimientos a las trompetas. ¿Este comportamiento nos daría confianza? ¿Sentiríamos un seguro igual en ambos casos? La forma en que estas máquinas se mueven cambiando la autoconfianza que nos inspira. Y esa confianza es cada vez más.
Interacción de personas -robots – bri) – y campo en expansión total. Un nuevo estudio experimental, realizado en la tarea de ensamblaje, indicó algo que podría parecer simple, pero es esencial: cómo se mueve el robot. Su velocidad, su aceleración y dibujo de sus caminos son clave para que las personas se sientan cómodas.
Por ejemplo, los robots colaborativos se utilizan en entornos industriales, como las manos robóticas, que compilan piezas con trabajadores humanos. Si estas manos se mueven de manera abrupta o impredecible, crean desconfianza y estrés, mientras que los movimientos suaves, controlados y coherentes ayudan a crear un ambiente de trabajo seguro y cómodo.
¿Porque? Porque no solo hablamos de la técnica. Hablamos de emociones. El movimiento del robot puede transmitir seguridad o desconfianza, como es el caso entre las personas.
Ni muy rápido ni lento
Durante el experimento, no solo cómo las personas trabajaban al lado del robot, sino también cómo se sienten. Los datos fisiológicos fueron recolectados por sensores (actividad cerebral, tipo de corazón y de piel), los cuestionarios sobre su experiencia fueron analizados y se dedicaron a sus reacciones: lo que dijeron … y lo que no dijeron.
El patrón era claro: cuando el robot se movió muy lentamente, la gente era desagradable. Algunos se dieron cuenta como “incómodos” o “malentendidos”. Pero si el colega mecánico se movió demasiado rápido, no le gustaba. La gente se sintió insegura sin poder predecir lo que sucedería.
La confianza fue construida en el lugar del medio. La cooperación solo funciona cuando los movimientos son naturales y predecibles.
La campana rápida en el
Para explicar esta conexión, sugerimos un concepto visual: “HRI Speed Bell”. Imagina la campana como las que dibujamos las matemáticas. El centro es la mejor experiencia: equilibrio en velocidad y velocidad de los robots. A medida que nos alejamos de ese centro, de acuerdo con velocidades muy altas o muy bajas, la experiencia está empeorando.
Este equilibrio, sin embargo, no es lo mismo para todos. Lo que la persona experimenta como una velocidad adecuada, otras pueden sentirse más o demasiado rápido. Por lo tanto, el desafío clave para la robótica del futuro es adaptarse a cada usuario.
Campana rápida en el hrya. Un autor disponible (no estoy usando) fuera de la técnica: Emociones de diseño
¿Por qué necesitamos robots para transferir la confianza? Es crucial que si las personas no se sienten seguras, no existe una cooperación efectiva. Hasta hace poco, la robótica es la velocidad y la precisión prioritaria. Pero ahora esas máquinas funcionan con personas, también es importante como se sienten.
Y resultó que la velocidad del robot afecta nuestras emociones. Esto nos hace controlar o fuera de control. Permite el pronóstico o la creación de ansiedad. Y todo afecta nuestra voluntad de cooperar o no.
Por otro lado, como si no todos fueran iguales, se propone la robótica afectiva para adaptar y ajustar el movimiento del robot a cada persona. Es crucial que el diseño no se pueda dejar solo en técnico: también debe mirar al hombre.
Hospi Path, un robot hecho por Panasonic para el suministro de material hospitalario. Panasonic frente al público
Hoy los robots como hospitales ya están teniendo atención. También los encontramos en hoteles, donde ayudan a recibir o en el transporte de equipaje. Por ejemplo, Pepper, uno de los androides más famosos, está diseñado para comunicarse con las personas, ver pacientes nerviosos o ancianos. Aunque ya no se fabrica, su diseño ha establecido las bases para lo que conocemos hoy como robótica afectiva.
El segundo caso es que Hospi, que transporta medicamentos dentro de los hospitales y permite al personal pagar más tiempo para cuidar a los pacientes. Estos robots no solo ahorran tiempo: ayudan a reducir el estrés de los trabajadores y a mejorar la experiencia de quienes los rodean. Algunos adaptan su comportamiento de acuerdo con las reacciones humanas, aunque el ajuste sigue siendo limitado.
El robot de Bibero, que creó SoftBand, se introdujo en Japón en 2014. Años y se detuvo a 2021. Años. Wikimedia Commons., CC
La historia de la robótica está marcada por la eficiencia y el control. Pero a medida que los robots dejan jaulas y comparten espacio con las personas, la naturaleza de los desafíos se transforma. Ya no lo hacemos, solo por ser eficientes, sino para crear confianza, en cada interacción, en cada gesto.
Si queremos la posible coexistencia entre personas y robots, no es suficiente mejorar el código. Tienes que mirar fuera del rendimiento y comenzar a preguntarnos: ¿cómo se mueve este robot? ¿Qué sensaciones causan quién nota? ¿Quién guía la relación? La respuesta está en detalle. Porque es, en la mayoría de los días, donde decidimos si realmente queremos compartir el espacio y confiar la tecnología del mañana.
Descubre más desde USA Today
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.