Profesores con pañuelos palestinos en clases en Alcorcón (Madrid) o con lazos amarillos en Cataluña, colegios que animan a sus alumnos a hacer huelga contra la ley de educación o les animan a participar en marchas contra ella… ¿Es educativo? ¿O es adoctrinamiento?
Educación significa un esfuerzo por mostrar el máximo desarrollo integral de cada persona. Esto incluye la capacidad de pensar críticamente sobre los problemas sociales y políticos que nos rodean. Adoctrinar, por el contrario, significa imponer sobre estos problemas una visión concreta, la que tiene el docente o el centro. Esta diferencia, que parece muy espesa, a veces puede resultar muy fina.
Los estudiantes viven una realidad que, como los adultos, los interpela: los invita y exige tomar posiciones e incluso decisiones políticas de activismo social (guerras en Ucrania, Gaza y muchas otras, radicalización de posiciones sobre temas muy sensibles como la eutanasia, el aborto, la violencia de género, la transexualidad…).
¿Qué hacer si quieren expresar sus opiniones políticas dentro del centro? ¿Hasta qué punto debería el centro fomentar opiniones políticas concretas?
¿Qué dice la ley?
La recomendación del Consejo de la Unión Europea sugiere aprender competencias que vayan más allá del mero conocimiento y deben incluir habilidades y, muy importante, actitudes. Esto incluye el pensamiento crítico como componente esencial: es necesario evaluar información, tomar decisiones informadas y resolver problemas de forma independiente; comprender los sistemas sociales, políticos y económicos actuales y participar activamente en la sociedad; utilizar la tecnología digital de manera crítica e identificar oportunidades, evaluar riesgos y tomar decisiones innovadoras.
Pensamiento crítico y libertad de enseñanza.
Esta legislación se aplica a todos los planes de estudio de los países de la Unión Europea. Por ejemplo, la legislación española incluye el pensamiento crítico como parte de su enfoque educativo, fomentando su desarrollo desde las primeras etapas escolares. Los docentes deben estimular el análisis, la argumentación, el debate y la reflexión en todos los ámbitos.
La libertad de educación (por un lado, la creación de centros educativos conforme a principios democráticos, y por otro, la garantía a los padres de que pueden elegir la educación para sus hijos de acuerdo con sus convicciones religiosas, filosóficas o pedagógicas) está garantizada tanto en los tratados de la Unión Europea como en las democracias occidentales de nuestro entorno, cuyas constituciones así lo reflejan.
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Por supuesto, la Constitución de España no es una excepción (Artículo 27) y, además, nuestros centros tienen la capacidad de establecer un proyecto educativo del centro que establezca los valores, propósitos y principios que guíen su actuación dentro de su realidad contextual. Legislativamente, la autonomía de los centros educativos viene establecida por los Reales Decretos que determinan el currículo de educación básica en cada comunidad autónoma.
De la libertad al adoctrinamiento
Sin embargo, ni el fomento del pensamiento crítico ni la libertad de enseñar son excusa para que los centros (desde sus estructuras de propiedad o sus equipos directivos, ni desde su profesorado) practiquen el adoctrinamiento. Todo lo contrario: fomentar el pensamiento crítico es la mejor defensa contra el adoctrinamiento, y la libertad de educación es clave para la pluralidad social.
Entonces, ¿cómo podemos definir esa delgada línea? Existe un texto clásico de los años 80, de José Manuel Esteve: “El concepto de educación y su entramado nomológico” (publicado en el libro Teoría de la Educación. I, coordinado por JL Castillejo). Su autor propone la aplicación de tres criterios: uso, forma y contenido. A ellos podríamos agregar esos significados y objetos. La siguiente tabla puede comparar estos criterios para distinguir entre los dos términos:
Tabla con criterios para distinguir cuando alguien está educado en el pensamiento crítico y cuando alguien está adoctrinado, basado en el artículo de JM Esteve “El concepto de educación y su red nomológica”. Desarrollo propio.
Para dar un ejemplo, la educación sería la enseñanza del hecho histórico mediante la presentación de hechos (verdaderos) – basados en fuentes confiables y diferentes – y sus diferentes interpretaciones – según diferentes actores de esos hechos -, promoviendo el propio juicio interpretativo sobre el análisis crítico de las fuentes; mientras que adoctrinamiento sería enseñar ese hecho histórico desde una perspectiva única, presentándolo como una interpretación auténtica y excluyente y descalificando cualquier otra posible interpretación.
Descubre el adoctrinamiento
Llegados a este punto, podemos concluir que la práctica de adoctrinamiento en el centro se revela en los siguientes casos:
1) Imposición ideológica o política:
Los estudiantes son obligados o presionados a participar en manifestaciones o actividades políticas.
El activismo obligatorio se promueve como parte del plan de estudios.
Se requiere el cumplimiento de determinadas razones sin posibilidad de desacuerdo.
2) Falta de pluralidad y pensamiento crítico
Se presenta una visión única de los hechos, dejando de lado o descalificando otras perspectivas.
El inconformismo es ridiculizado, estigmatizado o castigado.
No se fomenta el debate ni el cuestionamiento.
Sólo la ideología del profesor se considera “correcta”.
3) Manipulación de contenido
Los hechos históricos o científicos se distorsionan para ajustarse a la narrativa.
Se omiten datos relevantes.
Se utilizan materiales didácticos sesgados o propagandísticos.
4) Evaluación ideológica
Las calificaciones dependen de la repetición de ideas impuestas, no del razonamiento.
La obediencia ideológica se recompensa más que la argumentación.
5) Confusión entre opinión y ciencia
6) Lenguaje y trato discriminatorio
Se utiliza un lenguaje cargado ideológicamente.
Se utilizan términos despectivos contra determinados grupos, ideas o personajes históricos.
¿Qué podemos hacer si sospechamos de adoctrinamiento?
Cuando el adoctrinamiento aparece en una acción escolar, todos debemos estar alerta; En particular, las familias implicadas deben ser conscientes de que estas prácticas no son propias de una escuela con potencial educativo real.
Y frente a ello se pueden asumir actitudes proactivas que se conviertan en acciones concretas:
Primero, consulte con otras familias y compare esa percepción para confirmarla o rechazarla.
También contrastar el currículum que se imparte (ver el Proyecto Educativo del Centro y valorar su grado de adecuación, consultar los libros de texto) y, en particular, si las metodologías y métodos de evaluación utilizados parten de estos supuestos.
Si se consideran prácticas de adoctrinamiento, plantear (con toda sensibilidad) inquietudes a la asociación de familiares, equipo directivo y docentes del centro para abrir un debate respetuoso y pluralista sobre la situación.
Llevarlo al Consejo Escolar del centro, para abrir un debate libre y plural sobre esta cuestión en el espacio representativo del centro más legitimado y entre cuyas funciones está aprobar su proyecto educativo.
Y, lo más importante, fomentan el pensamiento crítico en casa, fomentando el diálogo familiar con los menores sobre lo que están aprendiendo y cómo modula su percepción de los problemas sociales emergentes, animándoles a comparar información, pensar críticamente y argumentar sus ideas.
En el ámbito público, la escuela es hoy la institución educativa con mayor potencial. En toda la historia de la especie, nunca antes había jugado un papel tan decisivo en la educación de los individuos, ya que es universalizado, es decir, obligatorio y gratuito durante la infancia y la adolescencia.
Por eso hay quienes lo definen como “el proyecto más exitoso de la historia”. Dada la enorme responsabilidad de su misión educativa, su acción no puede verse empañada por ningún adoctrinamiento.
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