Imaginemos a un estudiante de español, Carlos: desde primaria tiene cada año un tutor que le acompaña y le ayuda a resolver diversos conflictos en el aula. También resuelven juntos algunas situaciones emocionales complicadas para él.
Pero a medida que se acerca el final de la educación secundaria obligatoria y el momento de decidir su futuro, Carlos no ha podido explorar diferentes sectores laborales de forma individual con ninguno de sus tutores, ni evaluar sus habilidades profesionales ni explorar sus intereses profesionales.
En cuarto de la ESO, último curso de la educación obligatoria en España, Carlos puede elegir la asignatura Formación y orientación personal y profesional, pero al ser optativa no la elige porque le llaman más la atención otras asignaturas, como robótica o francés. De esta forma, es muy probable que Carlos llegue al final de su escolarización obligatoria sin haber tenido contacto con un orientador que le oriente en sus decisiones posteriores sobre los itinerarios académicos más óptimos para él o los de desarrollo profesional que mejor adapten sus capacidades a su contexto de trabajo social. Te toca decidir, pero te faltan instrucciones.
Descartando la carrera de letras porque le fue mal en lengua y en las asignaturas de literatura e historia, y tras optar por la tecnología en el instituto porque le decían en casa que tenía “más futuro”, Carlos acabó solicitando una plaza en informática. El primer año es un shock: la mayoría de las materias no son las que esperaba y, con malos resultados y muchas dudas, no sabe si cambiar de opción.
Elija un itinerario en Canadá
La situación de Juan es muy diferente. Vive en la región canadiense de Columbia Británica. Desde Educación Infantil hasta 9º (equivalente a tercero de la ESO) cursó la carrera de Formación Profesional (que podríamos traducir como “educación profesional”) de forma transversal y obligatoria. Después de eso, del grado 10 al 12, completó con éxito las áreas (también obligatorias y valiosas) Educación para la vida y la carrera y Conexiones de la vida y la carrera. Estos son cursos que desarrollan habilidades de planificación profesional y de vida, como el equilibrio entre la vida personal y laboral, la reducción del estrés, la educación financiera, la redacción de currículums y la capacidad de establecer redes profesionales y sociales.
Con el consejo de su mentor, concluyó su proyecto Capstone o proyecto final de su elección: diseñar y desarrollar un sitio web para una empresa local. El proyecto fue presentado a su mentor, un profesor de informática y un representante de la comunidad. John habló en la presentación sobre el impacto del proyecto en las pequeñas empresas. También presentó un informe final y actualizó su portafolio digital con la evaluación y recomendaciones de su proyecto. Una vez aprobado el Capstone, con su portafolio y sus referencias en mano, John solicitó una licenciatura en Diseño Interactivo.
Estas dos historias revelan una enorme diferencia entre los modelos de orientación: España limita esta orientación básicamente al apoyo tutorial y aparece sólo como optativa en el último año de la ESO, mientras que en Canadá la orientación se ofrece como un proceso progresivo y continuo a lo largo de la escolarización infantil y juvenil. John pudo pensar en la utilidad y el significado de lo que estaba aprendiendo mucho antes de enfrentarse a la decisión de qué carrera profesional tomar.
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Orientación académica en diferentes países.
En un mundo en constante cambio, hiperconectado y donde las posibilidades de elección se multiplican, elegir qué camino seguir después de la educación primaria se ha convertido en un desafío al que los diferentes sistemas educativos responden de maneras muy diferentes. Una buena orientación académica es crucial para el éxito del sistema educativo.
En nuestro estudio reciente, investigamos el papel del liderazgo académico en España y otros nueve países vecinos (Alemania, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Francia, Italia, Países Bajos, Portugal y el Reino Unido) con el objetivo de comprender en qué aspectos sus sistemas implementan mejor las recomendaciones internacionales y cómo se puede hacer mejor.
Los países con sistemas de orientación académica y vocacional más sólidos tienen mejores resultados en materia de empleo. Por ejemplo, en el caso de los titulados de Bachillerato o Educación Secundaria Profesional, España registra un 12,3% de desempleo, muy por encima de Alemania (2,8%), Países Bajos (3,3%), Reino Unido (5,4%) y otros países de nuestro estudio con un nivel educativo similar.
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Además, los países con modelos de liderazgo más integrados y personalizados, como Canadá, Finlandia, Francia y los Países Bajos, tienden a tener mejores resultados educativos en evaluaciones internacionales como PISA.
Curiosamente, los modelos de liderazgo más exitosos dependen no sólo del nivel de inversión (que en el caso de España es similar a la media de la OCDE), sino también de cómo se distribuye esa inversión en políticas de orientación más estructuradas y tempranas.
Modelos de liderazgo inspiradores
Los países estudiados combinan modelos de orientación que oscilan entre:
Más enfoques educativos, como el sistema portugués, que brinda apoyo a la orientación académica y vocacional a través de servicios de psicología y orientación (similar a España).
Enfoques más profesionales como los adoptados en el Reino Unido, que priorizan el vínculo entre la escuela y el entorno laboral a través del modelo de los Ocho Puntos de Referencia de Gatsby.
El modelo inglés fomenta la interacción fuera de la escuela secundaria, reuniones con empleadores y experiencias introductorias en un entorno laboral real (observación laboral). A este enfoque se suman países como Alemania, Dinamarca e Italia (con módulos de orientación de 30 horas), donde la orientación está más enfocada al mundo profesional.
Por su parte, Canadá, Finlandia, Francia y Países Bajos ofrecen modelos que combinan enfoques educativos y profesionales, dando como resultado sistemas de orientación más flexibles y personalizados.
En Finlandia, por ejemplo, los estudiantes reciben orientación personal, académica y profesional, que también tiene una conexión con la sociedad y la vida laboral. En el curso de educación básica (de 1° a 9° grado) realizan esta orientación como un contenido transversal. Además, en 7º, 8º y 9º curso se podrá realizar como asignatura independiente.
Participación de las familias
Otro elemento de comparación es la forma en que las familias participan en el asesoramiento. En el caso finlandés, con ellos se promueven actividades: reuniones informativas, ferias educativas o sesiones conjuntas de orientación que implican un alto grado de trabajo conjunto entre escuela y familia a la hora de construir un andamiaje para orientar a niños y jóvenes implicados en los procesos educativos.
El último elemento que compara el estudio es la evaluación sistemática de los procesos de orientación como elemento importante para su mejora. España y Portugal no cuentan con una evaluación nacional integral, ni instrumentos de seguimiento sistematizados, en comparación con el resto de países analizados.
Puntos clave de una buena orientación
La orientación académica debe abordar tanto el rendimiento académico como la orientación profesional y profesional, y acompañar al estudiante en la elección de itinerarios de educación superior.
En el caso de España, esto supondría añadirlo como un área o asignatura transversal y obligatoria desde educación infantil hasta la ESO media. A partir de ese momento podrá ser una asignatura específica obligatoria y de valor hasta finalizar el bachillerato, concluyendo con un proyecto real de proyección académica y profesional futura.
Además, cada centro podría desarrollar un plan de orientación con actividades, en colaboración con el alumnado, tutores o padres, así como con los protagonistas del tejido socioeconómico y laboral del contexto. También deberá supervisar el éxito de las decisiones de los estudiantes que ya hayan finalizado sus estudios en el centro.
Cada centro escolar debe proporcionar un espacio protagonista en el proyecto educativo y trabajarlo en el marco de las “competencias clave”, especialmente en las competencias personales, sociales y de aprendizaje para el aprendizaje. Sería muy recomendable establecer redes de centros que permitan el intercambio de experiencias de buenas prácticas. Y también, por supuesto, conectar más el centro con el entorno social en el que se ubica; por ejemplo, con proyectos de aprendizaje-servicio.
Estudios como este permiten reflexionar sobre una parte clave del sistema educativo, tan complejo en la sociedad moderna. Aunque no existen modelos de orientación perfectos, mejorar los aspectos que hemos enumerado sería un buen punto de partida para una orientación más eficaz.
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