Los primeros veinte años de 21. Century marcó la flexibilidad histórica: el mundo ya no se transforma lentamente, sino en una cascada. La emergencia climática, el colapso democrático, la migración masiva, los trastornos tecnológicos son síntomas de la “polacoidad” global, que “degradan significativamente las perspectivas de la humanidad, creando daños a aquellos que causarían la suma de aquellos que causarían y por separado”.
Esta red de crisis simultáneas y relacionadas requiere respuestas éticas e institucionales innovadoras, y la universidad no puede seguir siendo un actor pasivo o limitado a su función académica clásica. Como exploramos en un reciente libro geopolítico de educación superior, debe convertirse en un actor global con su propia voz y compromiso ético con el bien común.
Universidad como actor global
Ante las visiones tecnocráticas que reducen el valor de las universidades de eficiencia, productividad o empleabilidad, proponemos un término ambicioso: la universidad como un nodo de anticipación, discusiones y transformaciones sociales.
Dado que el actor global no es internacionalmente o compite en índices internacionales, sino para influir en las audiencias públicas más urgentes: justicia climática, capital digital, gestión de bienes conjuntos, inclusión y paz.
Casos que iluminan un nuevo camino
No es solo la aspiración teórica. Hay universidades en diferentes partes del mundo que ya actúan como verdaderos agentes del cambio global. La universidad del oeste de Sydney reconoció como la universidad más influyente del mundo debido a su contribución a los objetivos de desarrollo sostenible con el acceso que combina la inclusión social, la innovación local y la sostenibilidad ambiental.
En Croacia, la facultad de la facultad de Zagreb en Zagreb en Zagreb se convirtió en un antiguo vecindario industrial en soluciones ecológicas, que eran ciudadanía cocinada, estudiantes y oenega local. La Unión Europea está financiada, este laboratorio urbano ha desarrollado huertos en la comunidad, muros verdes y tecnología de acuapony, integrando el conocimiento científico y el conocimiento local.
Gestión universitaria con principios
En 2023. La ONU pidió que construya un “nuevo multilateralismo inclusivo y eficiente” que involucre a la sociedad civil en la sociedad civil en la gestión global. Esta llamada, recopilada en el futuro para el futuro, la comunidad académica se coloca como un actor clave en la creación de soluciones para la evidencia, la justicia y la cooperación.
Esto incluye revisar las formas de gestión, abrir el espacio de la participación real para estudiantes, investigadores y actores en el medio ambiente y armonizar la gestión institucional con los desafíos actuales de civilización. No es suficiente tener la sostenibilidad o el presidente del ODS: estas obligaciones son necesarias para integrar la estrategia central de la universidad.
Las universidades que tenemos, a las que necesitamos
Forma liderazgo ético, ciudadanía crítica, redes de cooperación del sur – sur y norte – sur, conocimiento dental, apuestas de apertura, estos son algunos de los desafíos que enfrentan las universidades si desean contribuir a la base.
La educación, la investigación y la transferencia de conocimiento no son actividades neutrales. Cualquier elección académica: qué explorar, para qué propósito, con lo que son los actores, lo que implica una postura ética. Por lo tanto, sugerimos que la ética para la acción universitaria excede la retórica: ética comprometida, abierta, responsable y alojada en el tiempo que tenemos que vivir.
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¿Estudiar y explorar qué?
Esta ética requiere reconocimiento de que el conocimiento no se completa en sí mismo, sino una herramienta para transformar la realidad. La universidad debe preguntar todo el tiempo: ¿Quién es ese conocimiento? ¿Qué efectos tiene tu aplicación? ¿Quién está apagado? La adopción de esta perspectiva implica la suposición de que el mérito académico debe complementarse con valores como la atención, la justicia cognitiva, el capital intergeneracional y la sostenibilidad.
La ética para la acción también obligan a revisar las formas en que también se produce y comparten el conocimiento. Las apuestas de ciencias abiertas, el acceso gratuito a los datos y las publicaciones, para las metodologías participativas y el reconocimiento del conocimiento de las comunidades tradicionales o vulnerables es una parte esencial de este compromiso. La excelencia científica no es suficiente; También se requiere relevancia social y sensibilidad moral.
Mejorar el mundo
La Universidad de la Ética es una que no se limita a describir el mundo, pero actúa activamente sobre la mejora. Es uno, mientras está formado para el empleo, también forma la vida en común, para el compromiso democrático y para la responsabilidad contra otro y el planeta.
En resumen, sugerimos que la universidad recupera su alma pública. Con sus 26,000 instituciones, 254 millones de estudiantes y 18 millones de maestros en todo el mundo tienen una fuerza transformal extraordinaria. Para activar el coraje institucional necesario, la visión ética y la voluntad política. Porque a pesar de que la universidad no solo puede salvar el mundo, no será posible una solución profunda sin él.
La universidad debe asumir que su papel no es solo capacitar a los profesionales o publicar documentos. Ayuda a construir futuros sostenibles.
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