La frase de nuestro título: “No le preguntes a la inteligencia artificial qué puede hacer por ti…”, además de parafrasear a Kennedy, apunta a una cuestión fundamental sobre el papel de la inteligencia artificial en la educación: entender cómo su uso nos ayuda y cómo nos perjudica. Hoy traigo nuevas perspectivas y sugerencias concretas, como siempre, para su uso en la enseñanza, tanto en la escuela secundaria como en la universidad.
La IA ha llegado al escenario educativo con la promesa de personalizar el aprendizaje, facilitando así el desempeño de los estudiantes más rezagados. Pero una investigación reciente de María Luisa Fanjul Fernández, Francisco José Pradana Pérez y Joaquín Pérez Martín de la Universidad Europea ha demostrado que esta tecnología no está cerrando la brecha entre “buenos” y “malos” estudiantes. Quienes ya tienen buenos hábitos de estudio son quienes consiguen profundizar en los contenidos, mejorar su comprensión y desarrollar nuevas habilidades gracias a la IA. Otros piensan principalmente en ahorrar tiempo: algunos para mejorar la productividad (aunque no lo notes), y otros simplemente para invertir menos esfuerzo.
“De esta manera, lejos de nivelar el campo de juego, esta herramienta puede ampliar la brecha educativa. Por ejemplo, vimos que entre los estudiantes con mayor rendimiento, el 72% afirma revisar o comparar siempre la información generada por la IA. Entre los de peor rendimiento, sólo el 28% lo hace”, advierten los autores.
La mente humana ama los atajos. Está en nuestro ADN. Que los estudiantes no prioricen aprender más y mejor es un problema de actitud y de objetivos. Aquellos que dependen demasiado de la IA, incluso si obtienen un título, no saldrán tan preparados. ¿Qué pasa en la escuela secundaria? La mente de los adolescentes está en pleno desarrollo y existen tareas escolares que contribuyen a este desarrollo cognitivo. ¿Qué debemos hacer para convencerles de que no merece la pena y mostrarles cómo pueden hacerlo bien? Por ejemplo: leer un libro y resumirlo. Esther Nieto Moreno de Diezmas, de la Universidad de Castilla-La Mancha, explica en su artículo qué efecto tiene esta tarea escolar en el cerebro desde un punto de vista cognitivo, pero también emocional y metacognitivo. Ahorrar tiempo es muy bueno cuando tenemos un plazo de entrega, pero, advierte este experto, “conviene detenerse a analizar exactamente en qué estamos ahorrando y cuáles son los compromisos”.
En ella coincide Jorge Chauca García, de la Universidad de Málaga, que ofrece ejemplos concretos de lo que se puede hacer con la inteligencia artificial en Historia de Secundaria y Bachillerato; y Luis Daniel Lozano Flores, de la Universidad de Guadalajara en México, quien insiste en esta idea: la tecnología potencia nuestras capacidades, pero para no reemplazarlas tenemos que ser estratégicos. Resumen: No se trata de lo que la IA puede hacer por nosotros, sino de lo que podemos hacer nosotros con ella.
Otros temas de interés de esta quincena tienen que ver con la diferencia entre enseñar y adoctrinar, estudiar una carrera o máster en otro idioma y cómo aumentar la confianza de las niñas en las matemáticas para cerrar la brecha de género en la disciplina. Espero que los disfrutes. Para los que vivís en Madrid (o para los que no, porque estará disponible en streaming), no quiero perder la oportunidad de animaros a asistir a nuestro encuentro en Espacio Telefónica con el experto en neuroeducación David Bueno. Hablaremos del bienestar digital de niños y adolescentes, el papel que puede o debe jugar la tecnología en el aprendizaje y cómo puede mejorar la enseñanza aplicando lo que sabemos sobre el desarrollo cognitivo de niños y adolescentes.
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