El empleo no consiste en una buena idea, incluso el coraje de tratar de comenzar. Después de cada decisión empresarial, existe una red compleja de procesamiento cerebral que activa regiones relacionadas con la intuición, el aprendizaje, la creatividad o la tolerancia al riesgo. Nuestra próxima investigación sobre este aspecto emocional del emprendimiento revela que no hay “instinto comercial”, sino que el cerebro puede entrenar.
Cuando se activa el cerebro mencionado anteriormente, podemos decir que incluimos “modo empresarial”. Para lograr esto en el caso de los estudiantes de diploma de una empresa, debemos comenzar actividades realmente significativas y motivadoras. Comprender cómo “el régimen empresarial” a nivel de neuronas puede transformar la forma en que educamos, lideramos e innovar.
Un regalo natural de manera emprendedora
Cuando pensamos en una persona empresarial, es común imaginar que alguien es valiente, creativo, con la iniciativa … alguien parece tener un “regalo natural” para identificar oportunidades y asume riesgos. Sin embargo, ¿qué pasaría si este “régimen empresarial” no fuera innato, sino un proceso cerebral que puede activarse, capacitar y mejorar la educación adecuada?
La neurociencia comienza a dar respuestas fascinantes a esta pregunta. Lejos de un simple impulso instintivo, la decisión de emprender está fuertemente influenciada por nuestras emociones, percepciones y creencias de sus propias habilidades. De hecho, la forma en que nuestro cerebro procesa la información emocional durante la actividad de entrenamiento puede distinguir entre el deseo de tomar … o no se atreve a dar un paso, incluso seguro en nuestras habilidades.
¿Qué sucede en el cerebro cuando pensamos en el esfuerzo?
Nuestro equipo de investigación analizó que las emociones han experimentado durante las actividades de capacitación empresarial afectan dos aspectos clave: la intención empresarial y la autolesión. Y lo hicimos combinando herramientas tradicionales (como cuestionarios basados en la teoría del comportamiento planificado) con métodos innovadores, como un análisis de expresiones faciales a través de redes neuronales artificiales.
Los resultados confirman la hipótesis que ya ha sugerido literatura científica: las emociones positivas, como la alegría, el interés o la esperanza, aumentan la percepción del control sobre la acción empresarial. Es decir, si una persona se siente bien durante la actividad formativa, es más probable que crea que es capaz de tomar. Esta percepción, a su vez, se traduce en una intención más amplia de hacerlo y, lo cual es más interesante, en una mejor manera propia sobre su capacidad para encontrar un trabajo.
Tomado con la cabeza … pero en primer lugar con un corazón
La clave es la forma en que la información emocional y cognitiva se integra en nuestro cerebro. Según la teoría psicológica del comportamiento planificado, que la persona toma una decisión (cómo tomar) tres factores deben ser armonizados: su actitud personal hacia este comportamiento, el impacto del medio ambiente y, sobre todo, la percepción que puede hacer. Esta última variable, conocida como control de comportamiento observado, ha demostrado ser particularmente sensible a las emociones.
En contextos educativos, si las actividades están diseñadas para ser emocionalmente significativas, motivadoras, participativas, creativas, las influencias van más allá del conocimiento. Alentamos las conexiones neuronales que aumentan la confianza, la motivación y la toma de decisiones en entornos inseguros. En otras palabras: el cerebro entra en el régimen empresarial.
¿Qué pasaría si el aula fuera un laboratorio para las emociones?
Los datos que obtuvimos en nuestra Facultad de Marketing y Gestión revelan que, después de participar en dinámicas como Ideathones (eventos colaborativos e intensivos en los que los estudiantes se reúnen para generar ideas innovadoras y creativas que resuelven un desafío específico en un tiempo limitado) o en casos de éxito contados por emprendedores reales por empresarios reales, hubo un aumento significativo tanto en su aumento como en su intención de emprender y en su intención de emprender y en su intención en su intención. dominante
La tecnología de neurociencia patentó el neuromarketing, el socio del proyecto, que combinó el límite con más de 2,000 sensores que reconocen la actividad emocional y una plataforma de inteligencia artificial que identifica las emociones de las expresiones faciales identificadas.
Esto indica el cambio del paradigma en la educación empresarial. Ya no es suficiente para enseñar teoría o simular el plan de negocios: es esencial provocar emociones. Dado que estas emociones no solo activan el cerebro, sino que también dejan una calificación permanente en la forma en que los estudiantes se perciben a sí mismos y a su futuro.
¿Puede conducir el cerebro emprendedor?
Una de las grandes contribuciones de la neurociencia en el estudio del emprendimiento es la comprensión de la neuroplasticidad: el cerebro cambia, adapta y aprende. Si entendemos cómo ciertas áreas del cerebro se asocian con la creatividad, la persistencia o el riesgo, podemos diseñar programas educativos más eficientes.
У с regalo где поред тиxim. иновативниusa резолцијояidamente иновати adaptoso пробetroor и resolución innovadora de problemas y problemas innovadores y resolución innovadora de problemas y resolución innovadora de problemas y resolución innovadora de problemas se realizan con resolución creativa de investigación y resolución innovadora de problemas y problemas innovadores y problemas innovadores y problemas innovadores.
Además, la inclusión de tecnologías como la inteligencia artificial emocional le permite medir que los tipos de estímulos generan reacciones positivas. Esto no solo mejora la evaluación de los programas educativos, sino que también abrió la nueva puerta de la innovación pedagógica.
Nuestra investigación es evidencia de algo que intuimos: el esfuerzo no es solo una cuestión de ideas o coraje, sino también emoción. Emociones que se despiertan, procesan y están asociadas con decisiones futuras. Emociones que activan el “régimen empresarial”.
Si queremos alentar el espíritu empresarial entre los jóvenes, debemos dejar de pensar solo en habilidades técnicas o conocimientos. Necesitamos incluir más enfoques humanos y emocionales.
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