Lucía es una niña de 7 años que su maestra se queja porque siempre es muy grosera. Él pregunta sobre lo que acaba de decir y ve su aspecto perdido, lleva tiempo responder. En casa, los comentarios familiares a veces la confianza en sí mismo y una nota un poco no observada. Están preocupados porque ven que su efecto académico disminuyó y no saben si tienen problemas con el déficit de atención.
Aunque Lucía parece ser atendida, a veces se hace obvio perderse en lo que está sucediendo, como si se quedara en sus propios pensamientos. Cuando los padres o su maestra preguntan, una niña no sabe cómo explicarle lo que le sucede: “No me pasa nada, me perdí”.
Cuando pensamos en la epilepsia, me viene a la mente una imagen típica de una persona que acostada en el suelo, con un cuerpo sólido y convulsiones. Sin embargo, esto es solo una especie de crisis epiléptica (llamada “tónica-clónica”). Lucía, que también es epiléptica, se llaman “crisis de ausencia”. En este caso, el componente principal no es un motor, sino esta conciencia temporal de la conciencia, esta exclusión que no afecta al resto del cuerpo. La persona parece mirar el vacío.
La ausencia de la crisis, anteriormente conocida como Petit Bad, son cortos de episodios de pérdida de conciencia que generalmente se manifiestan en la infancia. Aunque mucho tiempo se consideró benigno, las investigaciones han descubierto que pueden tener implicaciones significativas en el desarrollo cognitivo, lingüístico y emocional de quienes los sufren.
No solo implican que el apagado ambiental también puede causar un movimiento sutil de los párpados y bocas, los caledes “automáticos orales”. La presencia de estos signos ayudó en el diagnóstico lucical.
En cualquier caso, los episodios son de corta duración (entre 8 y 10 segundos) y pueden repetirse durante el día, a veces hasta más de 100 veces. Este tipo de crisis generalmente aparece en los epileptos de los niños entre 4 y 10 años.
Desafío diagnóstico
Los niños con la ausencia de crisis no tienen una falla visible en su cerebro, aunque tienen un patrón de neuronas de neuronas diferentes de lo normal durante la crisis.
El diagnóstico de epilos de ausencia puede ser un desafío. Muchas veces los padres y los maestros piensan que el niño simplemente obstaculizó o tiene problemas con la atención. Sin embargo, el elegencefalograma (EEG) revela un patrón inconfundible que hace que sea más fácil descubrir esta enfermedad.
Aunque las características de las crisis ausentes son bastante similares en los pacientes, existen síndromes específicos y diferenciados. Los dos más importantes son la epilepsia de la ausencia de los niños y los jóvenes. La principal diferencia es a la edad de la apariencia: el primero generalmente comienza entre 6 y 7, mientras que el segundo tiene su pico inicial alrededor de las 12.
La epilepsia de los hijos de ausencia se considera el síndrome epiléptico pediátrico más común: representa entre el 10 y el 17% de los casos de epilepsia en niños. Además, afecta a las niñas más que a los niños. En general, los afectados están reaccionando bien para tratar la medicación, y aproximadamente más de tres cuartos alcanzan la remisión completa.
En cuanto a la epilepsia, la ausencia de jóvenes está ausente durante una duración más larga, pero con una influencia ligeramente menor en la conciencia. Sin embargo, en estos pacientes se encuentra la aparición habitual de las crisis tonales-clónicas, reportada en casi la mitad de los casos. Además, la probabilidad de que los síntomas de la epilitis juvenil aún existieran para una buena edad más alta que en el caso de los niños.
No debe confundirse con el TDAH
Es esencial distinguir entre otros cambios no epolépticos, como el trastorno por déficit de atención (TDAH), porque necesitan un manejo diferente.
Como sucedió en el héroe principal de este artículo, las manifestaciones de ambos trastornos pueden confundirse, lo que retrasa el diagnóstico. Por otro lado, es muy común que la epilepsia sea la ausencia de niños y jóvenes asociadas con trastornos de aprendizaje y síntomas de descuido, hiperactividad e impulsividad.
Además, es más probable que diagnostican depresión o ansiedad en pacientes con la crisis de ausencia. Esto quizás se deba a que se cambian los mismos sistemas de neurotransmisión, tanto en ausencia como en crisis para la depresión.
Por otro lado, las actividades cotidianas como conducir o nadar pueden convertirse en un riesgo si no hay una supervisión adecuada. Por lo tanto, los expertos insisten en la necesidad de informar a las familias, maestros y niños sobre cuáles son estas crisis y cómo lidiar con ellas.
La importancia del estigma de combate
Finalmente, y fuera de la parte médica, es importante discutir la influencia cognitiva, emocional y social. El niño que sufre varias crisis al día puede tener problemas con el rendimiento académico, la dificultad después de un replanteamiento de la clase y, en algunos casos, desarrollar ansiedad y baja entrega.
Estos problemas afectan el estigma asociado con la epilepsia, con falsas creencias que causan el aislamiento de estos niños.
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