Desafío de mantener nuestro consumo ético de alimentos electorales cuando viajamos

Periodista ANASTACIO ALEGRIA
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Consumir productos locales, evitar alimentos ultra cambiados o encontrar opciones veganas no siempre es fácil, especialmente fuera de casa. En nuestro entorno habitual sabemos qué comprar, dónde y por qué. Pero el pasajero rompió esa rutina. Nos enfrentamos a menús que no entendemos, cartas sin opciones éticas o lugares en los que el consumo o el pensamiento es responsable.

La investigación reciente trata de este problema. En el estudio, analizamos los hábitos de aquellos que intentan continuar comiendo éticamente mientras viajaban. Defensores vegetarianos, veganos, flexibles, de comercio justo y activistas de bienestar animal. La conclusión fue clara: el viaje es un juicio sobre la prueba, pero también los transforma.

Comida callejera para comida en Hanoi, Vietnam. Hong Kuang Office / Pekels, CC BI-SA Eats and Eats and Politics

La comida es una decisión personal, pero también política. Muchas personas eligen qué comer según los criterios de protección del medio ambiente, sociales o animales. Este tipo de activismo, conocido como “consumo político” o “política política” en inglés, se expresa en lo que apoyamos, rechazamos o dejamos de comprar.

Cuando no hay opciones éticas visibles, Instagram y Tiktok se están convirtiendo en herramientas clave. Estas redes sociales no solo se usan para mostrar apetición alimentaria. También se utilizan para indicar buenas prácticas, cancelar influencias negativas y recomendar empresas enviadas.

Además, permiten la conexión con las comunidades relacionadas y la obtención de información útil. Las redes también hacen solicitudes que, de lo contrario, se ocultan.

Podemos encontrar algunos ejemplos de estas prácticas en otro estudio reciente. El documento analiza iniciativas que dirigen mujeres que promueven el consumo ético y la soberanía de los alimentos en ciudades y entornos rurales.

Los dos proyectos más destacados son hacia la naturaleza y conectan la barra y la tierra. El primero se esfuerza por demostrar que otra vida es posible en línea con la naturaleza: esto significa viajes lentos y alojamiento y alimentos que se respetan en el medio ambiente. El segundo proyecto combina activismo, educación y ciclismo para hacer experiencias agroecológicas y feministas visibles en las zonas rurales en las zonas rurales. Además, conectar la barra y el país junto con una brújula intercultural transmite todos estos problemas a través de la mención rural, lo que demuestra que es posible con la planificación y la flexibilidad. Proponen una carretera de ciclismo de 12 días con 20 jóvenes menores de 30 años en iniciativas rurales en armonizado con sostenibilidad. Durante este viaje, también pagan la acción para incluir menús, con productos locales, saludables y sostenibles. Todo esto se hace reduciendo contenedores individuales y busca cómo administrar los desechos generados, por el favorito del círculo.

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Cómo mantener nuestro principio fuera de casa

La buena noticia es que, con un poco de esfuerzo y planificación, es posible comer desde casa sin renunciar a nuestros principios éticos.

En este sentido, una de las primeras decisiones importantes cuando se viaja es elegir bien el destino. Muchas personas buscan lugares donde sea más fácil encontrar restaurantes veganos, mercados locales o alojamiento de cocina. Antes de ir, también es útil explorar redes sociales como Instagram o Tiktok para buscar recomendaciones o opciones de viaje que cumplan ciertos criterios éticos.

La cocción es una opción frecuente: ofrece más control sobre los ingredientes y nos impide comer cuando no hay alternativas adecuadas. También podemos recurrir a la compra directamente en mercados locales, tiendas cooperativas o pequeñas que se dedican a la soberanía alimentaria y las prácticas prácticas más justas. Además, algunas personas llevan sus propios cubiertos, bolsas reutilizables o botellas para evitar desechos innecesarios.

En los estudios mencionados anteriormente, se proponen una serie de estrategias:

Si viaja a un país extranjero, cree una lista de palabras clave en idioma local relacionados con sus limitaciones o principios (por ejemplo: “producto local”, “orgánico”, “sin explotación de animales”). Puede manejarlos para encontrar o usar aplicaciones para una traducción rápida.

Tome carpas éticas o productos básicos que lo ayuden en el momento en que no encuentra alternativas (nueces, tiras caseras, infusiones, etc.).

Evite el consumo por inercia o practicidad. Si el sitio no cumple con sus valores, busque otra opción o reduzca el consumo en ese momento. A veces, la mejor decisión es simplemente esperar.

Pregunte al personal del restaurante sobre el origen de la comida o las condiciones de trabajo, incluso si implica la molestia o la ruptura de la dinámica turística convencional.

Busque alojamiento que incluya criterios éticos y ambientales, como el uso de energía renovable, cocinas disponibles o cooperación con fabricantes locales.

Aproveche el viaje para aprender: Participe en talleres de cocina locales sostenibles, visite granjas ambientales o proyectos agroecológicos famosos en el área.

Use las redes sociales para mejorar su experiencia, cómo ser iniciativas comprometidas visibles e indicar prácticas problemáticas.

Un viaje con conciencia ética no significa que existan todas las respuestas o que se comporten perfectamente. Pero eso implica hacer preguntas, tener sentido al significado y la aceptación de que cada opción, sin importar cuán pequeña, parte de la transformación colectiva.


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