El lado oscuro de la Navidad: ¿por qué aumentan las tensiones en estas fechas?

REDACCION USA TODAY ESPAÑOL
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Cada diciembre regresa a nuestras pantallas el Grinch, ese personaje verde y gruñón congelado en su montaña. Observe desde lejos cómo el resto del mundo se deja llevar por las luces, los villancicos y el entusiasmo colectivo. Nos recuerda que la Navidad no evoca las mismas emociones en todas las personas. Y que bajo la superficie de la época idealizada que se nos presenta como luminosa, también aparecen tensiones, disgustos y comportamientos poco amables.

Aunque pueda resultar sorprendente, existen investigaciones que han intentado captar el “espíritu navideño”. Un estudio de neuroimagen identificó un patrón específico de activación cerebral cuando las personas que celebran estas fiestas ven imágenes navideñas, en comparación con quienes no las ven. Estas reacciones estaban asociadas a emociones placenteras y al sentimiento de ser parte de algo. Esto sugiere que la Navidad puede crear diferentes estados emocionales.

Narcisismo y maquiavelismo para cenar

La investigación sobre la tríada oscura (psicopatía subclínica, narcisismo y maquiavelismo) muestra que estos rasgos no necesariamente describen a personas violentas, sino a aquellas que procesan la empatía y las relaciones sociales de manera diferente.

La psicopatía subclínica se asocia con menos empatía y lo que se llama “apatía prosocial”: una falta de interés en ayudar cuando el esfuerzo no da resultados; el narcisismo, con la búsqueda de estatus; y el maquiavelismo, con el uso instrumental de otros.

La Navidad puede reforzar estas diferencias. Mientras que muchas personas ven las vacaciones de Navidad como un impulso de generosidad, otras las ven como un guión social al que se adhieren más por obligación que por convicción. Esto no quiere decir que estas personas se porten mal. Quienes reúnan las características antes mencionadas podrán cooperar cuando la situación ofrezca ventajas en términos de imagen, reciprocidad futura o acceso a recursos.

Dar para obtener reconocimiento social

Diciembre se convirtió en un escenario público con cenas de empresa, reuniones familiares, donaciones e intercambios de regalos. Aquí es donde los rasgos narcisistas pueden resultar particularmente evidentes. El modelo de admiración-rivalidad distingue entre dos formas de narcisismo: una más expansiva, carismática y orientada al reconocimiento (admiración) y otra más defensiva, competitiva y hostil (rivalidad). En un contexto como el navideño, la admiración puede fomentar gestos generosos cuando hay reconocimiento social, mientras que la rivalidad puede derivar en frialdad, distancia o conflicto en las reuniones familiares.

En algunos casos, las tensiones navideñas no surgen del entorno, sino de pequeñas maniobras destinadas a recuperar importancia: dramatizar el conflicto, llegar tarde deliberadamente, provocar discusiones o utilizar el silencio como forma de castigo.

No siempre se busca el favor; a veces se busca influencia. Esta idea encaja con trabajos que vinculan algunas formas de narcisismo con la necesidad de reafirmar la propia relevancia cuando la atención se centra en los demás.

Los regalos son otro de los elementos más reveladores para entender el lado psicológico de la Navidad. No todos expresan lo mismo, ni nacen con la misma intención. Un estudio sobre el narcisismo y los obsequios en parejas románticas encontró que las personas con rasgos más narcisistas tienden a dar obsequios que sirven para fortalecer la relación y señalar estatus o poder. Investigaciones posteriores señalaron que la admiración se asocia con una mayor tendencia a hacer regalos (especialmente cuando sirven para reforzar una imagen positiva de la persona). La rivalidad, por otro lado, se asocia con una menor disposición a dar obsequios y un menor interés genuino en hacerlos.

Caridad mal entendida

Algo similar ocurre con las donaciones solidarias. Investigaciones recientes sobre la Tétrada Oscura (que añade sadismo a la tríada clásica) han demostrado que las personas con puntuaciones más altas en este conjunto de rasgos tienden a priorizar el interés propio y valorar el reconocimiento público más que a sí mismos, también en el ámbito caritativo.

Además, la Navidad puede intensificar la dinámica familiar. En algunos hogares, los patrones se refuerzan en formas complejas de relacionarse, como la necesidad de atención, el sentimiento de exclusión o la búsqueda de control sobre los demás. En estos contextos, algunas personas reaccionan mal ante la alegría de los demás, convirtiendo los planes en motivo de conflicto o convirtiendo momentos de celebración (como abrir regalos) en pequeños espectáculos de tensión.

Por eso la Navidad es, en el fondo, un refuerzo emocional. No nos hace mejores ni peores, sino más visibles. Quién es cálido refuerza y ​​quién es estratégico. Quienes se sienten vulnerables pueden vivir estas fechas con distanciamiento; Quienes buscan reconocimiento lo encuentran en los rituales sociales. Aceptar esta diversidad emocional no sólo hace que vivir con nuestros Grinches sea más fácil: también nos recuerda que la bondad (la bondad real) no es forzada ni programada.


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