Si alguna vez te has parado a pensar por qué padecemos determinadas enfermedades, especialmente aquellas relacionadas con la salud mental, te habrán venido a la cabeza factores como la genética, las experiencias personales o el consumo de determinadas sustancias.
Pero ¿y si el lugar donde vivimos también jugara un papel clave? Nos referimos al barrio, la calle, la zona de la ciudad en la que vivimos y que está, por supuesto, muy condicionada por factores socioeconómicos.
Una de las patologías mentales más influyentes son los primeros episodios psicóticos. Se trata de alucinaciones, delirios, conductas desorganizadas e incluso ideas suicidas asociadas a la ansiedad que suele manifestarse entre el final de la adolescencia y los 30 años y afecta a todos los ámbitos de la vida. Por tanto, su detección precoz implicaría frenar las consecuencias sobre el futuro laboral, formativo y, en definitiva, el proyecto de vida del afectado.
Mapeando la salud mental de la ciudad
Un grupo de investigadores se hizo la siguiente pregunta: ¿puede la dirección de nuestro domicilio determinar si tenemos, por ejemplo, un primer episodio psicótico? Para averiguarlo analizamos 106 casos de pacientes que lo sufrieron entre 2016 y 2022 en la ciudad de Albacete. Todos los casos fueron recolectados a través de un programa especializado en el Hospital Perpetuo Socoro de esta ciudad.
Primero fueron ubicados en un mapa y comparados con 383 controles aleatorios. Dichos controles permiten, entre otras cosas, determinar zonas con mayor densidad de población y filtrar ese efecto sobre el número de episodios psicóticos: si no hiciéramos esto, tendríamos más casos donde viviría más gente y no podríamos determinar si el factor que queríamos estudiar era el culpable o no. Esta metodología nos permitió identificar áreas donde el riesgo real era significativamente mayor.
El análisis no se centró sólo en la ubicación geográfica del domicilio del paciente, sino que también tuvo en cuenta otros factores de riesgo individuales ya conocidos, como el consumo de sustancias. Pero lo nuevo aquí fue un análisis de cómo los factores socioeconómicos y geográficos pueden contribuir a la aparición de un primer episodio psicótico.
Desigualdades económicas y género
Los resultados revelaron que las áreas de menores ingresos tenían tasas de incidencia significativamente más altas de ese primer episodio. Esto muestra que las desigualdades económicas, lejos de ser un factor aislado, tienen un impacto significativo en la susceptibilidad a sufrir trastornos mentales graves, exacerbando las brechas ya existentes en salud mental.
Además, las mujeres de estas zonas se han convertido en un grupo particularmente vulnerable, no sólo debido a las dificultades económicas, sino también porque enfrentan una confluencia de factores que agravan su situación.
Este escenario resalta la urgente necesidad de diseñar e implementar enfoques de intervención que sean profundamente sensibles al sexo, reconociendo las diversas realidades que enfrenta la población femenina. Abordar esta vulnerabilidad con estrategias específicas es clave para romper el ciclo de desigualdad y garantizar una atención de salud mental más justa y eficaz, con especial atención a las zonas más vulnerables de la ciudad.
La precisión espacial como herramienta de salud pública
El uso de herramientas estadísticas espaciales permitió ajustar los datos según la densidad de población, garantizando que los resultados reflejaran riesgos reales en lugar de simples concentraciones de población. Esto permite dirigir recursos a las zonas más vulnerables con intervenciones específicas, como programas de detección temprana o mejorar el acceso a los servicios de salud mental.
Por otro lado, la integración de herramientas como la cartografía catastral en estudios futuros podría proporcionar un nivel sin precedentes de precisión en el análisis espacial. El mapeo catastral, con su capacidad de proporcionar datos detallados sobre el uso de la tierra, la densidad y las características de la construcción, la distribución de recursos y las características demográficas, proporciona una base sólida para identificar con precisión las áreas de mayor riesgo. Este enfoque representa un cambio de paradigma, proporcionando evidencia relevante sobre la importancia de considerar el medio ambiente como un elemento clave de la salud mental.
Hacia un modelo inclusivo y sostenible
Nuestro estudio no solo representa un progreso académico, sino que también puede proporcionar una hoja de ruta para crear políticas públicas más equitativas y centradas en las necesidades reales de las comunidades. Al conectar los puntos entre la salud mental, las desigualdades económicas y la planificación urbana, se destaca el papel fundamental del medio ambiente en la prevención y el tratamiento de los trastornos psicóticos.
Porque, como muestra este trabajo, importa dónde vivimos, pero también quiénes somos y las desigualdades que enfrentamos. Abordar estas disparidades estructurales no es sólo una cuestión de justicia, sino también una necesidad para construir un futuro más sano, más justo y más sostenible.
La prevención de trastornos como los primeros episodios psicóticos no debe verse como una tarea individual, sino como un esfuerzo colectivo que coloca a las mujeres y a las comunidades más vulnerables en el centro de las estrategias de salud pública.
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