En los últimos años, las tierras raras se han convertido en el foco de una renovada competencia entre las principales potencias del mundo. Estos materiales son cruciales para la producción de todo tipo de productos, desde armas hasta productos médicos, pasando por hardware de inteligencia artificial y automóviles.
En este nuevo panorama, Estados Unidos y Europa están en desventaja, ya que China controla hasta el 90% del comercio mundial de tierras raras. Esto se debe principalmente a que ha promovido de manera silenciosa pero continua la extracción y refinación de estas materias primas durante décadas.
Ya en la década de 1950, China comenzó a explotar el depósito de Bayan Obo en Mongolia Interior, que ahora es la mina de tierras raras más grande del mundo. En la década de 1990, había aumentado significativamente sus inversiones hasta convertirse en líder mundial en fabricación y procesamiento. Hoy en día, la República Popular China extrae estas materias primas tanto dentro de sus fronteras como en otros países, especialmente en África, aunque gran parte del procesamiento todavía se realiza en la propia China.
Esto significa que China ya contaba con una extensa red para la extracción y purificación de estos productos, cuando el constante impulso de las energías renovables y los sistemas de inteligencia artificial de alta potencia provocaron un aumento de la demanda de tierras raras.
En el otro extremo del espectro, Europa va a la zaga tanto de Estados Unidos como de la República Popular China en la producción de tierras raras. Sin embargo, necesita estos materiales críticos y tierras raras para producir productos de alta tecnología, como productos farmacéuticos y automóviles eléctricos, y los importa de China (entre el 40% y el 100%, según la fuente y las materias primas involucradas).
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Aranceles e interferencia estatal
Durante el año pasado, la guerra arancelaria a tres bandas lanzada por la administración Trump (en la que participan Estados Unidos, la UE y China) ha puesto de relieve la vulnerabilidad de la UE, que necesita urgentemente mantener el suministro de estos materiales a precios razonables. China, por su parte, es muy consciente de su ventaja económica, geopolítica y estratégica y está decidida a no perderla.
Beijing está claramente dispuesto a hacer todo lo posible para proteger su monopolio. En abril de 2025, China introdujo restricciones drásticas a sus exportaciones de estos materiales. Esto dominó gran parte de la discusión en la cumbre UE-China de julio, donde se alcanzó un acuerdo tentativo para levantar las restricciones.
Sin embargo, a finales de septiembre el gobierno holandés decidió tomar el control de Nekperia, una empresa de propiedad china con sede en los Países Bajos que produce principalmente chips de computadora para la industria automotriz. Se tomaron medidas contra Nekperia por intentar eludir la ley de propiedad intelectual.
El 9 de octubre, Beijing tomó represalias anunciando que volvería a limitar las exportaciones de tierras raras y tecnología a la UE. Específicamente, exigiría licencias de exportación para todos los productos elaborados con más del 0,1% de tierras raras de China y también prohibiría todas las exportaciones de tierras raras para la producción de armas. Las medidas amenazaban con ejercer una enorme presión sobre la industria manufacturera europea.
Después de todo, es posible que las cosas se hayan calmado, al menos temporalmente, cuando el gobierno holandés anunció el 19 de noviembre que la confiscación de Nekperia sería suspendida como gesto de “buena voluntad”.
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Chantaje económico
La situación provocada por las restricciones a las exportaciones de China era tan grave que la Unión Europea incluso consideró, durante el Consejo Europeo celebrado en octubre, activar su mecanismo “antielusión”. Esta medida fue establecida a finales de 2023, para ser utilizada en situaciones de chantaje económico por parte de terceros países.
La UE, que aún no ha activado el mecanismo en ningún contexto, intenta actualmente seguir dos líneas de acción complementarias para mejorar su situación en relación con las tierras raras y los minerales críticos. Se trata de las negociaciones con China (actual principal proveedor) y la diversificación de las fuentes de donde adquiere estos productos.
En cuanto a las negociaciones, la UE, a petición del Comisario de Comercio, Maroš Šefčovič, creó un “canal especial” de comunicación con China para intentar asegurar el suministro. En este marco, los funcionarios europeos y chinos pueden trabajar juntos para priorizar las solicitudes de las empresas de la UE. Hasta ahora ha tenido éxito, con más de la mitad del total de 2.000 solicitudes aprobadas apenas unos días después de que se anunciara la medida.
Además, a principios de noviembre, la UE finalmente se sumó al acuerdo alcanzado previamente por Estados Unidos y China para que esta última pudiera relajar temporalmente (durante un año) sus mencionadas restricciones a las exportaciones.
En ese momento, la UE también estaba considerando otras medidas, incluidos aranceles en especie, para obligar a China a suministrarle tierras raras. Estas intenciones pueden haber facilitado el acuerdo.
Diversificación de la oferta.
Dado que China está claramente abierta a explotar su dominio sobre las tierras raras, la UE también necesitará asegurarlas en otros lugares. Para ello, ya ha aprobado una nueva regulación destinada a asegurar el suministro de materias primas críticas en 2023. También ha anunciado el plan RESourceEU, que se inspira explícitamente en el plan de diversificación energética REPoverEU lanzado tras la invasión rusa de Ucrania en 2022.
Esta diversificación se basará tanto en la producción de estos materiales dentro de la UE como en las importaciones desde terceros países distintos de la República Popular China. Como Europa actualmente no tiene minas activas de tierras raras, gran parte de la materia prima también procederá de una serie de iniciativas de reciclaje.
Aunque esta estrategia de diversificación presenta numerosos desafíos en términos de costos económicos y ambientales, es una batalla que la UE no puede permitirse perder si quiere tener alguna posibilidad de lograr una posición ventajosa en el orden mundial.
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