Encuentran pistas inesperadas sobre el origen de la vida en el asteroide Bennu

REDACCION USA TODAY ESPAÑOL
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En 2023, la cápsula cayó suavemente en el desierto de Utah (Estados Unidos). Dentro había algo más valioso que cualquier tesoro: polvo intacto de un asteroide llamado Bennu.

Después de meses de análisis, la comunidad científica confirmó un resultado sorprendente: en Bennu existen azúcares básicos como la ribosa y la glucosa. No son sólo moléculas “dulces”: la ribosa forma el esqueleto químico del ARN, una de las moléculas básicas para la vida, y la glucosa es la fuente universal de energía. Encontrarlos fuera de la Tierra es un descubrimiento sin precedentes.

Esto nos lleva a pensar que quizás la vida en la Tierra no empezó “de cero”, sino con moléculas que ya existían antes, producidas en ambientes extraterrestres como Bennu.

Un descubrimiento como nunca antes

Durante décadas, se han identificado compuestos con importancia biológica en meteoritos que han caído a la Tierra. Aminoácidos, bases nitrogenadas e incluso trazas de azúcar. Pero siempre hubo una duda razonable: ¿estuvieron ahí desde el principio o aparecieron después? Un meteorito atraviesa el agua, el aire, los microbios e incluso nuestras manos, procesos que pueden “contaminarlo”. Descifrar qué es terrestre y qué es extraterrestre es muy complicado.

Sin embargo, esta vez es diferente. Un estudio publicado en la revista Nature Geoscience hace unos días demuestra que estos azúcares no provienen de la Tierra. Estuvieron en el asteroide mucho antes de que la cápsula impactara contra la Tierra. Las muestras fueron recolectadas directamente en el espacio por la misión OSIRIS-REx, selladas al vacío, traídas a la Tierra y manipuladas en laboratorios que funcionan como quirófanos de material extraterrestre.

La sonda OSIRIS-REx de la NASA recolectó con éxito muestras del asteroide Bennu y las entregó a la Tierra en septiembre de 2023. NASA Un universo químicamente más fértil de lo que pensábamos

Los azúcares de Bennu apuntan a una conclusión importante: la química necesaria para construir moléculas biológicas no es exclusiva de la Tierra. Puede formarse de forma natural en cuerpos pequeños, siempre que haya agua, minerales y algo de tiempo. Y Bennu lo tenía todo.

El cuerpo original del que procede este asteroide contenía agua líquida durante el primer millón de años. En este entorno, las moléculas simples pueden reorganizarse y transformarse en compuestos cada vez más complejos. Su producción no requiere vida: basta con un entorno geológico activo.

Esto significa que mientras la Tierra era magma, ya existían lugares en el sistema solar donde se formaban las moléculas que hoy asociamos con procesos biológicos. Moléculas que millones de años después podrían llegar a nuestro planeta en forma de meteoritos.

Ribosa sí, ADN no

De todos los azúcares descubiertos, la ribosa es el que más ha llamado la atención. Es la base estructural del ARN, una molécula capaz de almacenar información o realizar algunas funciones similares a las de las proteínas. Antes de que existiera el ADN, el ARN pudo haber tenido toda la química necesaria para los sistemas vivos más primitivos.

La ausencia de 2-desoxirribosa, un azúcar presente en el ADN, es igualmente interesante. Esto refuerza la idea de que el ADN no fue protagonista en los primeros pasos de la vida, sino que apareció más tarde.

Benn proporciona una pista inesperada: si la ribosa es relativamente estable y puede formarse en ambientes extraños, es razonable pensar que el ARN fue la primera molécula que apoyó los procesos típicos de la vida en la Tierra primitiva. Lo que antes era sólo una hipótesis teórica ahora comienza a verse respaldada por observaciones directas.

¿Significa esto que la vida se originó en el espacio?

No. Nadie ha encontrado vida en meteoritos o asteroides. Pero el descubrimiento refuerza una idea intermedia, más realista: la Tierra podría recibir un suministro constante de moléculas complejas producidas en otros lugares. Durante los primeros cientos de millones de años, nuestro planeta sufrió intensos bombardeos por parte de asteroides y cometas. Cualquier impacto podría liberar aminoácidos, bases nitrogenadas o azúcares formados en cuerpos como el de Bennu.

Estas moléculas no crean vida por sí solas, pero facilitan la transición entre la química simple y la química compleja. Reducen la distancia entre “casi vida” y “vida”.

No se trata de panspermia en su versión clásica (la vida viaja de un planeta a otro), sino de algo más modesto y compatible con la evidencia: un impulso químico que aceleró procesos que ya estaban teniendo lugar en la Tierra.

Bennu como cápsula del tiempo

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Tiempo de aproximación de OSIRIS-REx al asteroide Bennu. NASA, CC BI

La Tierra ha borrado casi todos los rastros de su infancia química: la tectónica, la erosión y la vida misma han reescrito constantemente su superficie. Pero Bennu, en cambio, conserva materiales que no han cambiado desde la formación del sistema solar. El estudio es lo más cercano que tenemos a viajar en el tiempo y observar cómo era la química antes de que existieran océanos y continentes.

Por eso estas muestras son tan valiosas. Nos permiten comparar hipótesis, eliminar incertidumbres y comprender mejor cómo eran las condiciones reales en el primer millón de años del sistema solar. No nos dan respuestas definitivas, pero sí un marco más claro para pensar.

De vuelta al cosmos

Más allá de los resultados científicos, hay algo profundamente humano en este descubrimiento. Nos invita a cuestionar nuestro lugar en el universo. Nos recuerda que tal vez no seamos una excepción afortunada, sino parte de un proceso químico más amplio que ha estado ocurriendo desde antes de la existencia del planeta en el que vivimos.

Cuando miramos muestras de Bennu, no solo estamos mirando polvo antiguo. Vemos un fragmento de la historia que la Tierra no pudo preservar. Y con ello la posibilidad de que el primer paso hacia la vida no se diera aquí, sino en algún pequeño cuerpo oscuro que viajó durante millones de años hasta caer en el lugar que eventualmente se convertirá en nuestro hogar.


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