¿Hay realmente acuerdos contractuales o son la percepción del cerebro?

Periodista ANASTACIO ALEGRIA
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Durante décadas, uno de los diagnósticos más comunes en consulta de fisioterapia, drogas deportivas y atención primaria es una contractura muscular. ¿Quién nunca sintió una sensación incómoda de “nodos” o “músculo rallado” en la espalda o el cuello?

Tradicionalmente, estas molestias se atribuyen a la espalda excesiva, las malas posiciones, el estrés o la debilidad muscular. Pero ya hemos encontrado una investigación que sugiere que puede no ser tan simple. ¿Qué sucede cuando miramos este fenómeno con la ciencia aumentada?

Hasta ahora, una visión clásica ha explicado la contractura como una contracción muscular involuntaria y mantenida que reduce el flujo sanguíneo y crea dolor. Sin embargo, esta visión no fue confirmada por la investigación actual.

Por el contrario, hay evidencia que muestran que lo que interpretamos como una contratación puede ser un fenómeno más complejo que incluye el sistema nervioso, la percepción del dolor y el contexto emocional del paciente.

Cuando el sistema nervioso “se mueve del tema”

Arturo Goicoechea, neurólogo y diseminador español en dolor de neurociencia, es una de las referencias en las que se encuentra el modelo tradicional.

Estas son sus palabras: “Los instaladores no existen como entidades estructurales o mecánicas en el sentido tradicional, pero están expresando la protección del sistema nervioso central que puede modificarse mediante la comprensión y el acceso apropiado al dolor”.

Tal afirmación se basa en el progreso de la neurociencia, que demostró que el sistema nervioso central puede crear una sensación de dolor y rigidez en respuesta, sin daños reales en el tejido.

No es la única voz entrante que crece a este respecto. Otro experto, Lorimer Moselei, un extraordinario investigador australiano de dolor crónico, “mucho dolor que atribuimos el contrato se debe a la sensibilidad de una amenaza y crea una sensación de rigidez, aunque el músculo es perfectamente saludable”.

Por lo tanto, estos síntomas de la presencia de dolor y rigidez podrían justificarse y que el paciente los experimentó como tales, no son las decisiones del músculo en sí, sino también los sistemas nerviosos que los rigen.

De hecho, la sensación de capturas: dischagente de que las personas con el anuncio del dolor lumbar, no la rigidez mecánica apropiada del tejido, sino una percepción subjetiva relacionada con los mecanismos de protección del sistema nervioso, aunque no necesariamente suavemente.

Esta disociación entre la percepción y la realidad indica el procesamiento central del dolor, donde el cerebro interpretó, magnificó o se distorsionó señales somáticas basadas en factores emocionales, cognitivos y contextuales.

Esta idea tiene consecuencias importantes. Si lo que sentimos como contrato, la percepción cerebral, los tratamientos que se centran exclusivamente en “nudos de calor y masaje” pueden no ser suficientes.

El paradigma fue examinado

El enfoque terapéutico a través de la fisioterapia nació de una interpretación tradicional que considera que la contracción contractual es una simple contracción muscular. Sin embargo, que la idea se examina progresivamente en los últimos años desde la neurociencia y la fisiología.

Algunas de esas críticas en cuestión de paradigma tradicional se enumeran en imágenes y análisis funcional del tejido muscular. Revelan que, en muchos casos, no son cambios estructurales o mecánicos que justifican el respeto por el dolor y la rigidez de los pacientes.

Tales hallazgos son posibles gracias a la longitud de onda ultrasónica, una técnica avanzada que permite la elasticidad del tejido muscular en tiempo real.

Por lo tanto, algunos estudios han revelado las variaciones mínimas en la viscoeléctica del área del “contrato”, pero sin una correlación clara entre estos datos y la intensidad del dolor que los pacientes informaron.

Otro trabajo en el que estas técnicas avanzadas también han encontrado diferencias significativas entre los músculos dolorosos y los músculos sanos, lo que aumenta la idea de que siempre hay un cambio físico notable.

Además, si hay una contracción con los músculos extendidos, se debe observar una mayor actividad eléctrica en los músculos afectados, lo que podría medirse por electromiografía (EMG).

Sin embargo, algunos exámenes sistemáticos muestran que esta hipótesis no es consistente, porque siempre hay evidencia de actividad anormal en puntos musculares dolorosos.

En contraste, se han detectado patrones neuromusculares similares entre los elementos con y sin síntomas, lo que indica la existencia de un componente perceptivo más fisiológico.

Todo indica en una dirección diferente

Otro punto relacionado con los contratos de contratación es lo que se conoce como “punto de activación” o el punto de activación. Su análisis también se revela extremadamente, porque aunque es ampliamente aceptado en el terreno clínico, su existencia como entidad anatómica específica es cuestionable.

Por lo tanto, los autores de auditoría se publican en Rheumatology en 2015. Los años afirman que no hay evidencia final de “puntos de activación”, las estructuras patológicas, en cambio, sugieren un modelo basado en el sistema nervioso.

Esta evidencia no deshace por completo la idea de que puede haber cambios musculares reales en ciertas imágenes clínicas, como en casos de fibrosis o contratos patológicos, pero requieren un examen crítico de las formas en la mayoría de los pacientes requieren dolor muscular.

En resumen, la ciencia actual nos obliga a dejar explicaciones simplificadas: el dolor y la rigidez experimentados como contrato no siempre se adaptan a la anomalía visible en los músculos.

Es un fenómeno complejo, en el que el sistema nervioso, la memoria del dolor y el entorno emocional del paciente juegan un papel fundamental.

Reeducar sobre el dolor

Todo parece indicar que lo más famoso sería reconsiderar cómo se diagnostica la contratación. ¿Deberíamos hacer lo mismo con el tratamiento del dolor? ¿El enfoque terapéutico también cambia? O, por el contrario, ¿deberíamos continuar los tratamientos incluso si no necesariamente establecen el diagnóstico?

Actualmente se compromete a centrarse en el sistema nervioso, excepto el masaje, el calor o el estiramiento. Es decir, reduce la hipervigilancia, alienta el movimiento activo sin miedo y le ofrece dolor educativo. Comprender que, en muchos casos, el primer paso para liberarse.

Una de las principales razones que promovió esta nueva línea de tratamiento comienza del lenguaje que usamos. Y esa es la forma en que actuamos y explicamos el dolor afecta cómo vive el paciente.

Hablando de “contracciones” puede fortalecer la idea de que el músculo está dañado o “atrapado”, lo irrespetuoso del movimiento y promover la pasividad, porque el paciente espera que alguien se tome que “deshace su nodo”. Todo esto puede conducir a la cronificación del dolor.

Por lo tanto, muchos expertos sugieren que esta expresión se reemplaza con otros sólidos como “dolor muscular”, “sintiendo rigidez” o “respuesta corporal adaptativa”.

El dolor es real

Aunque las contracciones musculares, como las entendemos, pueden no existir en la visión mecánica, duele sentir a los pacientes reales. Y eso requiere evidencia eficiente, empática y que se plantó.

La neurociencia nos invita a mirar más lejos de los músculos, prescribir la seguridad de enraizamiento y desarrollarse a más información y atención humana. Porque si el dolor es una señal de alarma, puede ser el mejor tratamiento para no desactivar el músculo, sino establecerse.


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