La desinformación climática se está convirtiendo en una amenaza para la seguridad nacional. Canadá no está preparado para eso.

REDACCION USA TODAY ESPAÑOL
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Cuando ocurre una crisis, los rumores y las teorías de conspiración a menudo se propagan más rápido de lo que los funcionarios de emergencia pueden responder y emitir correcciones.

En Canadá, publicaciones en las redes sociales afirmaban falsamente que los incendios se habían provocado intencionalmente, que el gobierno anuló las órdenes de evacuación o que se estaban manipulando mapas de humo. En varias comunidades, la gente retrasó su salida porque no estaban seguras de qué información creer.

Esto no era sólo ruido en línea. Influyó directamente en la forma en que los canadienses respondieron al peligro real. Cuando la desinformación retrasa las evacuaciones, socava el cumplimiento o socava la confianza en las advertencias oficiales, reduce la capacidad del estado para proteger vidas e infraestructura crítica.

En ese momento, la desinformación ya no es sólo un problema de comunicación, sino un riesgo para la seguridad nacional. El funcionamiento del sistema de emergencia depende de la confianza pública. Cuando esa confianza se erosiona, la capacidad de responder se debilita y aumentan los daños evitables.

Canadá está entrando en una era en la que la desinformación climática se está convirtiendo en una amenaza para la seguridad pública. A medida que los incendios forestales, las inundaciones y las sequías se vuelven más comunes, los sistemas de respuesta a emergencias se basan en un supuesto frágil: que las personas confían en la información que reciben. Cuando esa suposición falla, toda la cadena de comunicación de crisis comienza a colapsar. Ya estamos viendo los primeros signos de ese fracaso.

Esta dinámica se extiende mucho más allá de los desastres graves. También afecta la política climática a largo plazo y los esfuerzos de adaptación. Cuando la confianza en las instituciones se erosiona y la información errónea se absorbe más fácilmente que la evidencia científica, el apoyo público a la acción climática proactiva disminuye.

Investigaciones recientes realizadas por colegas y por mí sobre cómo las personas experimentan la sequía muestran que los miembros del público a menudo dependen de experiencias vividas, recuerdos, identidad y señales sociales e institucionales (como preocupaciones ambientales, familiaridad percibida y confianza) para decidir si experimentan sequía, incluso cuando la información oficial sugiere lo contrario.

Estas complejas dinámicas cognitivas crean vulnerabilidades predecibles. La evidencia de Canadá y el extranjero documenta cómo las narrativas falsas durante las emergencias climáticas reducen el comportamiento protector, aumentan la confusión y debilitan la autoridad institucional.

La lucha contra la desinformación

Una comunidad devastada en el oeste de Jasper, Alta., en agosto de 2024. Un incendio forestal provocó evacuaciones y grandes daños en el Parque Nacional y la ciudad de Jasper. LA PRENSA CANADIENSE/Amber Bracken

Canadá ha invertido miles de millones de dólares en resiliencia física, capacidad de extinción de incendios, resiliencia ante inundaciones y confiabilidad energética. Además, el gobierno canadiense también se unió recientemente a la Iniciativa de Integridad de la Información sobre el Cambio Climático Global para investigar narrativas falsas y fortalecer la capacidad de respuesta.

Estos son pasos muy necesarios en la dirección correcta. Pero Canadá continúa abordando la desinformación como un componente secundario, más que clave, de la gestión del riesgo climático.

Eso deja la responsabilidad de enviar mensajes eficaces dividida entre la seguridad pública, el medio ambiente, la gestión de emergencias y la política digital, sin que ninguna entidad sea responsable de monitorear, predecir o responder a las amenazas a la información durante las crisis. El precio de esta fragmentación es una respuesta más lenta, una coordinación más débil y un mayor riesgo para la seguridad pública.

Canadá también sigue dependiendo en gran medida de medios de comunicación obsoletos, como la radio, la televisión y sitios web gubernamentales estáticos, mientras que la desinformación climática se optimiza para el entorno de las redes sociales. El contenido falso a menudo circula rápidamente en línea digitalmente, con resonancia emocional y repetición que le dan una ventaja sobre la información verificada.

Explorar la dinámica de la desinformación muestra cómo las plataformas amplifican sistemáticamente afirmaciones sensacionalistas y cómo las afirmaciones falsas viajan más lejos y más rápido que las actualizaciones verificadas.

Los gobiernos suelen intentar corregir la información errónea durante las emergencias, cuando las emociones son intensas, los plazos están comprimidos y ya circulan narrativas falsas. Hasta entonces, la corrección es reactiva y a menudo ineficaz.

No se puede generar confianza en medio de una crisis. Es una infraestructura pública a largo plazo que debe mantenerse mediante transparencia, coherencia y sistemas de comunicación modernos antes de que ocurran desastres.

Preparación proactiva

foto aérea de una casa rodeada de agua

Las inundaciones rodean una casa en Abbotsford, BC, el 12 de diciembre de 2025. PRENSA CANADIENSE/Ethan Cairns

Canadá necesita pasar de la corrección reactiva a la preparación proactiva. Dado que solo faltan unos meses para la temporada de incendios, esta es la ventana en la que la preparación es más importante. Esperar a que la próxima crisis exponga las mismas debilidades no es resiliencia, sino repetición.

No podemos permitirnos otra ronda de reacciones bajo presión y luego reflexionar sobre las medidas que deberían haberse adoptado antes. Ese cambio requiere una planificación sistémica:

Preparación pública proactiva: Las agencias de emergencia federales y provinciales deben tratar la comprensión pública de las advertencias, los sistemas de evacuación y los riesgos climáticos como una responsabilidad continua, no como un complemento de emergencia. Esta información debe comunicarse mucho antes de que ocurra el desastre, a través de plataformas que la gente realmente utilice, con expectativas claras sobre de dónde provendrá la información creíble.

Coordinación institucional: La responsabilidad de combatir la desinformación climática actualmente recae en los departamentos. Un mecanismo de coordinación federal-provincial, vinculado a la gestión de emergencias más que a la comunicación política, permitiría la detección temprana de patrones de desinformación y una respuesta más rápida, tal como se monitorean hoy los riesgos meteorológicos o hidrológicos.

Asociaciones con mensajeros confiables: los líderes comunitarios, los educadores, los trabajadores de la salud y las organizaciones de base suelen tener más credibilidad que las instituciones durante las crisis. Estas relaciones deben formalizarse en planes de contingencia, no improvisarse bajo presión. Durante los recientes incendios forestales, las páginas dirigidas por comunidades y voluntarios estuvieron entre las más efectivas para combatir las afirmaciones falsas.

No podemos eliminar cada rumor o cada información errónea. Pero sin fortalecer la confianza pública y la integridad de la información como componentes clave de la infraestructura climática, las emergencias serán más difíciles de gestionar y más peligrosas.

La resiliencia climática no se trata solo de sistemas físicos. También se trata de si las personas creen que la advertencia debería haberlas protegido. La seguridad de Canadá a largo plazo depende de que se tome en serio esa realidad.


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