La empatía y el juicio no son rivales: una nueva investigación muestra que trabajan juntos para hacer que las personas ayuden más

REDACCION USA TODAY ESPAÑOL
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Durante años, filósofos y psicólogos han debatido si la empatía ayuda o dificulta la forma en que las personas deciden cómo ayudar a los demás. Los críticos de la empatía argumentan que hace que la gente se preocupe demasiado (centrándose en historias individuales en lugar de en las necesidades más amplias de la sociedad), mientras que un juicio cuidadoso permite decisiones más imparciales y basadas en evidencia.

Nuestra nueva investigación, que se publicará en la revista académica PNAS Nexus, la principal revista revisada por pares de la Academia Nacional de Ciencias, sugiere que este argumento de “corazón versus cabeza” es demasiado simplista. La empatía y el juicio no son rivales: trabajan juntos. Cada uno de ellos prevé acciones de ayuda más generosas y de mayor alcance. Y cuando trabajan codo a codo, las personas tienden a ayudar de la manera más equitativa (sin favorecer a unos sobre otros) y de la manera que afecta a la mayoría de las vidas.

Estudiamos dos grupos que regularmente ayudan a otros a expensas personales. Uno estaba formado por donantes de órganos vivos que donaban riñones a extraños. Otros incluían a los “altruistas eficaces”, que utilizan la evidencia y la lógica para dirigir una parte importante de sus ingresos o de su carrera hacia objetivos que salven la mayor cantidad de vidas por cada dólar, como luchar contra la pobreza extrema o las enfermedades prevenibles.

Todos los participantes completaron una encuesta de medidas de empatía: básicamente, cuánto les importa y les conmueve el sufrimiento de los demás. También completaron medidas de razonamiento de la encuesta. Miden la frecuencia con la que las personas reducen el ritmo, piensan y reflexionan antes de decidir qué hacer.

También examinamos cómo estas habilidades se relacionan con una variedad de juicios y comportamientos altruistas, desde elecciones hipotéticas (como decidir si ayudar a un amigo cercano o a un extraño lejano) hasta donaciones del mundo real.

En promedio, los donantes de órganos obtuvieron puntuaciones más altas en empatía y los altruistas eficaces obtuvieron puntuaciones más altas en razonamiento reflexivo: reducir el ritmo y pensar las cosas detenidamente. Pero en todos los participantes, ambos rasgos se asociaron con una mayor utilidad. Las personas con un corazón o una cabeza elevados, y especialmente aquellas que tienen ambos en comparación con el adulto promedio, tienden a apoyar a otros distantes y concentrarse en ayudar a la mayor cantidad de personas posible.

Incluso entre los donantes de órganos, cuya capacidad de empatía está muy por encima del promedio de los adultos, la empatía no los predispuso hacia aquellos con quienes estaban cerca o familiarizados. Cuando medimos sus estimaciones altruistas y sus donaciones en el mundo real, tenían la misma probabilidad que el adulto promedio, y a veces incluso más, de favorecer las causas que salvaron más vidas.

Estos patrones desafían la suposición de que la empatía puede limitar las preocupaciones morales. En la práctica, descubrimos que la empatía puede ampliarla.

Por qué es importante

Depender únicamente de la razón no es suficiente para inspirar a las personas a ayudar a extraños. José Luis Peláez Inc./Digital Vision vía Getty Images

Muchos de los problemas más apremiantes de la actualidad (pobreza, cambio climático, salud global) dependen de motivar a las personas a cuidar de los extraños y utilizar recursos limitados de manera eficiente.

El simple hecho de apelar a la empatía puede inspirar la donación, pero no necesariamente la donación más efectiva. Las simples apelaciones a la razón pueden dejar a la gente impasible, porque los hechos y las cifras a menudo no logran influir en nadie. Nuestros hallazgos sugieren que el enfoque más poderoso puede ser hacer coincidir la motivación de la empatía con la dirección del razonamiento.

La empatía proporciona una chispa emocional, un recordatorio de que el sufrimiento de los demás importa. El razonamiento ayuda a dirigir esa motivación hacia donde la ayuda tendrá el mayor impacto. Juntos, fomentan una ayuda que sea a la vez compasiva y trascendente.

¿Qué sigue?

Las investigaciones futuras deberían determinar cómo se pueden fortalecer la empatía y el juicio en la toma de decisiones cotidiana. ¿Pueden las historias emocionales combinadas con evidencia clara de lo que funciona mejor ayudar a las personas a elegir acciones que generen mayor beneficio?

Tampoco sabemos todavía si las personas que centran sus donaciones más allá de los límites de sus círculos sociales inmediatos, como los altruistas eficaces, pagan algún precio social por hacerlo, tal vez señalando inadvertidamente una menor inversión en personas cercanas. De manera prometedora, las primeras pruebas de los donantes de órganos muestran que quienes ayudan a extraños a menudo mantienen relaciones sólidas y estables con sus amigos y familiares más cercanos.

Quizás lo más importante es que los investigadores deben repensar cómo se entiende el altruismo. La psicología carece de un marco claro para explicar cómo la empatía y el juicio funcionan juntos, para quién funcionan mejor y las situaciones en las que divergen.

Desarrollar ese tipo de modelo cambiaría la forma en que pensamos acerca de la ayuda: cuándo se expande, cuándo se detiene y por qué. Aunque estas preguntas clave persisten, los hallazgos actuales brindan motivos para el optimismo.

El Research Brief es una breve descripción de trabajos académicos interesantes.


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