El bosque le dispara que este verano fue devastado miles de hectáreas de bosques y montado en diferentes comunidades autónomas en España, difundió la frase: “La gente salva a la gente”.
Es una expresión llena de solidaridad de la épica y parece condensar a la mejor sociedad civil: los vecinos que se organizan para ahorrar, ayudar o ayudar donde las instituciones no llegan a tiempo.
Sin embargo, este eslogan contiene una trampa peligrosa. Lejos de solo expresiones de fraternidad, puede convertirse en un síntoma del debilitamiento del estado, porque mueve las responsabilidades estructurales hacia los ciudadanos.
Solidaridad como coartada
La sociología del desastre mostró que las reacciones comunitarias aparecen fuertemente en situaciones críticas. La ayuda del vecindario es constante en todos los desastres.
Mientras que las redes locales se activan rápidamente, la maquinaria de estado es más lenta. Pero la conversión de esa reacción espontánea al eslogan de la política constante corre el riesgo de naturalización del abandono institucional.
En la discusión entre diferentes responsabilidades y competencias en la gobernanza de emergencia entre el gobierno central y las comunidades autónomas, el mensaje sobre la imposibilidad del estado comienza a moverse. Esto erosiona la legitimidad de las instituciones democráticas y la idea de que todos deben solucionarlos cómo puedo.
Bajo la aparición del empoderamiento de los ciudadanos, el papel de los espectadores estatales disminuye. Si el departamento de bomberos no llega, insuficiente o coordinación es un fracaso, la carga se transfiere a la comunidad, vecinos, voluntariamente y, en el mejor de los casos, ONG.
Riesgo de romanticización
Esto no es accidental improvisar el cumplimiento de sus vehículos privados en los medios y las redes sociales en los medios y las redes sociales con imágenes de vecinos.
La historia es emocionante, pero se esconde que no todas las naciones tienen los mismos recursos o capacidades de reacción. Por lo tanto, los “voluntarios espontáneos” pueden significar grandes inconvenientes para las organizaciones y entidades urgentes que están sobrecargadas en los momentos más intensos de la crisis.
AEMA / EEA – Agencia Europea para la Protección del Medio Ambiente – enfatizó la necesidad de prepararse para participar en las crisis climáticas, lo que aumenta la idea de que la respuesta no puede enamorar el auto -soporte preciso.
Lo que vivió este verano muestra que el gesto heroico no es suficiente: se necesitan sistemas públicos profesionales y bien financiados. Este voluntario debe formarse y bajo supervisión para no interferir con la respuesta.
Existe el riesgo de que el heroísmo del vecindario, tan valioso como insuficiente, se convierta en una coartada perfecta para un estado en la jubilación. En tiempos de crisis climática, incendios repetitivos y fenómenos meteorológicos extremos, la solidaridad social es necesaria al mismo tiempo, estado robusto y actual.
Antecedentes políticos: ¿Critices a la situación de la situación?
Sale otra lectura más profunda. El eslogan “personas salva a las personas” puede leerse como un síntoma de insatisfacción, no solo hacia el estado en resumen, sino de acuerdo con la fragmentación de las competencias entre la gestión.
Cuando tienen experiencia en un retraso en la catástrofe en la coordinación entre las comunidades autónomas y los gobiernos centrales, el discurso de que “nadie nos ayuda, excepto” alimenta las críticas del modelo territorial subterráneo.
Aunque el modelo autónomo todavía tiene la mayor parte del soporte, existe un sector no gradible de la sociedad española que parece parecer más sistemas centralistas.
En medio de la erosión de la confianza democrática, la afirmación de que el gobierno central robusto como mecanismo de garantía para el caos institucional está creciendo.
Este sentimiento nutre una crisis sin precedentes de legitimidad democrática. Solo el 44.5% de los ciudadanos se encuentran entre los satisfechos o algo satisfecho en comparación con el 30.6% que ya manifiesta su cero satisfacción de la democracia.
Encuesta de CIS sobre satisfacción de la democracia.
El 79.2% de las personas encuestadas (4 010) creen que la democracia es más deseable por cualquier forma de gobierno, pero hay 8.6% que cree que el gobierno autoritario es más deseable para el sistema democrático y del 8.6% 21.8% es extremadamente correcto.
Ley extrema contra la solidaridad
En este escenario, “las personas salvan a las personas” pueden actuar como una coartada para desmontar el estado regional. Populísticamente habla a menudo usa el antagonismo entre las “personas limpias y de apoyo” contra las élites políticas corruptas e ineficientes.
Las formaciones reales extremas en el contexto europeo critican a la élite corrupta y buscan beneficios de las personas que hacen una verdadera “nación”. Y se arrojan los consignas como “Primero en casa” (Frente Nacional, Francia); Mensajes antiue como “Queremos recuperar nuestro país (Ukip, Reino Unido) o” Solo hay una nación “(Vok, España).
Frente a estos lemas, se puede usar una experiencia colectiva muy desalentiva antes del populismo que demoniza el estado: la pandemia de Kovid-19. Sin lugar a dudas, la solidaridad de los ciudadanos palples muchas situaciones cotidianas, pero solo el modelo de competencias como la asistencia de emergencia actual de la magnitud global.
¿Estaban estas personas excepto las personas o son las instituciones que respondieron tal crisis? Se descubrieron caídas, pero el sistema de protección social, el sistema de salud, el sistema educativo y el marco institucional fueron un gran rescate.
La lección es clara: instituciones cercanas a los ciudadanos, con personal técnico y recursos estables, aquellos que tienen una diferencia en eventos extremos.
No se trata de probar un estado regional, sino de asumir las responsabilidades presupuestarias y no subestimar el riesgo climático con una reducción en esa prevención, advertencia y respuesta más débiles.
Lo que salva a las personas no son personas aisladas, sino también personas apoyadas por instituciones efectivas.
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