El estreno del largometraje Springsteen: Deliver Me From Nowhere puso el foco en el que quizás sea el álbum más atípico de la carrera de Bruce Springsteen: Nebraska, un álbum que se publicó en 1982 y el compositor ya se había consolidado como una estrella tras el enorme éxito de The River.
A la relectura audiovisual se suma la reciente publicación por parte de Sony de una caja especial de discos múltiples que incluye grabaciones inéditas de material asociado con este álbum. Cuatro décadas después, el interés por aquel trabajo “lateral” confirma que estamos ante algo más que una rareza en la discografía de Springsteen.
Nuevos problemas
Ubicar el contexto de la composición y grabación de las canciones de Nebraska nos lleva a una casa en Colts Neck, Nueva Jersey, a principios de los años 1980. Springsteen tenía entonces 32 años y atravesaba una depresión que quizás no sabía cómo expresar con palabras. En su autobiografía, el músico describió el momento en que regresó a Nueva Jersey después de la gira de The River:
“Mientras estaba de viaje me echaron de mi granja y me trasladaron a un rancho en Colts Neck, donde me alquilaron a ciegas (…). La gira aseguró que mis acreedores cobrarían y que me quedaría en el banco con lo que para mí era una pequeña fortuna. Tuve que buscar nuevos problemas de los que preocuparme”.
No pasó mucho tiempo para que surgieran nuevos problemas. El músico definió este periodo como un periodo de “oscuridad”, marcado por la soledad y la desconexión, en el que fantaseaba con encontrar un amor estable y reconciliarse con su infancia atravesada por la crueldad de un padre lejano. El contraste era obvio. Tuvo, por primera vez, seguridad económica y reconocimiento internacional, pero vivió en una casa casi vacía y rodeado de silencio. Esta tensión explica en gran medida el carácter de Nebraska, un disco que, más que un producto planificado, surgió como el diario de un músico que intenta desesperadamente dar forma sonora a su confusión.
“Nebraska comenzó como una meditación inconsciente sobre mi infancia y sus misterios. No tenía una agenda política consciente ni temas sociales. Buscaba un sentimiento, un tono en el que me sintiera como si estuviera en un mundo que conocía y que todavía llevo dentro de mí”.
El resultado fueron diez canciones con un fuerte componente narrativo: historias en las que no hay redención ni guitarras triunfantes, sino personajes marginales, violencia no épica y vidas truncadas. La canción que abre y da título al álbum da voz a un asesino en serie inspirado en el caso de Charles Starkweather (que también fue la base de Badlands de Terrence Malick). En “Atlantic City”, un trabajador en apuros intenta reinventarse en un lugar donde todo parece perdido. “State Soldier” muestra a un hombre en la carretera al borde de un precipicio. Frente al sonido expansivo de los trabajos anteriores, aquí encontramos una guitarra acústica, un acordeón, una voz aguda del cantante y la incertidumbre sonora del modelo.
sonido TEAC 144
Este carácter lo-fi o baja fidelidad se explica por la tecnología utilizada, la grabadora portátil de cuatro pistas TEAC 144. Lanzado en 1979 como el primer casete multipista estándar, la revista Billboard lo consideró “el producto de audio más revolucionario” de su época, ya que permitía a cualquier músico grabar en casa con una calidad razonable. Springsteen se encerró en su habitación con el dispositivo y un par de micrófonos, sin ingeniero de sonido ni banda, y grabó lo que eventualmente se convertiría en el álbum.
Grabadora de voz portátil Tascam TEAC 144. Tascam
El plan original era diferente. Esas grabaciones estaban pensadas como demos que luego serían regrabadas con la E Street Band. De hecho, la caja de Sony recupera las sesiones conocidas como Electric Nebraska, donde la banda intentaba vestir aquellas canciones con guitarras y batería. Pero algo no funcionó. La crudeza de la demo transmitía una verdad que se perdía en el estudio: “Conseguimos que sonara más claro, más fiel, pero no tan atmosférico, tan auténtico. Así que el álbum salió casi como está, aceptado a regañadientes por la compañía discográfica, sin sencillos exitosos ni una gira de presentación”.
América en blanco y negro
El álbum fue recibido con asombro. Las canciones de Nebraska eran demasiado oscuras para la radio, demasiado desnudas para el rock de estadio. Escuchado hoy, el álbum es a la vez un gesto estético radical y un documento político. Radical porque hace añicos el mito de Springsteen justo cuando parecía más rentable. Político porque muestra las grietas de un país que, al mismo tiempo que la administración de Ronald Reagan impulsaba su famoso eslogan publicitario “Mañana en América”, dejó atrás a miles de personas en la desindustrialización.
            
música sony
La prensa comparó estas historias con las de Flannery O’Connor o con el cine de Terence Malick: un Estados Unidos fantasmal, blanco y negro como la portada de un álbum, donde las promesas nacionales se diluyen entre el crimen y el silencio.
Paradójicamente, este disco íntimo y oscuro abrió el camino a su mayor éxito comercial apenas dos años después, Born in the USA (1984), con sintetizadores, estadios y banderas en portada. Y, sin embargo, es posible que incluso allí persista un eco de Nebraska: la violencia oculta, la inseguridad de los veteranos de guerra, la fractura social detrás de la retórica patriótica.
La película que se proyecta ahora trae de vuelta esa escena. En el papel protagónico de Jeremy Allen White (conocido por su actuación en la serie Medved), el largometraje adapta el libro homónimo del periodista Warren Zanes y trae al presente el enigma de aquellas cintas caseras: ¿por qué un músico en la cima de la popularidad decidió grabar un álbum sobre personajes derrotados?
Más que un desvío en la carrera de Springsteen, Nebraska es la antítesis íntima de su mito público, el momento en que apagó los amplificadores para escuchar lo que quedó en silencio. Y quizás por eso sigue siendo un disco que resuena hoy, porque a veces lo que mejor explica una biografía (y un país) no son los himnos cantados en los estadios, sino las grabaciones caseras que alguien hace en solitario para sobrevivir a sus propios fantasmas.
            
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