En plena transición ecológica, las empresas saben que deben reducir emisiones, ahorrar materiales o utilizar energías limpias. Pero la innovación sostenible no es fácil. Se necesita tiempo, dinero y asumir riesgos. La voluntad no es suficiente: se necesitan aliados adecuados.
¿Cómo ser innovador y sostenible?
La pregunta es clara: ¿cómo pueden las empresas ser innovadoras y sostenibles al mismo tiempo? La respuesta está en las redes colaborativas.
En la práctica, las empresas no trabajan solas. Dependen de proveedores que suministran materias primas, de clientes que marcan tendencias, de universidades que crean conocimiento, de centros de investigación que aportan tecnología y de firmas consultoras que prestan servicios especializados. Incluso los competidores a veces participan en ese ecosistema.
La clave está en tejer inteligentemente estas relaciones. No todos los socios aportan por igual, ni en todo momento. Una buena colaboración acelera la innovación. Una mala elección lo ralentiza y aumenta los costes.
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Colaborar en ‘ecoinnovación’: ¿con quién?
Nuestro estudio sobre 3.500 empresas españolas publicado en la revista Estrategia Empresarial y Medio Ambiente da respuesta a esta pregunta. Muestra la colaboración que impulsa la innovación verde al distinguir entre dos medidas clave: ahorrar materiales o reducir energía.
La mayoría de las investigaciones se centraron en un socio. ¿Qué ocurre, por ejemplo, cuando una empresa sólo coopera con universidades? ¿O qué pasa si la relación es sólo con los clientes? Pero la realidad es más compleja, porque las empresas trabajan con varios socios al mismo tiempo.
Para estudiarlo utilizamos una técnica que identifica combinaciones exitosas. Los datos de la Encuesta de Innovación INE 2020 nos dieron una visión clara: las redes no son iguales para todos los objetivos. Dependiendo del objetivo de la ecoinnovación, las alianzas cambian. No se sigue el mismo camino cuando se quiere ahorrar materiales que cuando se quiere reducir energía.
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Imagina que tienes que atravesar un bosque lleno de obstáculos. ¿A quién elegirías como socio? No elegiría a cualquiera. Si encontrar el camino es un desafío, buscaría a alguien con buen sentido de orientación. Si se trata de sobrevivir sin comida, preferiría a alguien que conozca plantas comestibles. Cada desafío requiere diferentes habilidades. En las empresas ocurre lo mismo. No basta con tener un objetivo claro: es importante elegir bien a los socios.
Materiales y energía: diferentes caminos, diferentes alianzas
En las innovaciones para ahorrar materiales o sustituirlos por otros más sostenibles la ciencia es fundamental. Las universidades y los centros de investigación son los aliados más fiables. Sin su conocimiento, es difícil encontrar alternativas, rediseñar procesos o crear nuevos productos.
Los clientes y proveedores ayudan en algunos casos, pero normalmente tienen menos peso. Los competidores, en este ámbito, no suelen ser buenos compañeros. Competir y compartir información suele ser más un riesgo que una oportunidad.
Ahorrar energía es aún más exigente. Reducir el consumo eléctrico o cambiar las fuentes de energía requiere rediseño de procesos, inversiones y cumplimiento de estrictas regulaciones. En este contexto, la cooperación con competidores directos casi nunca funciona. Cada empresa protege su conocimiento, defiende sus intereses y evita compartir información que pueda reducir su ventaja en el mercado.
En este ámbito, los aliados más útiles son los proveedores y servicios especializados. Proporcionan soluciones técnicas avanzadas y facilitan la integración de nuevas tecnologías. Los clientes y las universidades también pueden ayudar en determinados casos, pero no siempre son el centro de la red, sino el apoyo.
La clave del éxito
Hay un hallazgo de nuestro estudio que se repite en ambos campos. Intentar colaborar con clientes, universidades y competidores al mismo tiempo suele ser una mala estrategia. Demasiados intereses en competencia crean ruido y ralentizan los resultados. Es como una orquesta desafinada: cada músico toca su partitura, pero nadie escucha al director.
Así que la lección es clara: más no siempre es mejor. No es recomendable trabajar con todos al mismo tiempo, ni limitarse a un solo socio. El secreto es el equilibrio: elegir los adecuados para cada objetivo.
Es decir, no todos, ni siquiera uno.
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El resultado: ciencia y colaboración para un futuro sostenible
La ciencia es importante. Es la brújula que orienta a las empresas hacia un futuro más verde. Las universidades y los centros de investigación son aliados estratégicos. Elegir bien a tus socios y mantener redes equilibradas es la mejor manera de innovar y sostenerse.
Las políticas públicas también desempeñan un papel, concretamente fortaleciendo el vínculo ciencia-empresa y apoyando a los proveedores y consultores ecológicos.
Para los ciudadanos, el mensaje es claro: cuando pedimos a las empresas que sean más sostenibles, no se trata sólo de dinero o tecnología. Es una estrategia que intenta saber crear redes inteligentes que cambien los procesos desde dentro.
En pocas palabras: el poder de elegir bien a los aliados
La innovación medioambiental depende no sólo de los recursos, sino también de una buena elección de compañeros. Las empresas españolas que mejor lo hacen confían en la ciencia y cuentan con socios clave cuando lo necesitan. En la transición ambiental, como en la vida, rodearse de las personas adecuadas marca la diferencia entre quedarse atrás o allanar el camino hacia un futuro más sostenible.
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