Muchas personas ignoran que el agua que consumen podría tener antibióticos y que puede provocar resistencia en el tratamiento de infecciones. Estos tipos de medicamentos están actualmente presentes en diferentes masas de agua debido al uso no selectivo e irresponsable.
Varios estudios revelaron su presencia en concentraciones entre 100 y 50 nanogramos (milmillonesimas de un gramo) por litro. Estas sustancias alcanzan el ambiente acuoso principalmente a través de la excreción de los humanos y los animales después del consumo de drogas, o la eliminación de las drogas en los desagües industriales y las descargas sin un control adecuado.
Entre los antibióticos favoritos se encuentran fluorocinoloni (ciphloxacina), beta-lactámicos, macrólidos (eritromicina, claritromicina), tetraciclinas (doxiklin, oxisetraciclina) y sulfamidas (sulfametoxazol, sulfametoxazol,, Sulfametoxazol) en medicina humana y veterinaria.
El creciente problema
Frente a esta realidad, los ríos y los lagos se convierten en la cría perfecta del desarrollo de bacterias súper resistentes, conceptualizado a partir de mutaciones genéticas aleatorias.
Las superachteria son una gran amenaza de salud humana y animal, ya que hacen enfermedades comunes, como neumonía pesada o orina, lo que obliga al paciente a tomar medicamentos más agresivos (cambios gastrointestinales y neurológicos, blancos y daños por efectos inmunes e inmunes, entre otros).
Según estimaciones recientes, las infecciones por resistentes a los farmacores bacterianos fueron responsables de aproximadamente 1,27 millones de muertes en 2019. Años. Además, se estima que hasta 2050. Casi 5 millones de muertes anuales y miles de millones en pérdidas económicas en la protección primaria son medios.
En el agua del grifo
Actualmente son las plantas de purificación de agua convencionales las que impiden que esto suceda. Sin embargo, carecen de la tecnología necesaria para eliminar completamente estos contaminantes. Por lo tanto, es necesario desarrollar tecnologías de eliminación avanzadas.
La mayoría de las plantas de purificación de agua carecen de tecnología requerida para el filtrado de microcontaminantes como antibiótico. Wikimedia Commons., CC de
Para enfrentar este desafío, los investigadores del Instituto de IMDE, en cooperación con la Universidad de Granada, desarrollaron una nueva familia de catalizadores (llamado IF-22, un acronos marcos de energía) para romper estos antibióticos en el agua con la ayuda de la luz solar.
Estos son materiales basados en polímeros de coordinación o redes orgánicas de metal (MOF), tipo de sólido de cristal que combina metales sostenibles (hierro, níquel, calcio o magnesio) con un tipo de ligando de fosfonato orgánico.
Han demostrado específicamente que los materiales de hierro y níquel deben tener propiedades excepcionales. Por un lado, son muy estables en aguas residuales y en condiciones extremas de alcalinidad y acidez. Por otro lado, pueden absorber la luz en el rango de espectros visibles, lo que los convierte en fotocats potenciales para descomponer los contaminantes en agua bajo luz visible.
¿Qué dicen los resultados?
Nuestros experimentos han demostrado que el fotocatalizador de hierro es -EFA -22 (Fe) -para eliminar la sulfametina (el antibiótico se usa ampliamente en la cría de animales) en aguas residuales reales en solo 3 horas de radiación con luz visible.
Además, mantiene su rendimiento fotocátrico durante 16 ciclos de reutilización, que muestra una gran robustez y estabilidad. Por lo tanto, la solución prometedora para el tratamiento del agua que contiene contaminantes.
Este estudio significó un progreso significativo en la búsqueda de soluciones sostenibles de descontaminación del agua, proporcionando una estrategia efectiva para eliminar medicamentos persistentes responsables de aumentar la resistencia a las bacterias bacterianas.
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