Todavía recuerdo cuando iba a la playa, la arena era blanquecina y a la luz solo brillaban las partículas que provenían de las rocas calizas. Hoy en día, las playas se han convertido en un mosaico cromático, donde partículas de plástico de diferentes tonalidades destacan sobre el color de la arena.
Pero el plástico que acaba en las playas viene de otra parte. Se estima que alrededor del 80% de lo que hay en los océanos proviene de fuentes terrestres, y los ríos son su principal medio de transporte. En última instancia, la mayoría de los plásticos se producen, consumen y se vierten en la tierra.
De hecho, algunos modelos han determinado que, además de las emisiones anuales de plástico al océano, la mayor parte de los residuos plásticos (98,5%) quedan atrapados en ambientes terrestres, donde se acumulan y contaminan progresivamente los ecosistemas acuáticos continentales.
Por tanto, las soluciones para solucionar la contaminación plástica global residen en una mejor comprensión de las fuentes y procesos que conducen a la liberación y transporte de plásticos en el medio terrestre.
¿De dónde viene el plástico que acaba en el océano?
El plástico llega a los ríos de varias maneras. Algunas fuentes, como las actividades agrícolas y domésticas, aportan desechos al suelo que se mueven con el agua en circulación procedente de las precipitaciones.
En las zonas urbanas, los plásticos ingresan a los sistemas fluviales principalmente a través de descargas de plantas de tratamiento de aguas residuales, desbordamientos de los sistemas de drenaje durante las fuertes lluvias y transporte eólico.
Entre las fuentes puntuales, las aguas residuales han sido identificadas como una de las principales, a pesar de la operación de plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR).
Las EDAR que tienen tratamiento primario (eliminación física de sólidos grandes y sedimentantes) y tratamiento secundario (eliminación de materia orgánica) pueden limpiar del agua entre el 75 y el 95% de los microplásticos identificados en la entrada. La mayor parte queda retenida en lodos de depuradora, compuestos en su mayor parte por una mezcla de agua y materia orgánica.
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Del agua a la tierra
Los lodos de depuradora suelen reutilizarse como fertilizante en terrenos agrícolas. Teniendo en cuenta que las aguas residuales contienen una gran cantidad de microplásticos y que la mayoría de ellos quedan retenidos en los lodos que posteriormente se aplican al suelo, es probable que se introduzca un mayor volumen de microplásticos en el suelo que en el agua.
En particular, se estima que esta práctica supone una aportación total anual de entre 63.000 y 430.000 toneladas de microplásticos a las tierras agrícolas europeas.
Pero no son sólo los lodos de depuradora los que introducen estos contaminantes en el suelo. El abono, un fertilizante procedente de materia orgánica en descomposición, también es una fuente importante durante la fertilización del suelo.
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Plástico utilizado en la agricultura.
Además, el plástico es un material muy útil en el entorno agrícola, por lo que también hay una entrada directa a través de su fragmentación. Un claro ejemplo es el mulching, que cubre el suelo con el fin de protegerlo de las condiciones atmosféricas, preservar la humedad, etc. Su uso ha permitido mejorar la producción (minimizando las pérdidas por evaporación del agua) y reducir el uso de herbicidas químicos (evitando la entrada de luz y el crecimiento de especies competidoras).
Sin embargo, debido a la dificultad en su eliminación, los restos del material usado se acumulan en el suelo entre cultivos. De hecho, algunos estudios muestran que la cantidad de microplásticos en el suelo aumenta con aplicaciones repetidas.
Los plásticos también se utilizan en invernaderos, materiales de tuberías, contenedores de productos químicos, fertilizantes encapsulados y otras piezas de uso común. Se estima que cada año se utilizan en suelo europeo alrededor de 15.600.000 toneladas de plástico agrícola.
Por último, hay que tener en cuenta la entrada de microplásticos al suelo mediante deposición atmosférica, especialmente en el caso de suelos desnudos. La presencia de vegetación que intercepta estas partículas puede ser la razón por la que esta fuente no fue identificada como la más dominante.
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¿Cuánto microplástico hay en el suelo?
Hoy en día, se estima que la contaminación plástica global de las tierras agrícolas es de entre uno y 4,3 millones de toneladas para las contribuciones de aguas residuales y entre 5 y 2,3 millones de toneladas para las relacionadas con el mantillo plástico. Esto representa una presencia media de 3,6 millones de toneladas.
Diversos aspectos ecológicos determinan la movilidad del plástico presente en el suelo, como la cantidad e intensidad de las precipitaciones, la pendiente del terreno, el uso y propiedades del suelo, la distancia a los cauces de los ríos. Por tanto, es difícil hacer una estimación precisa de la cantidad de microplásticos que llegan al sistema fluvial y luego al océano.
Sin embargo, recientemente se han realizado estudios que intentan evaluar el papel del suelo en la movilidad de estas partículas. Los resultados parecen mostrar que una vez que llega al suelo, la mayor parte permanece. A esto se suma la baja capacidad de biodegradación de los polímeros más comunes y su constante ingesta.
Lo anterior implica que los microplásticos se acumulan en el suelo año tras año, aumentando su concentración, a pesar de que una pequeña parte es movilizada. Este es el principal motivo por el que se están desarrollando materiales alternativos a los plásticos que sean biodegradables y que reduzcan su presencia en el suelo a corto y medio plazo.
Trascendencia
Uno de los principales problemas de los microplásticos que quedan en el suelo es su impacto en el medio ambiente. Se ha demostrado que la presencia de estas partículas en el suelo afecta negativamente a su estructura, cambia la actividad y funcionalidad de los microorganismos, afecta a los organismos del suelo y afecta el crecimiento y desarrollo de las plantas. Además, el consumo de alimentos cultivados aumenta el nivel de preocupación sobre su impacto en la salud humana.
Y no se trata sólo de que los microplásticos puedan dañar nuestra salud y la salud de los ecosistemas. Cuanto más pequeñas son las partículas, más superficie tienen juntas y, por tanto, mayor es su capacidad para atrapar contaminantes ambientales y aditivos de lixiviación.
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Los aditivos plásticos son moléculas que le confieren determinadas propiedades adecuadas para su uso. Cuando el plástico se convierte en residuo y se expone a las condiciones ambientales, se fragmenta y estos aditivos se liberan a través de su superficie.
Los aditivos plásticos incluyen numerosas categorías de compuestos químicos, algunos de los cuales han sido identificados como potencialmente tóxicos, persistentes y móviles, lo que pone de relieve las consecuencias de su presencia masiva en el suelo.
Aunque hay avances en la comprensión de los efectos potenciales de los microplásticos, aditivos y otros contaminantes en la salud humana, todavía existe una enorme laguna de información al respecto.
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