Los niños españoles se quedan sin aliento: lo que revela su capacidad cardiorrespiratoria

REDACCION USA TODAY ESPAÑOL
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La aptitud cardiorrespiratoria es mucho más que una medida deportiva: refleja la capacidad del corazón, los pulmones y los músculos para suministrar y utilizar oxígeno durante el esfuerzo. Numerosas revisiones científicas han demostrado que los niños y adolescentes con mejor capacidad cardiorrespiratoria tienen un menor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, obesidad o diabetes tipo 2 en la edad adulta.

Por tanto, esta capacidad se ha convertido en un auténtico “signo vital” de la salud de los niños. Organismos como la OMS lo consideran un marcador esencial del bienestar físico, tan relevante como la presión arterial o el índice de masa corporal. Mantener niveles adecuados predice una mayor longevidad y un menor riesgo de enfermedad en la edad adulta.

Por el contrario, su decadencia no es accidental ni aislada. Estudios internacionales muestran que la capacidad cardiorrespiratoria de niños y adolescentes ha ido disminuyendo constantemente en las últimas décadas. En promedio, se ha observado una disminución global del 7% al 10% de este indicador de salud. España no es una excepción.

La famosa “prueba del pip” que todos hemos hecho

Muchos lectores lo recordarán: la prueba de Leger o Course Navette, aquella en la que sonaba un pitido y había que correr cada vez más rápido de una fila a la siguiente.

Hay mucha ciencia detrás de ese sonido aparentemente simple. Esta prueba permite evaluar de forma fácil y fiable la capacidad aeróbica máxima (la cantidad máxima de oxígeno que el cuerpo puede absorber, transportar y utilizar durante el ejercicio intenso) sin necesidad de un laboratorio.

Y lira también: ¿Está escrito en nuestros genes que podemos ser deportistas de élite?

Lo que revelan los resultados

En el estudio COR-School aplicamos esta prueba a más de 700 escolares españoles de entre 6 y 16 años y evaluamos su capacidad cardiorrespiratoria y su madurez biológica. Nuestros datos muestran que incluso los jóvenes que practican deportes no alcanzan los niveles mínimos de actividad física recomendados por la OMS: al menos 60 minutos diarios de actividad moderada o vigorosa.

Participantes de mSRT.

Cuando analizamos las diferencias, vemos varios patrones claros:

· Ventaja masculina, pero con matices: los niños suelen tener mejores niveles de aptitud cardiorrespiratoria que las niñas. Sin embargo, la diferencia no se debe sólo al género, sino también a la actividad, el descanso y la alimentación.

• La edad juega en su contra: A medida que crecen, muchos adolescentes pierden forma física si no mantienen una rutina activa.

• Más que peso: la composición corporal importa. Quienes tienen más masa muscular y menos grasa consiguen mejores resultados.

• El poder de los hábitos: moverse más, dormir bien y llevar una dieta equilibrada es una combinación sencilla, pero cada vez más rara.

Es decir, si los deportistas adolescentes apenas cumplen las recomendaciones, los que no realizan actividad estructurada están muy por debajo de lo que se considera saludable. España necesita más movimiento diario, no sólo más deporte.

Preocupante contexto europeo y nacional

En comparación con los datos de referencia europeos, los jóvenes españoles muestran niveles de condición física similares o ligeramente superiores, pero no los suficientes para estar dentro de unos límites óptimos.

Y esto resulta especialmente preocupante si recordamos que nuestra muestra estaba formada por niños y adolescentes que ya participan en clubes deportivos o actividades organizadas. Si la “élite activa” en nuestras escuelas apenas supera la media europea, ¿cómo les irá a los jóvenes sedentarios?

La evidencia reciente en España apunta en la misma dirección. En Cataluña, un estudio documentó una disminución persistente de la resistencia cardiorrespiratoria entre los estudiantes de secundaria entre 1999 y 2019, especialmente entre las chicas. En Aragón, investigadores de la Universidad de Zaragoza observaron una pérdida de entre el 5% y el 10% de la capacidad aeróbica en escolares aragoneses durante los últimos 25 años.

Nuestro trabajo describe lo que llaman la “tríada pediátrica”: actividad diaria insuficiente, falta de condición física y analfabetismo motor (es decir, incapacidad o dificultad para realizar adecuadamente movimientos básicos y coordinados).

Más allá del deporte: el desafío del movimiento diario

Durante años, la educación física ha sido tratada como una materia “menor”, fácilmente sacrificada en comparación con otras materias académicas. Sin embargo, los datos muestran que mudarse no es un lujo, sino una necesidad biológica.

La actividad física regular fortalece el corazón, mejora la concentración, el rendimiento escolar, el estado de ánimo y la calidad del sueño. Invertir en movimiento es invertir en salud, aprendizaje y bienestar.

Cada generación tiene su propio desafío de salud pública. Quizás el siglo XXI podría ser el regreso del movimiento a la vida cotidiana: la recuperación de patios escolares vibrantes, viajes activos a la escuela y tiempo de calidad lejos de las pantallas.

No hablamos sólo de ejercicio, sino de una cultura del movimiento que devuelva a los niños el derecho a jugar, explorar y respirar sin prisas.

Y los kilos también: dar más de 12.000 pasos al día durante el año escolar para reducir la obesidad infantil

Devuelve el aire a la generación.

La aptitud cardiorrespiratoria es uno de los indicadores más potentes de la salud futura. Si nuestros jóvenes “pierden el aliento” en esta etapa de la vida, lo pagarán más adelante en forma de enfermedades cardiovasculares o metabólicas,

Ante este preocupante escenario, España necesita una respuesta colectiva, centrada en más educación física en las escuelas, con tiempo y recursos suficientes para desarrollar la capacidad aeróbica. También más apoyo para que las familias activas integren el movimiento en su vida diaria. Además, es fundamental crear más espacios públicos y seguros para jugar, moverse y respirar aire puro.

No se trata de competir, se trata de recuperar algo tan básico como correr, saltar o jugar: hacer que el movimiento vuelva a ser parte natural del día a día.

Porque cada minuto de actividad cuenta. Y si conseguimos que nuestros niños y niñas lleguen al final del día un poco más cansados ​​(pero más felices), estaremos construyendo un futuro mucho más saludable, más fuerte y más pleno.


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