Las fiestas navideñas se acercan y con ellas llega un torbellino de luces, expectativas y emociones que no todas las personas viven de la misma manera. Si bien para muchos es una época de hermosos encuentros y celebraciones con sus seres queridos, para otros puede ser un período de tristeza y soledad no deseada.
En España viven solas casi cinco millones de personas, lo que representa el 27% de todos los hogares del país. Aunque vivir sin compañía no significa necesariamente sentirse solo.
Así, la soledad no deseada se puede definir como una experiencia desagradable que se produce cuando alguien siente que sus relaciones sociales son insuficientes o inexistentes, o que carecen de la suficiente calidad y calidez humana.
Por el contrario, la soledad es una experiencia voluntaria y placentera que las personas buscan activamente disfrutar en su propio tiempo y espacio personal.
En 2024, el 20% de la población española afirmaba sufrir soledad no deseada, que se asocia a una peor salud física y mental. De hecho, datos recientes concluyen que la percepción subjetiva de estar solo se asocia con una mayor mortalidad. Nos enfrentamos a un problema global que afecta negativamente a nuestro bienestar y conlleva costes sociales y económicos.
Los principales factores asociados a la soledad no deseada son, además de la vida sin compañía, acontecimientos vitales estresantes como el divorcio, el duelo, la viudez, etc. Además, la edad -que afecta especialmente a los más jóvenes y a los mayores-, los ingresos y la presencia de discapacidad y/o problemas de salud también son condiciones relevantes, sobre todo si reducen la autonomía y la salud mental.
Algunas iniciativas para estos días
Ante este problema, las administraciones lanzan diversas opciones para paliar la soledad no deseada que experimentan muchas personas y ofrecen soluciones durante determinadas fechas.
Entre ellos destaca el que impulsa la ONG “Grandes Amigos”, que pretende llegar a miles de personas y promover encuentros y apoyo a quienes más lo necesitan.
A nivel autonómico y municipal también hay propuestas, como, por ejemplo, el Banco del Voluntariado en Valladolid, con un programa específico de apoyo a las personas mayores en Navidad, o el programa “Navidad con Corazón” en Telde, Gran Canaria, donde señalan que “cada gesto importa. Una visita, una llamada o una carta pueden transformar la Navidad de alguien”.
Otras iniciativas son la convivencia de mayores en Almunjecar (Granada) o el taller navideño “Mayores en Navidad”, en la ciudad de Badajoz.
Sin embargo, estas iniciativas aisladas no siempre llegan a todas las personas que las necesitan y, simplemente, son desconocidas para la gran mayoría. Por eso, si sientes una soledad no deseada, es importante explorar las posibilidades que ofrecen los barrios, ayuntamientos, comunidades autónomas y entidades sociales, que, como ves, pueden marcar la diferencia y ser una ayuda real y eficaz.
También podemos hacer un seguimiento de aquellos que sabemos o sospechamos que se encuentran en esta situación, ayudándolos a encontrar alternativas como estas o las que podemos ofrecer.
elección personal
Por otro lado, aceptar las propias circunstancias y liberarse de la presión social que idealiza estas fechas puede abrir la puerta a vivir la Navidad de una forma “no normativa”.
Y aquí surge la pregunta central: ¿tan difícil es pasar estas fechas solo, o el sentimiento se ve agudizado por el ambiente de expectativas idealizadas que envuelve la Navidad?
Para resolver esta cuestión es necesario pedir libertad individual para decidir cómo vivir estas fechas. Las fiestas navideñas suelen reunir numerosas obligaciones sociales que pueden resultar abrumadoras y superar las necesidades o deseos individuales.
Mientras algunas personas encuentran satisfacción en las grandes reuniones, otras prefieren espacios más reducidos, reuniones selectivas o incluso la tranquilidad de pasar estos días en soledad.
Diversos estudios indican que el bienestar no depende de la cantidad de interacciones sociales, sino del equilibrio entre las necesidades individuales y las demandas del entorno social.
Desde esta perspectiva, la soledad o soledad seleccionada y placentera puede funcionar como una experiencia reparadora que ofrece introspección, descanso emocional y autonomía. Sin embargo, la libertad de elección sólo es posible si existen alternativas reales: programas comunitarios, actividades culturales, iniciativas de voluntariado o espacios para apoyar a quienes buscan conexión social. De lo contrario, la soledad corre el riesgo de imponerse y, por tanto, convertirse en una fuente de sufrimiento y una lacra social evitable.
Reconocer la diversidad de necesidades sociales nos permite repensar la Navidad más allá de la narrativa tradicional. Ofrecer espacios y recursos que brinden compañía y calidez humana a quienes lo quieran y lo necesiten debe ser un objetivo institucional prioritario.
Por otro lado, respetar la decisión de quienes no lo necesitan ayudaría sin duda a todos a vivir estas fechas de una forma que les resulte natural y satisfactoria.
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