Ni galletas “enriquecidas” ni zumos: la clave para un desayuno o merienda saludable

Periodista ANASTACIO ALEGRIA
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No sorprende que los dulces no sean recomendados para los niños. Pero la bollería, las galletas y la mayoría de los cereales, habituales en el desayuno y la merienda, no son mejores.

¿Qué quieren los niños de nosotros? La respuesta es sencilla: si pueden, eligen los alimentos que les gustan, ya sea por el sabor, por la forma en que se presentan o por la publicidad. Algunas de ellas son galletas con forma de animales, cereales con silueta de pequeñas estrellas, batidos con dibujos o “cookies”, que resisten con firmeza el paso de las décadas.

Muchos de estos productos incluso cuentan con vitaminas y minerales añadidos. Pero no nos dejemos engañar, porque su objetivo no es más que convencernos a las madres y a los padres de que son buenos para nuestros hijos.

La importancia de dejar de hacer publicidad

Hace unos años, desde el equipo BADALI de la Universidad Miguel Hernández analizamos la calidad nutricional de más de 500 alimentos con publicidad dirigida a niños o adolescentes. Un sorprendente 97% de ellos no estaban sanos.

En este estudio incluimos una amplia gama de productos que suelen gustar a los más pequeños de la casa: tartas, cereales para el desayuno, bollería, lácteos, barritas, zumos y bebidas de frutas, snacks y dulces. Encontrar un 3% saludable puede ser como buscar una aguja en un pajar.

Por tanto, es necesario frenar la publicidad de alimentos poco saludables destinados a niños y adolescentes, como ya ocurre en varios países desde hace más de una década. En este sentido, el Ministerio de Consumo elaboró ​​en 2022 un borrador de Real Decreto, al que dio continuidad recientemente. Esperemos que esta vez sea una realidad.

Falsa afirmación “con vitaminas añadidas”

En cuanto a “enmascarar” que los alimentos no son saludables añadiendo vitaminas y minerales, también tenemos datos. Por resumir lo más importante, sólo uno de cada siete de todos estos productos puede considerarse saludable.

Si miramos más de cerca, vemos que la población infantil es el principal destinatario de, por ejemplo, galletas. Dos de cada tres de los que se anuncian como “enriquecidos” tienen dibujos. De más está decir que ninguna de estas galletas es saludable, pero las demás tampoco.

En cuanto a los cereales de desayuno fortificados, hay algunos que son saludables; sin embargo, no están destinados a niños. Y cuando se trata de bebidas de frutas, por mucho que se anuncien con toda una colección de vitaminas, ninguna de ellas es recomendable.

Es preferible un desayuno corto a uno poco saludable

Entonces, ¿cómo deben ser los desayunos, almuerzos y meriendas? Lo cierto es que en muchas familias un buen desayuno antes de ir al colegio sigue siendo un tema de actualidad. Además, es posible que los apetitos de los niños sean muy peculiares y dependan mucho de lo que haya en la mesa.

Las madres y los padres están preocupados y tienden a apegarse al “no importa lo que coman, siempre y cuando coman”. Sin embargo, la mejor decisión que podemos tomar es adoptar esta segunda máxima: es preferible un desayuno breve a uno poco saludable.

No existen alimentos saludables que estén prohibidos en el desayuno, el almuerzo o la merienda. Sin embargo, la combinación ideal es un producto lácteo, cereales y fruta. Eso sí, deben cumplir la misma condición: estar sanos.

No es necesario que la leche esté enriquecida, basta con leche normal y mejor si es entera. No hay ningún motivo para prohibir la leche entera de las mesas de los niños. Para los adultos es diferente, pero los niños deben beber dos vasos de leche al día, porque les proporciona un aporte de calcio insustituible para su crecimiento.

Los batidos no son una buena alternativa porque llevan azúcar añadido o edulcorantes, ninguno de los cuales es saludable.

En cuanto a los yogures sin estos ingredientes, son una muy buena elección, aunque solemos rechazar su sabor ácido. Podemos mezclarlos con trozos de fruta o añadirles solo un poco de azúcar, lo justo para neutralizar esa acidez. Además, debemos recordar que un vaso de leche equivale a dos yogures.

Los cereales para el desayuno sin más ingredientes que los propios cereales son una opción junto con los productos lácteos. Ni siquiera hablamos de bollería y galletas: aunque sean horneadas tradicionalmente o caseras, es mejor evitarlas.

En España se acostumbra optar por el pan, que suele acompañarse de aceite de oliva virgen extra y tomate. Esta es una buena elección, pero con dos matices: uno es que el pan debe ser de trigo, y el otro es que no se le añade más sal. La sal del propio pan ya supone el 20% de toda la sal que ingerimos al día, que deberíamos reducir a la mitad. La mantequilla, la margarina o la mermelada no son buenas opciones con el pan.

Esa rebanada de pan suele convertirse en sándwich a la hora de comer o merendar. Aunque se le acusa injustamente de engordar, lo más importante de un sándwich es el pan. Debemos reducir el tamaño de las capas de embutidos que suelen acompañarlo, porque ponen en peligro nuestra salud.

Es mejor sustituir la fruta por zumo de naranja.

El zumo de naranja casero goza desde hace mucho tiempo de buena reputación. La verdad es que es preferible a cualquier otro zumo, fruta o refresco comercial. Sin embargo, sólo aporta azúcares libres, que aumentan el riesgo de enfermedades, obesidad y, por supuesto, provocar caries. Por lo que esta bebida tampoco es un buen sustituto de la fruta.

El desayuno, el almuerzo y las meriendas son oportunidades para obtener los nutrientes básicos que nuestros hijos necesitan para crecer sanos. Vale la pena porque es la mejor inversión que podemos hacer para tu futuro.


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