Una vez más, vale la pena leer entre líneas lo que dice Ricksbank. El premio Nobel de Economía nunca se concede sólo por las recompensas, sino también por las sugerencias. Detrás de cada elección hay un mensaje subliminal: cuando Ben Bernanke recibió el premio 2022, el trasfondo era una crisis de política monetaria y financiera. Cuando Claudia Goldin, historiadora del trabajo, premió el año 2023, la atención se centró en la evolución del papel de la mujer en la economía. Este año, al reconocer a Joel Mookir, Philippe Aghion y Peter Hovtt, el énfasis vuelve al motor del progreso: la innovación.
Como recordaba Mark Twain, la historia no se repite sólo, sino que rima. Y este Premio Nobel, que apoyan la destrucción histórica de historiadores y arquitectos, rima fuertemente con el momento que vivimos.
Confianza en el progreso
Joel Mokir es mucho más que un historiador económico: es un arqueólogo de ideas que han avanzado. Como profesor de la Universidad Northwestern, pasó una década investigando los fundamentos intelectuales de la revolución industrial, buscando no sólo lo que sucedió, sino también por qué sucedió y después.
En trabajos como palanca de riqueza o cultura de crecimiento, Mokir afirma que las verdaderas fuerzas impulsoras del desarrollo no eran la máquina sino la mente. Europa quedó abandonada, recuerda, cuando cambió también su actitud ante el conocimiento tanto de los inventivos, de los científicos como de los artesanos en un mismo lenguaje: es curiosidad, evidencia y confianza en el progreso.
Su mensaje tiene hoy un eco especial en el Viejo Continente: Europa ya ha sido la cuna de la revolución industrial gracias a su cultura abierta, crítica y colaborativa. Esto podría volver a ocurrir si convierte la inteligencia, humana y artificial, en su nueva materia prima. Mookir nos recuerda que la tecnología no nace de la nada, sino de un ecosistema cultural que cree en la razón y tolera el error. Y este optimismo no es una ingenuidad, sino la forma de fe en la capacidad creativa del ser humano.
Que aparezca el nuevo
Si MOKIR nos recuerda de dónde venimos, Philippe Aghion y Peter Hitty nos explican adónde vamos. Intelectuales alumnos de Joseph Schumpeter, transformaron su intuición sobre la destrucción creativa en la rigurosa teoría del crecimiento económico.
Su modelo, que hoy forma parte del ADN de la economía moderna, describe cómo las nuevas ideas, cuando aparecen, desplazan las antiguas y abren espacio para el progreso. No se trata de destruir para destruir, sino que dejo morir lo que ya no sirve para que aparezca lo nuevo: la esencia misma del emprendimiento.
Aghion, del College de France, son que las economías dinámicas son las que premian la innovación y toleran el riesgo, mientras que Hovtot, con una universidad marrón, mostró cómo esta dinámica se convierte en bienestar a largo plazo. En el momento de la revolución tecnológica, su mensaje es claro: no hay crecimiento sin cambio, ni innovación sin coraje. Europa, que antaño impulsó el espíritu emprendedor de Schumper, necesita recuperar este coraje: convertir su prudencia en impulso, su regulación en confianza y su miedo a perder las ganas de perder sus deseos.
El comunicado oficial del Rixbank lo resume con una claridad que trasciende lo académico:
“Porque explicaba el crecimiento económico mediante la innovación, la mitad de Joel Mobs para identificar los requisitos previos para mantener el crecimiento mediante avances tecnológicos, y la otra mitad de Filippe Aghion, Peter Howghit y Peter Hovtit para la teoría del crecimiento duradero”.
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Ideas, energía poderosa.
En una frase, el premio conecta el pasado y el futuro: una cultura del conocimiento que permitió la revolución industrial y el dinamismo empresarial que impulsa los cambios tecnológicos actuales. MoKir nos recuerda que sin un clima intelectual abierto no hay invenciones que avancen, aghion, hoittt y hoitty, que sin competencia y renovación no hay progreso duradero.
Kerstin Enflo, profesora de Historia Económica y miembro de la Comisión Nobel de Economía 2025. años. Fuente: YouTube, Premio Nobel.
Premio Nobel 2025. No es sólo un homenaje a tres grandes economistas, sino un recordatorio para nuestro tiempo: las ideas siguen siendo la energía más fuerte de la humanidad. Europa, que en su día puso la chispa del vapor y del pensamiento crítico, antes de tener la oportunidad de volver a hacerlo, esta vez con la inteligencia, humana y artificial, como su nuevo motor de crecimiento.
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