Cuando buscamos formas de mejorar nuestro rendimiento, ya sea en una esfera personal o profesional, rara vez cambiamos los principios científicos. Y sin embargo, puedo ofrecernos un camino claro hacia el éxito. Al igual que en los procesos moleculares de precisión, la repetición y la optimización son esenciales, estos mismos principios se pueden aplicar a nuestros hábitos, decisiones y la forma en que nos adaptamos a nuevas circunstancias. Luego investigaremos cómo la ciencia puede ayudar a lograr nuestros objetivos a través de lo que podemos llamar métodos moleculares.
Los estudios sobre neuroplasticidad, psicología del comportamiento y teoría del sistema nos enseñan que las pequeñas acciones son consistentes, pueden generar transformaciones importantes: son lo que llamamos métodos moleculares. Pero, ¿cómo todo este hilo en el cambio real?
Neuroplasticidad: la capacidad del cerebro para cambiar
Nuestro cerebro no es una estructura rígida, pero es capaz de ajustar y cambiar con el tiempo. Es como un camino que se reordena con un pasaje del automóvil: cuanto más practicamos el hábito o el comportamiento, la conexión neuronal es más fuerte. Esta capacidad de cambio, que llamamos neuroplasticidad, nos brinda una increíble ventaja para cambiar nuestras formas de pensamiento y comportamiento a través de métodos moleculares.
Por ejemplo: si queremos ser más productivos, podemos comenzar a establecer un horario fijo para las tareas más importantes y practicar meditación para mejorar nuestro enfoque. Cuando estas acciones se repiten todos los días, “reconstruimos” el cerebro para acostumbrarse a la disciplina y la concentración. Este proceso no es actual, pero con el tiempo, nuestros hábitos se volverán automáticos y de manera más eficiente.
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Psicología de la conducta: el poder del hábito
La psicología del comportamiento nos enseña a encontrar los premios o consecuencias que tienen con nuestras acciones. El psicólogo estadounidense Burghus Frederick Skinner descubrió que estos comportamientos que generalmente repitemos son positivos o se fortalecen negativamente.
La psicología de la conducta, también conocida como la psicología del comportamiento, se centra en el estudio de los estímulos externos y la experiencia influyen en nuestras acciones. Esta disciplina ha demostrado que el refuerzo positivo y negativo puede llevar a cabo el moho, lo que permite la formación de nuevos hábitos y modificaciones de patrones de comportamiento no deseados. Los resultados de nuestros procedimientos (de la emisión de trauma) modelan nuestro comportamiento, favoritando que algunos comportamientos se vuelven repetidos y comunes, y otros los evitan.
En este sentido, si, por ejemplo, queremos mejorar nuestra salud, debemos tratar de establecer métodos o hábitos moleculares que se refuerzan con un resultado positivo. Si caminamos 10 minutos al día y celebramos el logro con gratitud a la actividad, esta rutina nos facilitará fortalecernos. Un poco de poco, ejercicio, que la caminata de 10 minutos se convertirá en la parte natural de nuestra rutina.
Teoría del sistema: adaptación y optimización continuas
La teoría del sistema nos muestra cómo los diferentes elementos interactúan entre sí. En este contexto, nuestras vidas son un sistema y cualquier pequeño cambio que hagamos puede afectar significativamente nuestro rendimiento general. A medida que una celda se adapta a su entorno para mejorar, podemos optimizar nuestros recursos y adaptarnos a nuevas circunstancias para mejorarnos todo el tiempo.
Por ejemplo, si tomamos un trabajo, no puede ir perfectamente al principio. Pero en lugar de buscar la perfección desde el principio, podemos adoptar una mentalidad continua para mejorar. Establezca los procesos, evalúe los resultados y realice cambios estratégicos a medida que avanzamos. Este enfoque es similar a la forma en que los sistemas biológicos se adaptarían a su entorno para sobrevivir y avanzar.
¿Cómo indicar métodos moleculares de día a día?
Si queremos ver resultados específicos, es esencial para monitorear un enfoque sistemático. Luego presentemos algunos consejos para integrar estos principios científicos en la vida cotidiana:
Hacer pequeñas acciones todos los días. Como si las moléculas se combinen para crear una reacción química, nuestras acciones diarias pueden comenzar importantes cambios a largo plazo. Es aconsejable comenzar con objetivos pequeños y alcanzables.
Aproveche un refuerzo positivo. Según la psicología del comportamiento, los hábitos se consolidan a través de premios. Vamos a identificar incentivos que fortalecen el comportamiento deseado, ya sea a través del reconocimiento personal o pequeños premios.
Adoptar una mentalidad continua para promover. Si tomamos un trabajo o desarrollamos un proyecto, es posible que no todo sea perfecto al principio. En lugar de buscar la perfección desde el principio, es deseable adaptar los procesos, evaluar los resultados y hacer cambios estratégicos a medida que avanzamos. Este enfoque de los métodos moleculares es similar a la forma en que los sistemas biológicos se adaptaron a su entorno para sobrevivir y progresar.
Reconfigura nuestra mentalidad con la neuroplasticidad. La neurociencia mostró que el cerebro puede cambiar y adaptarse a la práctica constante. Las técnicas de implementación como la meditación, la escritura reflexiva o los objetivos de visualización pueden fortalecer nuestra capacidad de concentración y resiliencia.
Siga el acceso a los datos. La teoría del sistema nos enseña que cualquier proceso complejo puede mejorarse mediante observación y ajuste continuo. El registro del progreso, el análisis de formularios y la preparación de la configuración informada nos permitirá tomar mejores decisiones y optimizar los resultados.
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El éxito de los métodos moleculares como proceso científico
Lo que más no ve es que el éxito no es ocasional, sino el resultado del proceso basado en la ciencia. Al aplicar el principio de neuroplasticidad, psicología del comportamiento y teoría del sistema, podemos transformar nuestros hábitos, tomar decisiones más inteligentes y adaptarnos fácilmente a nuevas situaciones.
No necesitamos cambios radicales para lograr una gran influencia. Así como la célula adapta sus funciones para mejorar su eficiencia, podemos modificar gradualmente sus hábitos y alcanzar paso a paso, gracias a los métodos moleculares.
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