Personalidad resiliente: cómo convertir el estrés laboral en un motor de crecimiento personal

REDACCION USA TODAY ESPAÑOL
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Imaginemos a dos profesionales pasando por la misma situación laboral complicada: hay reorganizaciones internas, presión para alcanzar objetivos y un clima de incertidumbre. Mientras uno se desmotiva y termina agotado, el otro logra mantener la calma y utilizar la experiencia como un aprendizaje. ¿Qué marca la diferencia? La psicología tiene la respuesta: una personalidad resiliente (resistencia cognitiva), un recurso que permite transformar las presiones en oportunidades de crecimiento.

La psicóloga Suzanne Kobasa acuñó este concepto a finales de la década de 1970 después de estudiar a directivos que estaban expuestos a altos niveles de estrés. Señaló que algunos, a pesar de estar expuestos a las mismas dificultades que sus homólogos, tenían menos problemas de salud. La clave no estuvo en la ausencia de obstáculos, sino en la forma en que fueron interpretados.

Junto con el profesor e investigador Salvatore Madi, Kobasa definió un modelo basado en tres dimensiones:

Compromiso, que significa involucrarse activamente en su vida personal y profesional y encontrar un propósito vital.

Control, entendido como la creencia de que nuestras acciones influyen en los resultados y reducen los sentimientos de impotencia.

Desafío, que se refiere a la voluntad de ver el cambio como oportunidades de aprendizaje en lugar de amenazas.

Un estilo resiliente no elimina el estrés, pero cambia su impacto: lo convierte en un motor de desarrollo personal y profesional.

Protector contra el estrés crónico

Numerosos estudios han demostrado que una personalidad resiliente actúa como factor protector contra el estrés crónico. Quienes lo desarrollan tienen más probabilidades de recurrir a estrategias activas, como la resolución de problemas o buscar apoyo social, en lugar de evitar la situación. Esto se traduce en una mayor capacidad de adaptación a reorganizaciones, capacidad para mantener el desempeño en entornos inciertos y una menor probabilidad de sufrir ansiedad, depresión o burnout.

Un estudio con bomberos españoles demostró que aquellos con mayores niveles de personalidad resiliente tenían menor riesgo de agotamiento laboral, a pesar de trabajar en las mismas condiciones extremas que sus compañeros.

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Beneficios no sólo para la salud del individuo

A nivel organizacional, los trabajadores resilientes tienden a mostrar mayor persistencia y capacidad para resolver tareas complejas, lo que favorece el desempeño general. En los líderes, esta disposición se traduce en transmitir confianza y capacidad para dirigir equipos con serenidad ante la incertidumbre. Cuando las empresas cultivan actitudes de compromiso, control y la percepción del cambio como un desafío, crean un clima laboral más resiliente, caracterizado por la colaboración y la orientación a soluciones.

La relevancia de la personalidad resiliente en el lugar de trabajo es tal que el interés académico por el tema ha seguido creciendo y se proyecta como una línea de estudio clave en los próximos años. Algunos ejemplos actuales:

La transformación digital suele generar ansiedad en los equipos debido a la velocidad con la que se implementan las nuevas tecnologías. Sin embargo, cuando este proceso se interpreta como una oportunidad de aprendizaje, la adaptación se acelera y los resultados son más positivos.

En equipos cada vez más globales y virtuales, una personalidad resiliente facilita la cohesión y ayuda a gestionar los malentendidos que surgen de la comunicación a larga distancia o de las diferencias culturales.

En el mundo empresarial, quienes operan en un contexto de incertidumbre y riesgo constante dependen de esta resistencia para mantener la motivación y transformar los fracasos en aprendizajes valiosos.

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Resistencia al tren

La buena noticia es que, a diferencia de otros rasgos de personalidad más estables, la resiliencia psicológica se puede entrenar. Existen programas de formación e intervenciones psicoeducativas que han demostrado ser eficaces.

Entre las estrategias más comunes se encuentran la capacitación en resolución de problemas y toma de decisiones bajo presión, el diseño de programas que vinculen las metas personales con las organizacionales, la promoción de la autonomía para fortalecer las percepciones de control y la construcción de una cultura de aprendizaje continuo. Muchas empresas han incorporado prácticas de mindfulness, programas de tutoría y talleres de gestión del cambio que generan confianza y compromiso en entornos laborales exigentes.

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¿Y en el futuro qué?

El futuro del trabajo seguirá marcado por transformaciones rápidas e impredecibles. La pandemia, la digitalización y la globalización de los equipos demuestran que la incertidumbre no es una excepción.

En este contexto, una personalidad resiliente se convierte en un recurso esencial tanto para los propios individuos como para sus organizaciones. Invertir en su desarrollo no sólo protege la salud mental de los trabajadores, sino que también fomenta la innovación, la productividad y la sostenibilidad empresarial.

La evidencia científica demuestra que esta capacidad se puede entrenar y mejorar. Será, sin duda, una de las claves para afrontar con éxito los retos del mundo laboral en los próximos años.


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