¿Podemos enseñar a los niños a “pisar el freno”? ¿Qué es la inhibición conductual?

Periodista ANASTACIO ALEGRIA
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Las prisas y la sobreestimulación son aspectos que caracterizan a nuestra sociedad actual. Por eso, en muchas ocasiones de nuestra vida diaria, es necesario “pisar el freno antes de actuar”: lo que en ciencia se llama inhibición conductual.

Nuestro nivel de inhibición conductual depende en parte de la maduración de nuestro cerebro y, en particular, de la parte que se encuentra detrás de la frente, la llamada corteza prefrontal. Esta parte del cerebro no madura completamente hasta alrededor de los 20 años.

Entre los 3 y los 6 años, esta zona está especialmente preparada para recibir información del entorno que nos rodea. Y estas experiencias, lo que hacemos, vivimos y sentimos cada día, ayudan a madurar la corteza prefrontal, de modo que adquirimos una mayor capacidad de frenar antes de actuar y nuestro comportamiento se vuelve más adaptado y adecuado a cualquier situación. ¿Puede esta maduración ser apoyada y potenciada por actividades concretas? En una encuesta reciente, cuyos resultados comparto a continuación, respondimos esta pregunta.

Juego y desarrollo infantil.

El juego es una actividad natural para niños y niñas. A todo el mundo le encanta jugar porque es divertido, pero también les permite explorar y aprender. A menudo, en el juego repites acciones o intentas las mismas cosas una y otra vez. Esta repetición no les resulta aburrida, sino todo lo contrario: les permite practicar y les ayuda a comprender cómo funcionan las cosas.

Además, puedes mejorar tus habilidades practicando una y otra vez. Por tanto, el juego es como un entrenamiento constante y divertido para su cerebro: les permite desarrollarse y aprender. Los profesores y las familias deben aprovechar estos beneficios del juego para ayudarles a desarrollar y mejorar su inhibición conductual.

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¿Qué tipo de juegos te enseñan a “pisar el freno”?

No todos los juegos permitirán que niños y niñas desarrollen su inhibición conductual de la misma forma. Para que un juego sea eficaz en la promoción de la inhibición conductual, debe contener elementos que desafíen a los niños a controlar sus movimientos e impulsos y que, por sus reglas o dinámicas, les obliguen a detenerse, esperar o modificar una respuesta automática. Esto es clave para entrenar la inhibición conductual. Éstos son algunos:

“Frozen” o “Estatuas”: Este tipo de juegos requieren que cuando la música se detenga (o ante una señal concreta, como un aplauso), los niños y niñas permanezcan completamente quietos. Es decir, cuando ven una señal de alto, los menores deben detener su acción como si estuvieran “congelados” o convertidos en “estatuas”. Quien se mueve queda eliminado. Hay muchos juegos tradicionales que pertenecen a este tipo de juegos, como el escondite inglés.

Juegos o tareas Go-No Go. Consisten en presentar a los niños y niñas una serie de estímulos. Generalmente se presentan dos tipos de estímulos (por ejemplo: un círculo azul y un cuadrado rojo) de forma sucesiva y en orden aleatorio. Cuando aparece un determinado tipo de estímulo (por ejemplo, un círculo azul), los niños y las niñas deben realizar una acción. Este tipo de estímulo en respuesta al cual se debe hacer algo se llama estímulo Go. Cuando aparece otro tipo de estímulo (ejemplo: cuadrado rojo) no deben hacer nada. Este segundo tipo de estímulo ante el cual no se debe hacer nada se llama estímulo No Go. Como el estímulo Ir se presenta más veces que el estímulo No Ir, la acción se vuelve casi automática, lo que dificulta la inhibición cuando aparece el estímulo No Ir. Un ejemplo de este tipo de juego es el siguiente: el moderador dice los nombres de los animales. Cuando se trata de una mascota, los niños deben saltar. Cuando es un animal salvaje, no necesitas hacer nada.

Juegos con giros. Son un tipo de juego donde los jugadores actúan de forma secuencial. Esto significa que cada jugador realiza sus acciones y luego espera a que todos los demás hagan las suyas antes de poder volver a jugar. Por ejemplo, cuando un grupo de niños salta la cuerda, cada uno de ellos debe esperar hasta que todos hayan saltado antes de volver a saltar. Esta espera implica controlar su impulso de querer saltar siempre, sin tener en cuenta las órdenes de los demás participantes. Otro ejemplo es jugar al dominó. Un niño puede tener una ficha que coincida en número con uno de los extremos de la cadena de fichas que se está formando. Sólo podrás colocarlo si es tu turno. Si no es su turno, el niño debe controlar su impulso de colocar su pieza y esperar a que los demás jugadores coloquen sus piezas.

Además: ¿Se puede aprender jugando? Juegos de mesa para entrenar el cerebro

Paciencia y práctica.

La inhibición conductual es una parte esencial de la maduración humana, y el entrenamiento a través del juego es muy necesario, además de divertido y eficaz.

Sin embargo, durante este proceso de entrenamiento es importante tener paciencia, porque es normal que al principio no salga bien. Aprender a pisar el freno es un proceso que lleva tiempo. Además, debes ser constante y practicar. Cuanto más juegues y más repitas actividades, antes aprenderás a pisar el freno.

Sin olvidar que cuanto más se diviertan los niños, más ganas tendrán de jugar, y por tanto aprenderán sin siquiera darse cuenta. Por ello, los juegos que potencien la inhibición conductual deben presentarse en un ambiente agradable, y la experiencia debe ser alegre, cómoda, relajada, fomentando la participación y la risa.

Impulsos y concentración.

Con estos juegos (que se pueden jugar de forma individual y en grupo) no sólo ayudamos a los más pequeños a desarrollar esa parte de su cerebro, sino también otros aspectos fundamentales para su crecimiento como la motricidad fina o la creatividad. Son formas muy fáciles y económicas de olvidarse de las pantallas y evitar la sobrecarga digital a la que ya están expuestos desde pequeños.

Son la forma en que todos pueden controlar los impulsos y mantener la concentración en un contexto dinámico, real y sostenible.


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