¿Por qué, si el liderazgo ideal está cada vez más relacionado con la ética, el servicio y el humanismo, los líderes autoritarios o de polarización reciben popularidad en el panorama político actual?
En el mundo en el que las organizaciones, la academia y la opinión pública, asignan una gestión humanista, colaborativa y transformadora, parece contradictoria que las encuestas a menudo recompensan figuras cuyo retórico y estilo de liderazgo están lejos de estos ideales.
Este contraste te invita a pensar en lo que realmente estamos buscando en el líder y las razones detrás de esta aparente paradoja.
Ideal para el liderazgo: servicio, ética y humanismo
Hay muchos modelos de liderazgo. Sin embargo, las últimas décadas de organizaciones se centraron en los estilos que están siendo arrastrados del autoritarismo y la verticalidad.
Entre ellos, el liderazgo humanista, ético y de servicio, tres enfoques compartidos por el núcleo común: el líder como facilitador de crecimiento y buenos, otros. En otras palabras, sea un líder para y para los demás.
Liderazgo del servicio: sugiera Robert K. Greenleaf, este modelo plantea un líder como servidor al servicio de otros. El enfoque no está en el poder o el control, sino para capacitar a las personas para desarrollar su máximo potencial. Como señala ZeeleniliLeaf, “un gran líder es el que quiere servir primero e interferir con más tarde”. Este modelo encuentra aplicaciones prácticas en empresas y comunidades que prioridades para la sostenibilidad y el capital.
Liderazgo ético: en un mundo complejo y globalizado, el liderazgo ético, basado en valores como la justicia, la integridad y la transparencia, adquirieron el país. James MacGregor Burns, conocido por su concepto de liderazgo de transformación, énfasis: “La gestión realmente moral plantea seguidores y promovió bien compartido”. Esta visión es básica en aquellas áreas donde las decisiones no solo afectan los resultados, sino también la vida humana.
Liderazgo del humanismo: de acuerdo con que pienso en Carl Rogers o Abraham Maslov, el liderazgo humanista se centra en el respeto por la dignidad de las personas, promoviendo relaciones auténticas y motivaciones internas. En lugar de imponer, el líder humanista inspira y monitorea, reconociendo el valor único de cada individuo.
Estos modelos han demostrado ser eficientes en organizaciones que requieren innovación, sostenibilidad bien-bebé. Sin embargo, en la esfera política, la realidad parece moverse en otra dirección.
Paradoja política: un aumento en los líderes de polarización
El líder que se idealiza en las organizaciones no siempre se refleja en la política. Líderes como Donald Trump, Giorgia Meloni o Javier Miley, caracterizaron estrategias divisivas y autoritarias, triunfadores en encuestas.
¿Por qué está sucediendo eso?
La crisis de la confianza y la búsqueda de la seguridad: en contextos de incertidumbre, como la crisis económica, migratoria o social, las personas tienden a buscar líderes que brinden seguridad, aunque implica renunciar a valores éticos. ¿Cómo puede destacar Daniel Kahneman? “Las emociones están dominadas por nuestras decisiones en tiempos de inseguridad, eclipse de razones”.
Apele al miedo e indignación: estos líderes generalmente se asocian con emociones primarias, explotando los temores colectivos y ofrecen soluciones simples de problemas complejos. Sus hablaciones no están diseñadas para cooperar, ya se enfrentan, creando enemigos externos que fortalecen la sensación de unidad interna.
El papel de Amplica en las redes sociales: las plataformas digitales han convertido la comunicación política, favoreciendo mensajes cortos y controvertidos, cargados de emociones y a veces falsas. Estas características se benefician al polarizar a los líderes, que dominan una narrativa en el espacio en la que prevalece la virilidad sobre la profundidad.
Exclusión con el ideal democrático: si bien las organizaciones valoran la empatía y el servicio, en política, la percepción es necesaria para un líder “fuerte” necesario para enfrentar desafíos excepcionales.
¿Qué tipo de liderazgo necesitamos?
La historia ofrece valiosas lecciones sobre cómo los diferentes estilos de liderazgo pueden afectar a las sociedades. Vinston Churchill, por ejemplo, fue elegido para dirigir el Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial, gracias a su fuerza y capacidad para movilizar a la población en un momento crítico. Sin embargo, después de la competencia, su estilo experimentó como el mejor para la guerra, pero no para la paz, y se ha reemplazado un gobierno más colaborativo.
Por otro lado, los líderes humanistas y éticos como Nelson Mandela o Angela Merkel demostraron que es posible manejar contextos complejos desde la empatía y el compromiso con el bien común, sin recurrir a la polarización o el autoritarismo.
Liderazgo y responsabilidad social
La elección de nuestros líderes refleja nuestros valores como sociedad. Como ciudadanos, debemos preguntarnos si la prioridad para aquellos que nos inspiran a crecer y cooperar o que nos comparten en busca de poder.
La contradicción del liderazgo ideal y la gestión que elegimos es en realidad no es un fracaso sistémico, sino un reflejo de nuestras tensiones como sociedad. Llevamos mucho tiempo inspirar a los líderes, escuchar, crear consenso, pero en el momento de la inseguridad estamos buscando el norte actual, incluso si llegan a hablar autoritarios y una simplificación peligrosa.
Quizás el problema no es solo qué tipo de líderes eligen, sino por qué todavía creemos que el liderazgo es un fenómeno individual, no un proceso colectivo. El líder autoritario tiene éxito cuando la sociedad da una voz a cambio de seguridad. Por otro lado, el líder ético y humanista solo es sostenible en la sociedad que asume su responsabilidad en la construcción del futuro.
El liderazgo de Crossroads no solo se encuentran en las colegios electorales o los discursos, sino en la elección cotidiana sobre qué mundo queremos construir. Y está mucho en la lista en cada una de las decisiones que traemos.
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