¿Qué debo hacer cuando mi hijo no quiere salir porque es adicto a los videojuegos?

Periodista ANASTACIO ALEGRIA
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Hoy en día, jugar a videojuegos se ha convertido en una práctica habitual en el ocio de muchos niños y adolescentes. Es habitual que los padres se cuestionen la conveniencia de permitirles jugar bajo demanda, así como en el horario recomendado y a qué hora. ¿Dejarlos jugar entre semana o solo los fines de semana? Después o antes de los deberes, ¿no debería hacerlos rápido y con prisas?

También mencionan lo complicado que es lidiar con peleas de menores de edad: “si todos mis amigos están jugando a este juego, ¿por qué no me dejas?”. A menudo, el miedo de los padres a que sus hijos sean excluidos del grupo les hace ser más indulgentes de lo que realmente les gustaría en cuanto al tiempo y al tipo de juego.

De esta forma, empiezan a permitir que los videojuegos se conviertan en un hábito, aunque estén convencidos o sospechen que no les iría mejor jugando a otras cosas, leyendo o saliendo más de casa.

Entonces, gradualmente, si no se establecen límites, se creará dependencia. Es posible que empecemos a notar un cambio de carácter: “está más irritable”, “está más solo que antes”, “parece que no le importa nada”, “cada vez sale menos con amigos”.

Los videojuegos con mayor potencial adictivo son los juegos de rol online. Son juegos multijugador donde se realizan tareas en equipos, también llamados gremios. Están diseñados utilizando técnicas psicológicas para que el jugador pase el máximo tiempo conectado. Por ejemplo, aumentar periódicamente las cajas de botín es el mismo mecanismo que se utiliza en las máquinas tragamonedas.

El papel de los padres

Es importante, cuando veamos que nuestro hijo empieza a dedicar más tiempo a jugar, que intentemos dar respuesta a estas tres preguntas:

¿Has perdido el interés por las actividades que hacías antes (académicas, actividades extraescolares, salir con amigos, trabajar juntos en casa…)?

¿Sabemos si le pasó algo en la vida “real” de lo que necesita huir? En este caso, tendremos que reaccionar ante la causa y, si es necesario, buscar ayuda especializada.

¿Te molestas más a menudo y te pierdes más cosas?

Después de pensar en estas cuestiones, nos centraremos en dos conceptos esenciales que guían la forma en que nos posicionamos en relación con nuestros hijos: conexión emocional y autoridad (que no es lo mismo que autoritarismo).

Lazos de confianza y autoridad.

La conexión emocional se refiere a los vínculos de amor que se establecen entre padres e hijos y que son la base para crear confianza y bienestar. Estamos hablando de autoridad respecto a la responsabilidad de los padres de tomar todas las decisiones necesarias para el bienestar de sus hijos e hijas. De hecho, la patria potestad otorga a los padres ese derecho. Esto incluye establecer reglas, expectativas y límites y al mismo tiempo guiar y enseñar a los niños sobre comportamientos y valores aceptables, así como protegerlos de lo que no es bueno para ellos.

Por otro lado, “la autoridad se tiene, no se gana”, en palabras de una amiga que enseña a adolescentes. Es algo intrínseco al rol de los padres, para quienes es el derecho y el deber aplicarlo.

¿Qué podemos hacer para ayudarte a recuperar tu bienestar?

El primer consejo es mantener la conversación tranquila, incluyendo a otros miembros de la familia que son importantes para él o ella. Debemos evitar hacer juicios y podemos interesarnos por el juego y compartir lo que hemos notado (pérdida de interés, cambio de carácter, menor comunicación, etc.).

Podemos sugerir, con amor y determinación, que establezcamos reglas y horarios de juego que preserven el espacio familiar (desconexión nocturna, comidas compartidas, deberes, etc.).

También es útil brindar alternativas de juego individual y familiar, estas pueden incluir actividades con pantallas en conjunto.

Sabemos que a los niños les importa lo que sus padres piensan de ellos, pero ¿qué pasa si no quieren escucharnos y siguen manteniendo su conducta lúdica?

Cuando no escuchan

Cuando no escuchan, es nuestra responsabilidad ayudar activamente al niño a desconectarse. Es importante recordar el principio de autoridad, para evitar que el uso de videojuegos se convierta en una conducta adictiva con graves implicaciones para tu salud, cognitiva, emocional, física y social.

Algunos padres que acuden a nuestras consultas han probado todo tipo de estrategias para alejar a su hijo de 15 años de los videojuegos. Hasta que un día estaban de buen humor y con decisión sacaron el ordenador de la habitación y le dijeron: “El ordenador se fue de vacaciones. Comentaron que era el verano más bonito en años. El niño estuvo tres días de mal humor, pero rápidamente notaron un cambio de carácter. Estaba recuperando la empatía que aparentemente había perdido y renovando los intereses que había dejado de lado en los últimos meses. En la consulta, explicaron: “está de vuelta como él mismo”, comentario frecuente de padres que han pasado por procesos similares.

Sin embargo, debemos recordar que esto no siempre es posible, especialmente cuando notamos una escalada de agresión o cuando se ha intentado varias veces sin cambios. También hay que tener en cuenta que diversos trastornos de salud mental como el TDAH o el TEA pueden predisponer a volverse adicto a los videojuegos.

En estos casos será necesario buscar ayuda psicológica especializada para poder obtener la orientación necesaria y poder implementar las estrategias adecuadas para ayudarte, cuanto antes mejor.


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