¿Qué estrategias utilizan los mercados tradicionales para resistir a sus competidores?

REDACCION USA TODAY ESPAÑOL
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Los mercados municipales de España están atravesando un momento decisivo: mientras los supermercados controlan dos tercios del comercio de alimentos, quedan alrededor de 1.000 mercados con alrededor de 40.000 puntos de venta. El contraste con el pasado es brutal: hace apenas dos décadas, el comercio y los mercados tradicionales representaban el 50% del consumo de alimentos frescos, frente al 23,4% actual, una hegemonía que se ha derrumbado en favor de la distribución a gran escala.

¿Cómo pueden sobrevivir estos espacios tradicionales en la era del comercio digital? La respuesta no está en la nostalgia, sino en su capacidad de reinventarse sin perder su esencia.

Mercados: espacio comunitario

Los mercados, más que simples lugares de compras, son espacios donde la vida de barrio cobra sentido. El mercado es un lugar de reunión comunitaria, el corazón económico del barrio.

Pero la realidad es inexorable. Se estima que el comercio minorista en España ha perdido cerca de 50.000 establecimientos desde 2019. El mercado de Torrijos de Madrid ha pasado de 70 establecimientos a apenas una decena antes de cerrar definitivamente en 2024. La inactividad lo ha condenado.

En el caso del Mercado de la Plana, en Esplugues de Llobregat (Barcelona), se ha instalado un supermercado en el mismo edificio del mercado, ocupando toda la planta baja con acceso desde la calle. El resultado fue demoledor: sólo sobrevivieron 2 de los 16 puestos tradicionales (12% de ocupación).

Esto muestra algo crucial: mezclar las grandes tiendas con el comercio minorista tradicional sin una estrategia clara no revitaliza, sino que canibaliza. La lección es clara: en un entorno competitivo, la ausencia de un plan activo conduce al fracaso. Pero algunos mercados han encontrado una fórmula para el éxito.

Cinco claves del renacimiento

Hemos estudiado cómo los mercados municipales prosperan en diferentes contextos. Los resultados revelan cinco pilares principales:

Pertenencia a una comunidad: los mercados exitosos funcionan como espacios de encuentro donde sobreviven las relaciones personales. El vendedor conoce a sus clientes, da consejos gastronómicos, crea conexiones emocionales. Esto hace que ir al mercado sea agradable. Barcelona ha operado en 39 mercados desde 1991 con una estrategia coordinada. Madrid cuenta con 46 que fomentan el empleo territorial. Ambas ciudades han invertido decididamente en este formato comercial.

Experiencia gastronómica complementaria: los mercados han añadido zonas de degustación sin abandonar la venta tradicional. Por ejemplo, La Ribera, en Bilbao, combina puestos tradicionales en la planta baja con gastrobares en la planta alta. Sin desplazar a los comerciantes históricos.

Digitalización inteligente: no se trata de copiar a Amazon, se trata de humanizar la tecnología. Mercados como el central de Valencia o el de La Paz, Madrid, han desarrollado plataformas que permiten comprar en diferentes puestos y recibir todo en un solo pedido. Barcelona creó los “Mercats a click”, que combinan la compra online con la recogida presencial.

Innovaciones regulatorias: Sevilla ha simplificado su regulación sobre la gestión del mercado. Redujo las barreras administrativas y facilitó las asociaciones público-privadas. Estas reformas silenciosas aceleran la modernización.

Sostenibilidad económica: los mercados no pueden sobrevivir indefinidamente con subsidios públicos. Necesitan diversificar sus flujos de ingresos y aprovechar ventajas competitivas únicas. Por ejemplo, los productos sin kilometraje generan mayores márgenes al eliminar intermediarios. Además, los mercados tradicionales producen menos residuos que los supermercados debido a la venta directa.

Cinco pilares de dinamización de los mercados municipales. Modelos que funcionan

El mercado de Vallehermoso, en Madrid, representa la “tercera vía”. No busca turismo de masas, sino autenticidad local. Muchos puestos están gestionados directamente por agricultores y artesanos. Su compromiso con productos ecológicos y de bajo kilometraje ha creado una comunidad de clientes leales.

Benalu Market, en Alicante, apostó por otra estrategia de éxito: la calidad de su oferta gastronómica hacía casi imposible conseguir mesa sin reserva. Una buena experiencia culinaria convierte las compras en un plan familiar.

Lo que hace inteligente al mercado es el uso que le dan las personas: creatividad, posibilidades adicionales, contacto constante con los productores locales.

Riesgo de ‘parquetización’

Pero una transformación excesiva puede ser peligrosa. El Mercado de La Boquería de Barcelona es, según un ranking internacional, “el mejor mercado del mundo”. Pero la masificación turística la ha llevado a un punto crítico. Ya en 2015, el Ayuntamiento reguló el acceso de grupos turísticos durante el fin de semana con el fin de proteger su función de abastecimiento local.

En el centro de Madrid y a pocos metros de la Plaza Mayor, el Mercado de San Miguel es 100% gourmet. Su éxito turístico y comercial es enorme, pero a costa de perder su papel de mercado de barrio. Genera la mayor parte de sus ingresos a través de restaurantes, no de las ventas tradicionales.

Este es el parque temático del mercado: cuando se convierte en una especie de parque gastronómico y pierde su alma colectiva. El equilibrio entre atracción turística y función local es delicado pero esencial.

Lecciones internacionales

Borough Market de Londres tiene sus orígenes en el siglo XI. Su estrategia no se basa en la diversificación gastronómica, sino en profundizar en su esencia como mercado de productos frescos. Su programa “Meet the Maker” muestra que mejorar, en lugar de reemplazar, la función tradicional del mercado también puede ser una estrategia exitosa.

Time Out Market, en Lisboa, adoptó una estrategia diferente. El ayuntamiento confió la gestión a una marca privada que es la directora de la selección de la oferta de servicios. Elige a los mejores chefs y crea un destino gastronómico coherente.

En Rotterdam, el Markthal, inaugurado en 2014, representa la máxima expresión de la integración urbana. En su arco arquitectónico se encuentra un mercado cubierto y 228 apartamentos. La gente vive literalmente en el mercado. Combina alimentación, ocio, alojamiento y aparcamiento en perfecta simbiosis.

El futuro que se está construyendo ahora

Los mercados municipales de España tienen una oportunidad histórica. Hay políticas de financiación pública para su modernización y ciudades pioneras con marcos regulatorios más flexibles. Y hemos visto que hay modelos híbridos (venta de producto-restauración) que funcionan.

Lo que está en juego va más allá de la economía comercial. Ese es el tipo de ciudad que queremos construir: una donde los vecindarios tengan vida propia, comprar sea un acto social, no solo una transacción, y el comercio local sea sustentable y deseable.

El hecho de que existan mercados municipales no es ni bueno ni malo en sí mismo: todo depende del uso que se les dé. Pero sólo avanzarán si evitan dos trampas mortales: la ociosidad, que condenó a Torrijos, y la canibalización, que destruyó a los Esplugues.

En lugar de demonizar a los supermercados o al comercio electrónico, o idealizar el pasado, es necesario entender cómo estos espacios pueden evolucionar manteniendo su función social. La cuestión no es si los mercados sobrevivirán, sino si sabremos convertirlos en protagonistas de la transformación urbana y económica del siglo XXI.


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