¿Qué ha cambiado (y qué no) en la forma en que las noticias cubren la violencia sexual?

REDACCION USA TODAY ESPAÑOL
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Estos hallazgos desafían el mito del posfeminismo en los medios del siglo XXI y plantean preguntas importantes como:

Nuestra investigación exploró estas preguntas.

Examen de las denuncias de agresión sexual después de 2017

Los resultados son mixtos.

Por un lado, ha habido un mayor reconocimiento de la violencia sexual como un problema social generalizado.

Esto crea un panorama paradójico, en el que la integración de las ideas feministas y el tan debatido “cambio narrativo” –una transformación en la forma en que el público percibe y debate la violencia sexual, pasando del silencio y el estigma a la validación y las demandas de rendición de cuentas– sigue siendo inconsistente.

La sutil elección del lenguaje refuerza los viejos mitos.

En nuestro estudio, el término “acusación” y sus derivados aparecieron 525 veces en 106 de 162 artículos, y palabras como “acusar” y sus variaciones se utilizaron 240 veces en 72 artículos. Aunque ese lenguaje refleja precauciones legales legítimas, su uso repetido y no examinado en la denuncia de violencia sexual puede distraer la atención de las experiencias de las víctimas.

En nuestro conjunto de muestras, los perpetradores acusados ​​fueron descritos en términos halagadores, incluido “un destacado especialista en dolor durante cuatro décadas en el Hospital Mount Sinai de Toronto”, “las estrellas más importantes de la industria del entretenimiento de Canadá” y “uno de los jugadores de fútbol más ricos y famosos del mundo”. Estos retratos representan carreras exitosas y llaman la atención sobre las credenciales y los logros.

Dada la percepción social equivocada de que las personas de alto estatus tienen menos probabilidades de cometer agresiones sexuales, este lenguaje elogioso es problemático.

Las investigaciones muestran que los artículos periodísticos prestan mayor atención a casos de alto perfil que involucran a figuras populares o celebridades cuando se trata de informar sobre violencia sexual. (Unsplash) Consecuencias de la narración selectiva

Si bien este enfoque selectivo a menudo refleja estrategias de los medios para aumentar el número de lectores, tiene consecuencias reales. Determina qué historias se cuentan y cuáles no, dejando sin cobertura muchos casos ordinarios pero igualmente importantes.

Esta atención desigual puede hacer que la violencia sexual parezca un problema confinado a unos pocos escenarios de “alto perfil”, como escenarios de cine, corporaciones comerciales o deportes profesionales.

Al hacerlo, se corre el riesgo de pasar por alto el hecho de que la victimización sexual afecta a personas de todos los orígenes, siendo las mujeres de bajos ingresos, indígenas y racializadas las que corren mayor riesgo. También refleja críticas de larga data al #MeToo por centrarse en las experiencias de mujeres blancas, adineradas, jóvenes y en edad de trabajar y por carecer de una perspectiva interseccional.

Esto puede mitigarse mediante esfuerzos pequeños pero deliberados, como abordar explícitamente las desigualdades conocidas en la presentación de informes.

Hacia un periodismo más responsable

En particular, estamos empezando a escuchar a víctimas/sobrevivientes, que en su mayoría quedan fuera de las cuentas de los medios porque son “narradores y testigos poco fiables”. Esto es importante porque arroja luz sobre las experiencias de primera mano de las víctimas/sobrevivientes.

Dos mujeres informan que miran a través de la cámara.

En cuanto a la violencia sexual, es oportuno pedir que las noticias no sólo sean precisas y fiables, sino también más conscientes socialmente y con igualdad de género. (desempaquetar)

Nuestro trabajo sugiere, sin embargo, que los informes sobre violencia sexual siguen siendo inconsistentes.

Una observación notable es que incluso los artículos que reconocen el impacto duradero de la violencia sexual en las víctimas/sobrevivientes generalmente no brindan información sobre los servicios de apoyo. Sólo 10 de los 162 artículos de nuestro estudio incluían dicha información. Esto es preocupante dado el importante impacto positivo que los servicios a las víctimas tienen en las víctimas/sobrevivientes y el papel de los medios de comunicación en la sensibilización sobre el tema.

Las pautas editoriales, por ejemplo, recomiendan utilizar un lenguaje específico que refleje la naturaleza violenta de una agresión sexual y evitar eufemismos como “comportamiento inapropiado”, “escándalo sexual” o “incidente sexual” para describirlo.


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