En los últimos años, las redes sociales se han convertido en una herramienta esencial para la socialización de los jóvenes. ¿Quién hubiera imaginado, hace muchos años, la importancia y el papel que tendrán estas plataformas digitales en la vida de las personas, aún más intensamente entre niños y adolescentes? Los teléfonos móviles y sus aplicaciones empiezan a utilizarse a edades cada vez más tempranas. Nueve de cada diez adolescentes españoles se conectan a Internet varias veces al día o están conectados permanentemente.
Con este importante papel en la socialización y relaciones personales de las nuevas generaciones, ¿el uso de las redes sociales incide en la brecha de género? Y si es así, ¿en qué sentido?
Por un lado, las redes sociales se han convertido en una herramienta de empoderamiento de las mujeres, especialmente las más jóvenes. Sirvieron como voz para unir la hermandad y los esfuerzos para condenar públicamente los casos de abuso, discriminación y violencia contra las mujeres en todas sus dimensiones. Movimientos como #Yo también, #Yo creo en ti o #Ya no nacieron y crecieron en las redes sociales.
Las redes también han servido para fomentar la colaboración entre mujeres en temas como la fertilidad o el síndrome del impostor, al tiempo que han creado múltiples recursos destinados a superar situaciones de discriminación o afrontar la inseguridad en las redes.
Diferencias de género en el uso e influencia de las redes sociales
Los niños, niñas y adolescentes no utilizan las mismas redes sociales ni de la misma manera. Por ejemplo, entre los usuarios hispanos de WhatsApp, Twitch, YouTube o Instagram de 11 o 12 años, se observó que los niños seguían más publicaciones relacionadas con deportes o videojuegos, mientras que las niñas seguían contenido sobre música, moda, salud, belleza, política y celebridades. Las niñas también informaron que seguían a más miembros de la familia en las redes sociales que los niños.
Las investigaciones muestran que los adolescentes usan más YouTube y las niñas usan Tik Tok o Instagram. Un mayor uso de Tik Tok o Instagram y la preferencia por contenidos sobre moda, salud, famosos o belleza incide en la presión estética que sufren especialmente las chicas.
Para ellos, las redes sociales suelen convertirse en un escaparate donde se enfatiza la apariencia física, se idealiza la imagen corporal y se busca la validación social. La mayoría de usuarios (algunos de ellos son influencers con miles de seguidores) casi siempre comparten fotografías atractivas sobre distintos ámbitos de su vida personal y profesional.
Este énfasis excesivo en la imagen corporal y la cosificación y sexualización del cuerpo de las mujeres que conlleva, hace que las niñas sean particularmente vulnerables a ciertos problemas de salud mental. Por ejemplo, el uso de Instagram destaca en algunos estudios por su relación con la insatisfacción corporal, la promoción de la delgadez y la comparación social. Otra investigación ha relacionado el uso de Facebook con la baja autoestima y cambios en el comportamiento alimentario.
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Inteligencia artificial sexista
Más allá de las redes sociales, hay otras áreas donde la tecnología, si no tenemos cuidado, puede terminar enfatizando ciertos estereotipos y, con ellos, la desigualdad. Por ejemplo, el campo de la inteligencia artificial. El uso de herramientas de inteligencia artificial generativa para diseñar influencers es cada vez más común.
Si nos fijamos detenidamente en los atributos asociados a su apariencia física y psicológica, podemos notar que este tipo de influencers (muchas veces utilizados con fines de marketing y publicidad), al igual que los influencers de la vida real, replican y exageran las características y roles físicos y psicológicos de las mujeres y hombres que representan. Aitana López, Shudu Gram, Alex o Kira son ejemplos de algunas personas influyentes creadas con herramientas de IA.
Los datos que suministran estas herramientas de creación de imágenes y contenidos contienen numerosos sesgos de género, por lo que en el diseño y producción de nuevas tecnologías digitales se sigue adoptando la visión tradicional de roles y estereotipos relacionados con hombres y mujeres.
Sin embargo, a pesar de la importancia de las redes sociales y la inteligencia artificial como potenciales propagadores de prejuicios y estereotipos de género, apenas existen estudios sobre este tema. ¿Qué atributos se toman como referencia para definir la apariencia física, la personalidad, las actitudes o el comportamiento que estas personas influyentes muestran ante el público y por qué?
Ciberbullying y Grooming, especialmente para niñas
Un riesgo del uso de las redes sociales en edades tempranas es el contacto o contacto con desconocidos, algo que hace 1 de cada 3 adolescentes. Existe amplia evidencia que sugiere que las niñas reciben más mensajes no deseados y experimentan más acoso y abuso que sus pares.
Por ejemplo, según el Estudio del Women’s Institute sobre el acoso en las redes sociales (2022), el 80% de las mujeres ha experimentado algún tipo de acoso en las redes sociales. La mitad de las situaciones de acoso en las redes están relacionadas con establecer (o intentar establecer) una relación íntima. Además, en la mayoría de los casos estas experiencias de acoso fueron provocadas por extraños.
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El auge de la esfera machista
Resulta impactante que el empoderamiento de las mujeres en las redes, y por ende en diversos ámbitos de la vida, haya llevado a impulsar un movimiento reaccionario, misógino y antifeminista, el que se conoce como machosphere (manosfera en inglés).
La machista se define como un conjunto de espacios virtuales que acogen multitud de movimientos basados en la promoción de masculinidades tóxicas centrados en la propagación de discursos misóginos y antifeministas. Se caracterizan por promover la difusión de engaños y desinformación sobre la igualdad de género y la posición de la mujer. Es más, buscan un retorno a los valores masculinos tradicionales con argumentos que niegan la violencia contra las mujeres, afirmando incluso que se trata de una invención ideológica.
Entre los chicos adolescentes, la tendencia a creer que la violencia de género es una invención ideológica o a banalizarla ha ido aumentando en los últimos años, como podemos comprobar al comparar los resultados del Barómetro de Juventud y Género: en 2019, el 11,9% estaba de acuerdo con la afirmación de que la violencia de género es una invención ideológica; En 2021, esta cifra aumentó al 20%; y en 2023, el 23%. Muchos jóvenes (en su mayoría chicos) encuentran refugio y comprensión en este tipo de movimientos, muy presentes en las redes, donde se promueve una visión distorsionada y tóxica de la relación entre hombres y mujeres.
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A esto se suma el desconocimiento sobre qué constituye un delito de odio o cómo afrontarlo: el 43% de los jóvenes de ambos sexos no cree o no está seguro de que enviar mensajes de odio sea un delito (casi el 50% de los chicos frente al 37% de las chicas), y 1 de cada 4 adolescentes afirmó que no sabría dónde denunciar la violencia online.
Videojuegos, un mundo hostil para las mujeres
Alrededor del 47% de las personas que juegan videojuegos son mujeres. Sin embargo, muchos de ellos reciben constantemente insultos y descalificaciones por parte de algunos jugadores varones que también lo son.
Por ello, algunas optan por ocultar su identidad femenina para evitar este tipo de situaciones. Además, se repiten situaciones de acoso en las redes sociales que sufren varias mujeres que producen y diseñan videojuegos.
Pornografía e igualdad de género
En los últimos años, ha sido motivo de especial preocupación el acceso de los jóvenes a la pornografía desde edades tempranas, especialmente los niños. Esto tiene un impacto importante en cómo experimentan las relaciones sexuales y emocionales, ya que la mayoría de los videos y contenidos a los que acceden ofrecen una imagen distorsionada de las mujeres, las relaciones y el papel que desempeñan las mujeres en ellas.
Estudios recientes indican el impacto que tiene el consumo de este tipo de contenidos en las relaciones de pareja durante la adolescencia, ya que en muchos casos algunos adolescentes (especialmente los chicos) han interiorizado profundamente lo que han visto y exigen a sus parejas que reproduzcan lo que han visto en el material pornográfico al que han tenido acceso.
La evidencia que recopilamos confirma la necesidad de trabajar con niños y adolescentes para fomentar el uso crítico, responsable y ético de las herramientas digitales, especialmente las redes sociales. Hay algunos ejemplos de abuso de estas herramientas con fines sexistas que no deberían ocurrir. Pero también es importante trabajar con familias, profesores y profesionales de la educación para formar y promover el uso ético de las redes sociales.
La versión original de este artículo fue publicada en la Revista Telos, de Fundación Telefónica.
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