Save Planet de la escuela: ¿El videojuego envía sostenibilidad?

Periodista ANASTACIO ALEGRIA
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En la sala llena de emoción, un grupo de estudiantes trae decisiones rápidas en la pantalla: separación de residuos, optimización del compostaje y cooperación en soluciones sostenibles para su comunidad virtual. Flujo de comentarios: “¡Tenga cuidado con el metálico!”, Exclama a un estudiante, mientras que su pareja trata de encontrar la mejor estrategia para reducir el impacto ambiental.

Estamos en el aula, pero no es solo otra lección. Es una experiencia interactiva que transforma el aprendizaje en acción concreta.

Este enfoque innovador es parte del proyecto europeo Com: Apoyo al comportamiento alimentario y los desechos orgánicos en las escuelas, lo que busca resolver el problema global de los desechos orgánicos a través de la educación, promover un cambio de comportamiento en las escuelas y promover una economía circular.

La iniciativa se basa en tres columnas clave: crear conciencia sobre el impacto ambiental, las herramientas prácticas, como una plataforma gamatificada, y recopilar datos cualitativos para comprender la dinámica actual de la educación ambiental. En el corazón del proyecto, el videojuego educativo desafía a los estudiantes a tomar decisiones sobre la gestión de residuos y una economía circular en escenarios virtuales diseñados para simular problemas del mundo real.

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El vínculo entre la teoría y la práctica

Como parte del proyecto, realizamos una investigación cualitativa en seis países participantes: Grecia, Eslovenia, Italia, Turkie, Rumania y España (país vasco). Durante esta investigación, 136 entrevistas con profesionales educativos, individuos y grupos focales han sido implementados y revelado importantes datos narrativos sobre las prácticas actuales de educación ambiental.

Por ejemplo, en Eslovenia, los estudiantes diseñan campañas para reducir el desperdicio de alimentos en sus comunidades. Estas actividades no solo fomentan la conciencia del medio ambiente, sino que también motivan a los jóvenes a reflejar el impacto de sus hábitos de consumo y proponer soluciones que se puedan implementar en sus hogares y en sus hogares y en la comunidad.

En los países vascos, se han lanzado proyectos de compostaje comunitario, que incluyen escuelas y familias. De esta manera, la cooperación entre diferentes actores, en este caso, los estudiantes y las familias, transforman la gestión de residuos en un esfuerzo colectivo.

En este sentido, el material del material propone una actividad en la que se desarrollan estudiantes en sus hogares planeando la selección de residuos. Este plan incluye decidir dónde se colocan los cubos para asignar responsabilidades en la familia para recolectar y depositar los desechos en los contenedores apropiados. Esta experiencia práctica incluye a los estudiantes y crea un impacto positivo en sus familias al introducir hábitos sostenibles en el hogar.

Imagen de una plataforma de gamificación. Gestión de residuos como puerta de los objetivos de desarrollo sostenible

La gestión de residuos orgánicos no solo se dedica a desafíos de emergencia, sino también en línea con los objetivos del desarrollo sostenible (SDG), una propuesta internacional que las Naciones Unidas promovieron un futuro sostenible.

Por ejemplo, la separación adecuada de los residuos y evitar que completen los vertederos ayuda a reducir las emisiones de contaminación del gas, como el metano. Es una acción directa que contribuye a la lucha contra el cambio climático y de acuerdo con el ODS 13, centrada en el aire acondicionado.

En las aulas, este tema está vivo a través de experiencias prácticas, donde los estudiantes no solo entienden la teoría, sino que también desarrollan habilidades clave como el pensamiento crítico y la solución de problemas, lo cual es esencial para lograr el ODS 4, que aboga por la educación de calidad.

Además, aprendiendo a aprovechar al máximo los recursos disponibles, los estudiantes adoptan hábitos de consumo competentes, armonización con el ODS 12, que promueve formas de producción sostenibles y consumo. De esta manera, las acciones en el aula están relacionadas con los objetivos globales, que muestran cómo la educación puede ser una transformación de la fuerza en el camino hacia la feria y un futuro más sostenible.

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Rendimiento multiplicador: de las aulas a la comunidad

Las escuelas, como los espacios en los que se forman los valores y el conocimiento, tienen el poder de influir en sus muros. Las lecciones aprendidas por los estudiantes se transforman en acciones concretas en sus hogares y comunidades.

Por ejemplo, un grupo de estudiantes que aprendieron a compostar en la escuela decidieron repetirlo en sus hogares, reduciendo el volumen de desechos enviados a vertederos.

La educación, combinada con herramientas innovadoras, como la gamificación, se establece como una de las carreteras más efectivas para enfrentar desafíos ambientales. Este enfoque, que gobierna la teoría y la práctica, contribuye a las generaciones futuras que están preparadas para construir un mundo más sostenible. El cambio comienza en las aulas, pero su influencia puede hacer mucho más lejos.


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