Show Champions: Sinner, Alcaraz y generación que cambia las reglas deportivas

Periodista ANASTACIO ALEGRIA
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Jannik Sinner, reciente campeón abierto de Vimbledon 2025, lo resumió al final del juego: “Es importante estar saludable”. Durante la misma final, Carlos Alcaraz solicitó abiertamente a su equipo en el medio del sendero.

Lejos de mostrar debilidad, ambos representan una nueva forma de estar en los deportes y en el mundo. Es una voz de generación, Z (18 a 24 años), que niega el estigma de la fragilidad.

Compiten de manera diferente a las generaciones anteriores. No porque tengan menos talentos, sino porque usan otra mochila: emocional, digital, conectado.

Los adultos ponen el nombre en lo que sienten, buscando ayuda, sabiendo que el llanto no se entrega. No hay falta de dureza mental, tienen mucha lucidez emocional.

Tienen que disfrutar, descansan, excluyen. Y en esa necesidad expresan algo más profundo: el cambio del paradigma en la relación entre los jóvenes, los deportes y la salud mental.

Moltura juvenil y cultura de rendimiento

En Europa, uno de los cinco jóvenes de la Generación Z declara que tiene mala o mala salud mental. Esta cifra es cinco veces más grande que la que se registró entre el fastidio del bebé (nacido antes de mediados de los años 60), denotando una brecha de generación inédita en términos de bien psicológico.

La creciente percepción de incomodidad entre los atletas jóvenes trasciende las experiencias individuales. Detrás de esa incomodidad bajo los factores sociales a menudo ignoramos: la cultura del rendimiento extremo, la presión constante para encajar y conflictos entre generaciones. Es en ese punto de fricción donde se coloca el verdadero desajuste y el deseo de cambiar las reglas del juego.

Las encuestas europeas de valores muestran, tanto en Europa como en España, que las tres cualidades de calidad en el entorno familiar son tolerancia y respeto por los demás (92.6%), un sentido de responsabilidad (82%) y buenos modales (81.8%).

Aunque estas cualidades pueden parecer positivas, su carácter relacional y normativo indica un modelo centrado en el cumplimiento y la adaptación a las expectativas sociales, no en la gestión emocional o la creatividad.

En contraste, otras cualidades estrechamente relacionadas con la capacidad de lidiar con la frustración o los procesos sostenibles de larga duración están cesando: imaginación (22%), trabajo duro (31.4%), anticipación (2.6%) y determinación / perseverancia (44.7%).

Esta forma no solo ilustra solo una preferencia educativa, sino que configura un universo emocional que se manifiesta a lo largo de la generación de atletas jóvenes.

El deporte no es un globo

Aunque el deporte de élite puede parecer separado, no viva el olvido contra la dinámica cultural y social. Se forman muchos atletas jóvenes para evitar mostrar debilidades y las siguientes reglas sin pruebas.

Este modelo podría funcionar para otras generaciones, cuando se otorgó la obediencia y la disciplina. Pero los jóvenes de la Generación Z, educados en otros valores, necesitaban autonomía emocional, capacidad de improvisación y fuerza psicológica, especialmente en el momento de la presión. Allí, el modelo lleva al agua.

Generación explícita emocional, culturalmente diferente

Se cuantifican las consecuencias de este incumplimiento. En Suiza, el 52% de las atletas femeninas informaron síntomas de al menos un trastorno mental, porcentaje mayor que el registrado entre los hombres (30%). Estos problemas de salud mental afectan a más atletas lesionados.

En Alemania, más del 95% de los atletas de élite expresaron dolor psicológico y el 28,6% mostró síntomas deprimidos, asociados con lesiones graves y la incertidumbre económica.

Los datos lo invitan a dejar de ver la incomodidad de los atletas jóvenes como un simple problema de ajuste. En su lugar, indique un desajuste profundo entre el modelo educativo tradicional y los requisitos reales del alto rendimiento actual.

El hecho clave se agregó a esto. Esta generación no solo experimenta más molestias, sino que también tiene una mayor conciencia de su salud mental y se atreve a hablar sobre su deterioro.

Es importante comprender que esto no es una mayor fragilidad, sino la transición de lo que se llama cultura de la buena cultura, donde el rendimiento ya no se imagina en contradicción, sino también como dependiente de ella.

Estas generaciones de jóvenes se forman en un contexto emocionalmente más pronunciado, digitalizado e interdependiente. Lejos de la generación débil, son jóvenes capaces de convertirse en una ansiedad, buscando ayuda y rechazar narrativas que niegan la incomodidad.

Nuevos esquemas de intervención psicológica

La transición requiere la revisión del esquema de entrenamiento para aquellos que trabajan con estos atletas. Y que creo que las expectativas establecidas en los atletas que continúan operando bajo la lógica de la disciplina, el silencio emocional y la tolerancia al sufrimiento ya no corresponden al esquema de esta generación.

La buena noticia es que hay intervenciones respaldadas por evidencia científica.

La capacitación en habilidades psicológicas, la terapia de tercera ola, como la aceptación y el compromiso y los enfoques psicológicos positivos pueden mejorar significativamente el mal de los atletas de élite.

Las estrategias indican una visión preventiva, integral y contextualizada de la depilación psicológica, donde el papel de los entrenadores, colegas y la organización deportiva en sí son un entorno familiar y, por supuesto, un entorno familiar.

Familias Pilar y amistad

Esta generación configura su familia y amistad como uno de los grandes pilares para lograr logros personales y deportivos. No solo en intervenciones clínicas individuales, sino también sobre revisar el entorno del ejercicio como espacios emocionalmente sostenibles y seguros.

Se deben crear los entornos en los que se valoran los siguientes aspectos:

Imaginación como herramientas tácticas y emocionales.

La perseverancia como proceso, no solo como resultado.

Pensamiento crítico como antídoto contra el conformismo.

Gestión emocional como competencia clave de rendimiento.

Y eso requiere, a su vez, revisar sus ideas de adultos sobre el éxito, el esfuerzo y la dureza mental. Los ex jugadores y entrenadores que rodean son difíciles, lo que examina estos términos sin comprender que lo hacen de los modelos que no responden a los esquemas de los jóvenes actuales.

No buscan menos demanda, sino otro tipo de escolta: más coherente, más humano, más actualizado. Escucharlos atentamente, no solo con compasión, no con una opción ética, es una necesidad estructural.

Asistir y aprender de esta nueva generación es quizás el mayor desafío y la mejor oportunidad para construir deportes y sociedad, más saludables, humanos y sostenibles.


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