SOS del Observatorio del Cambio Global de Sierra Nevada, una herramienta clave para estudiar los ecosistemas de montaña

REDACCION USA TODAY ESPAÑOL
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Los estudios ecológicos a largo plazo son esenciales para comprender los efectos del cambio climático global sobre los ecosistemas: además de detectar transformaciones que se producen lentamente o desfases entre los cambios ambientales y las respuestas biológicas, sirven para evaluar el impacto de fenómenos extremos (sequías repentinas, olas de frío o calor, deforestación, afluencia de polvo sahariano, presencia de turismo de masas en las explotaciones agrícolas de las zonas rurales…)

Un buen ejemplo de este enfoque científico es el que ha hecho posible el Observatorio del Cambio Global de Sierra Nevada (OBSNEV) en Granada (España), cuyas actividades, si no mejoran, podrían contar los días.

Importancia del monitoreo ambiental

Como señalamos anteriormente, las evaluaciones ambientales requieren una gran memoria para distinguir las tendencias reales del ruido o meras fluctuaciones temporales. Conocer el pasado es clave para comprender el presente y predecir el futuro. Estos procesos requieren continuidad institucional y científica, así como colaboración entre investigadores, técnicos y gestores para decidir qué monitorear, especialmente en áreas protegidas.

En este marco de lo que se conoce como gestión adaptativa, el conocimiento científico -tanto básico como aplicado- proporciona las herramientas que permiten diseñar, analizar e interpretar información que debe cumplir con los estándares internacionales FAIR (encontrable, accesible, interoperable y reutilizable). Esto garantiza su valor a largo plazo.

En definitiva, los programas de monitoreo ambiental no sólo generan conocimiento, sino que también conectan ciencia, gestión y sociedad, lo que facilita la toma de decisiones informadas ante los desafíos del cambio global. Este tipo de investigación y los observatorios que la sustentan permiten:

Realizar un monitoreo continuo de los ecosistemas, caracterizando su variabilidad natural y tendencias en las condiciones de cambios ambientales.

Identificar y estudiar perturbaciones de origen natural o humano que alteren su funcionamiento.

Proporcionar una infraestructura permanente para la investigación científica, especialmente en el campo del cambio global.

Genere y administre datos de series temporales para realizar modelados de ecosistemas.

Ofrecer herramientas que apoyen la gestión de ecosistemas basada en evidencia.

Potenciar redes de usuarios finales: administraciones, investigadores, empresas y agentes sociales.

Promover acciones estratégicas de investigación sobre el funcionamiento de los ecosistemas en escenarios de cambio global.

Integrarse con otras redes internacionales para la observación y monitoreo ambiental a largo plazo.

Promover la participación de la ciudadanía y de las organizaciones medioambientales.

Desarrollar marcos de gestión integrados y contribuir al establecimiento de directrices y regulaciones más efectivas.

Diez principios para el seguimiento a largo plazo

Basados ​​en nuestra experiencia, proponemos diez principios básicos que resumen la esencia que cualquier monitoreo ambiental sustentable debe considerar para cumplir su principal objetivo: generar conocimiento útil en la gestión del cambio global.

Definir objetivos claros, basados ​​en preguntas científicas sólidas.

Mantener protocolos consistentes y comparables a lo largo del tiempo.

Garantizar la calidad y continuidad de los datos, evitando que se vean afectados por la rotación de personal.

Adaptarse a nuevos problemas y contingencias, incluidos protocolos que respondan a nuevos desafíos como especies invasoras o eventos extremos.

Documente rigurosamente los métodos de muestreo, calibración y validación para garantizar interpretaciones confiables.

Desarrollar un sistema de distribución y gestión de datos robusto y flexible que facilite el acceso y uso de la información.

Promover la participación inclusiva de la comunidad científica, gestores y ciudadanía.

Implementar una gestión capaz de coordinar la investigación, la gestión y la transferencia de conocimiento.

Garantizar una financiación estable y a largo plazo, una base esencial para cualquier programa de seguimiento.

Promover la educación ambiental, capacitando a las generaciones futuras en la comprensión y conservación de los ecosistemas.

La continuidad del Observatorio de Sierra Nevada, en peligro

Estas iniciativas de cooperación entre instituciones y ciudadanos requieren años de esfuerzo, pero pueden desmoronarse rápidamente si falta uno de sus pilares. El Observatorio del Cambio Global de Sierra Nevada (OBSNEV), fundado en 2008 por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y la Universidad de Granada, corre hoy peligro de desaparecer por falta de apoyo institucional y económico. Esto incluiría el principio 9 de nuestro decálogo, después de casi dos décadas de trabajo continuo.

Durante este tiempo, y gracias a proyectos como Smart EcoMountains, PRESINMED, Life Adaptamed o EVEREST, el Observatorio ha desarrollado un seguimiento a largo plazo de numerosos aspectos del ecosistema de Nevada. Entre ellos cabe mencionar la evolución de la nieve, la productividad de la vegetación, el polvo sahariano o el clima.

Pero, además, OBSNEV también ha creado un sistema integrado de información ambiental (utilizando herramientas como Biblionevada, Climanevada, Histonevada o MonitorEO); Life Adaptamed ha implementado una gestión adaptativa que puede replicarse; y promovió la participación ciudadana (por ejemplo, en lagunas y ríos de Sierra Nevada).

Pese a su reconocimiento científico e internacional, el fin del acuerdo deja a OBSNEV sin apoyo institucional en plena crisis climática, cuando la evaluación de la adaptación de los ecosistemas y la aplicación del conocimiento científico en la gestión ambiental son más urgentes que nunca. De nada han servido hasta el momento las más de 600 firmas de apoyo enviadas por la comunidad científica y técnica, ni más de una veintena de cartas de apoyo de instituciones científicas a nivel nacional e internacional.

Con su desaparición, perderíamos una herramienta clave en la gestión de los ecosistemas de montaña ante el cambio global, un error histórico que supondría renunciar a conocimientos esenciales para afrontar los retos ecológicos del siglo XXI.


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