En los estantes de muchas tiendas gourmet y cada vez más supermercados generalmente encuentran la molienda del kéfir, la botella de kumbucha o un arroz fermentado con el que. Estos tres productos que comparten la “K” inicial tienen algo común a más profundo: su origen en la fermentación, un proceso antiguo que transforma los alimentos gracias a la acción de los hongos y las bacterias.
Durante siglos, el ser humano sirvió ciertos microorganismos para preservar los alimentos, reforzar los gustos y mejorar su digestión, mucho antes de que incluso entendiera lo que sucedió en un nivel microscópico en nuestro cuerpo. Hoy, la ciencia de los microbios y un creciente interés en la dieta saludable devuelve sus culturas de vida.
Kefir, Kombucha y representando varias culturas, que los pueblos nómadas, el té oriental y la cocina japonesa, unieron la misma fascinación: la fuerza invisible de los hongos que generalmente se convertirá en excitante. ¿Qué es único y por qué conquistan nuestras cocinas?
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Kefir: bebida nómada
Kefir es una bebida fermentada de textura cremosa y un pepinillo suave, tradicionalmente hecho de leche y gránulos únicos que concentran el ecosistema de la vida de bacterias y hongos. Se cree que devuelve su origen a las montañas del Cáucaso, donde los pueblos nómadas se han preparado en las bolsas cosméticas de la piel, que colgaban de la puerta para mezclarse en el paso de las personas.
Los gránulos de kéfir cuentan con una combinación simbiótica de microorganismos (principalmente lactobacilos, levaduras y hongos filamentosos) que transforman la lactosa en ácido de la leche, dióxido de carbono y compuestos aromáticos.
El grano de kéfir tiene un aspecto similar de coliflor. Freepix
Este proceso no solo extiende la preservación de la leche, sino también bebidas ricas con vitaminas, enzimas y probióticos que favorecen la salud intestinal. Actualmente, el kéfir está hecho con agua y azúcar, lo que conduce a versiones veganas y refrescantes. Su historia refleja cómo la humanidad ha aprendido a domar a los microorganismos antes de detectarlos en un microscopio.
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El té se convirtió en un sin lecho: kombucha
Las primeras referencias de esta bebida están en la antigua China, donde se gastó durante milenios. Kombucla es una bebida fermentada con un perdón de té, que se transforma gracias a la cultura simbiótica de bacterias y levadura famosa como Scobi (acrónimo de cultivos simbióticos de bacterias y sombrero).
Kombucla puede fermentar en casa en gafas grandes. Pekels
Durante la fermentación, SCOBI produce ácido orgánico, vitaminas de los grupos B y pequeñas cantidades de alcohol y dióxido de carbono, responsable de sus aviones característicos y sabor a burbujas.
Actualmente, Kombucha se ha convertido en un ícono de una dieta saludable y cultura funeraria. Esta mezcla de hongos y bacterias no solo crea un sabor único, sino que refleja la capacidad de fermentar para abolir algo como todos los días como una taza de té.
Qué: tonto que cambia la cocina japonesa
¿Cuál es la cultura fúngica que modeló la cocina japonesa durante más de milenios? Su protagonista es Aspergillus orizae, hongo fúngico de filamento cultivado en el arroz de granos, cebada o soja.
Aunque es un molde, Aspergillus orizae se desarrolla de manera controlada en los cereales para crear cuál. Wikipedia
Bajo condiciones controladas de humedad y temperatura, los hongos colonizan los cereales, liberan enzimas que transforman el almidón y la proteína en azúcares y aminoácidos. Este proceso es la base de productos básicos como miso, salsa de soja y sake, todo con tonos de sabor que les deben su complejidad.
Además de su importancia culinaria, este hongo se considera un símbolo cultural: se llama suavemente el “hongo nacional” en Japón.
Hoy, los chefs de todo el mundo están explorando nuevas cantidades de aplicaciones en pan, salchichas o quesos veganos, lo que demuestra que la fermentación fúngica sigue siendo un medio para la innovación gastronómica.
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Fuerza invisible de hongos
Kefir, Kombucha y que son mucho más que tendencias gastronómicas: representan el descubrimiento de fermentación como un aliado de salud, sabor y sostenibilidad. Esta comida, nacida de tradiciones milinarias, nos recuerda que vivimos con un universo microscópico que transforma lo que comemos y ayudamos a mejorar la salud, la buena salud y el bien. El kéfir, por ejemplo, contiene sustancias anti-branas.
Detrás de su obvia simplicidad oculta hongos y bacterias que funcionan en simbiosis, liberan nutrientes, crean aromas complejos y extienden una vida útil de alimentos.
En un mundo que busca alternativas más naturales y menos procesadas, la fermentación y los hongos aparecen como un puente entre el pasado y el futuro. Tal vez, la próxima vez que pensemos el hongo, recordemos que su trabajo tranquilo dio forma a las culturas enteras y que, con cada sorbo, todavía furtimizamos una relación antigua que nos conecta con la vida más allá de la visible.
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