Desde terremotos hasta incendios forestales, Canadá está lamentablemente mal preparado para los desastres

REDACCION USA TODAY ESPAÑOL
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Una falla geológica en el territorio canadiense del Yukón se ha despertado después de más de 12.000 años de letargo geológico. Los investigadores que estudian la falla de Tintín, que se extiende 1.000 kilómetros desde el noreste de Columbia Británica hasta el Yukón y Alaska, han encontrado evidencia de que la falla ha creado al menos seis metros de tensión no aliviada.

Un incendio forestal arrasó las colinas de Los Ángeles a principios de 2025. Las escuelas cerraron, las alertas de emergencia sonaron en los teléfonos y los equipos de emergencia lucharon por contener las llamas mientras el sur de California experimentaba otra de las peores temporadas de incendios forestales jamás registradas.

Una lira australiana: Las falsas advertencias, como las enviadas durante los incendios forestales del Gran Los Ángeles, pueden socavar la confianza y causar ansiedad.

Mientras tanto, en Canadá, el humo de los incendios forestales sin precedentes cubrió las principales ciudades, provocando que la calidad del aire cayera en picado en Ottawa, Toronto y Montreal.

Estos acontecimientos pueden parecer muy diferentes, pero tienen una cosa en común: la incapacidad de actuar antes de que estalle una crisis.

Ignorar las primeras señales de alerta

Una encuesta reciente encontró que la mayoría de los canadienses no creen que sus comunidades estén preparadas para un desastre mayor. Y, sin embargo, fuera de los ocasionales simulacros de incendio o las pruebas de alerta de emergencia, los canadienses continúan viviendo como si la preparación fuera asunto de todos.

Pero la preparación no se trata sólo de llenar el sótano con agua embotellada o cambiar las baterías de las alarmas de humo. Se trata de cómo pensamos y, lo que es más importante, de lo que decidimos ignorar.

La portada del libro del autor sobre preparación para desastres. (Prensa de la Universidad de Toronto)

Como médico y escritor sobre prevención, he pasado años estudiando cómo ocurren los desastres y cómo se podrían haber evitado. Mi nuevo libro, Escrito con sangre: Lecciones de prevención de un mundo riesgoso, explora tragedias como fusiones nucleares, desastres naturales y pandemias. En cualquier caso, encontré un patrón: se ignoraron las primeras señales de alerta, los sistemas no lograron comunicarse y la gente creyó que “alguien más” lo tenía cubierto.

El verdadero peligro no es la naturaleza ni la tecnología, sino la complacencia.

Responder al último desastre, no al siguiente

En 2023, se quemó la mayor cantidad de hectáreas en la historia de incendios en Canadá. Sin embargo, sólo uno de cada cuatro hogares canadienses informó que se había preparado para una emergencia relacionada con el clima durante el año pasado.

Cuando ignoramos las grietas de nuestros sistemas, normalizamos el riesgo. Es fácil pensar en la preparación como una tarea del gobierno o de los servicios de emergencia. Pero la realidad es más compleja y las responsabilidades deberían ser más amplias.

Las ciudades siguen utilizando mapas de riesgo de inundaciones obsoletos que subestiman la realidad climática actual. Las escuelas descuidan las mejoras básicas para mejorar la calidad del aire o la ventilación. Las redes de transporte funcionan con infraestructura obsoleta.

Una calle de la ciudad bajo el agua de un río que se desbordó.

Inundaciones en Grand Valley, Ontario, a lo largo del Grand River, en marzo de 2025. PRENSA CANADIENSE/Rob Skeoch

La Agencia Canadiense de Seguridad Cibernética advirtió recientemente que entidades hostiles están apuntando a los sistemas de control conectados a Internet en todo el país, incluidos aquellos que gestionan el suministro de agua, la infraestructura energética y las operaciones agrícolas.

Lea también: Amenazas cibernéticas silenciosas: cómo la IA en la sombra puede socavar las defensas sanitarias digitales de Canadá

La lección aquí no es que los canadienses deban entrar en pánico, sino que deberían pensar de manera diferente. En sectores como el aeroespacial o el de la energía nuclear, la seguridad está incluida en todos los procesos. Estos campos dependen de capas de protección, informes sólidos sobre cuasi accidentes y una cultura de vigilancia constante. Saben que la seguridad no es una casilla de verificación, es una forma de pensar.

Entonces, ¿por qué no existe esta misma mentalidad en otras partes de nuestra sociedad y cómo pueden los funcionarios canadienses garantizar que así sea?

Forma de pensar preventiva

En lugar de reaccionar ante los desastres cuando ocurren, los canadienses deberían preguntarse:

¿Qué podría salir mal aquí? ¿Qué desearía haber hecho si todo salió mal?

Este enfoque –una mentalidad preventiva– no significa vivir con miedo. Eso significa ser proactivo cuando los titulares no dicen nada. Eso significa invertir en seguridad cuando una crisis no es visible y construir defensas antes de que algo salga mal.

Tomemos el incendio de Los Ángeles como caso de estudio. Los equipos de bomberos han estado advirtiendo sobre condiciones secas durante meses. La expansión urbana y los códigos de construcción obsoletos han agravado los daños.

Al mismo tiempo, las ciudades canadienses apenas han actualizado sus planes de evacuación o sus evaluaciones de riesgo de incendio, a pesar de años de empeoramiento de las condiciones climáticas. El verano pasado, el humo tóxico de los incendios forestales suspendió los eventos al aire libre, dañó la salud pulmonar de grandes sectores de canadienses y expuso importantes fallas de planificación.

Éstas no son sólo “obras de Dios”. También son decisiones políticas, actualizaciones retrasadas y partidas presupuestarias faltantes. Y se repiten en todos los sectores: desde la atención sanitaria hasta la seguridad cibernética, desde la educación hasta la planificación urbana.

Un helicóptero arroja agua sobre un bosque humeante y montañoso.

Un helicóptero arroja agua sobre el incendio forestal de Dryden Creek, al norte de Squamish, Columbia Británica, junio de 2025. LA PRENSA CANADIENSE/Tiana Martin La seguridad debe ser construida

Los desastres parecen repentinos, pero sus raíces a menudo se remontan a años atrás. En Written Blood, exploro la lenta acumulación de desastres como la fusión nuclear en Fukushima, Japón, el incendio de Notre Dame en París y la explosión en el puerto de Beirut. No fueron rayos, sino fallos de imaginación, liderazgo y diseño de sistemas.

La próxima crisis, ya sea un incendio, una filtración de datos, un colapso de la infraestructura o un brote de enfermedad, ya está en camino.

La pregunta no es si sucederá. ¿Lo encontraremos con una sorpresa o un plan?


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