Ya sean directivos públicos o privados, líderes que ponen en primer lugar a las personas, mitigan la depresión, reducen la resistencia al cambio y aumentan las capacidades de adaptación en las organizaciones. Y, en adelante, podrás aprender a ser el líder de este tipo.
Los diferentes estilos de liderazgo (como el autocrático, transactivo, transformacional o carismático) tienen diferentes impactos en el clima laboral y social y en el desempeño y beneficio de los trabajadores y ciudadanos. Entre estos estilos, el líder servidor ocupa un lugar singular: por encima de su brillo personal, se orienta hacia el otro, priorizando su crecimiento y la administración competente de los recursos bajo su gestión.
A diferencia del liderazgo de transformación, que se centra en el movimiento del grupo de acuerdo con los objetivos organizacionales, la orientación de alquiler de los servidores, la ambición de los líderes hacia el desarrollo y el empoderamiento de compañeros y comunidades. Esta diferencia, que puede parecer sutil, marca una diferencia en los resultados: menos resiliencia a los cambios, mayor capital social y bienestar.
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¿Fue un líder servidor o fue creado?
La controversia es vieja, pero los datos actuales ofrecen una respuesta definitiva. La evidencia acumulada indica que, si bien existen rasgos de personalidad que predisponen al liderazgo, especialmente la gestión de servicios ha sido aprendida, institucionalizada y reforzada. Los datos de las investigaciones realizadas en España en sectores como la hostelería, la sanidad o las finanzas en una idea sencilla: el liderazgo de los servidores no es una cualidad innata sino también un conjunto de comportamientos aprendidos que generan resultados medibles.
Por ejemplo, en un contexto laboral tenso, el liderazgo de servicio se combina con un empleado más comprometido y reduce los síntomas depresivos en la fuerza laboral al activar la red de apoyo y mejorar el capital social. También se ha observado que, cuando el liderazgo del servicio refuerza la inteligencia emocional de los equipos, la resistencia al cambio va disminuyendo.
Además, a nivel empresarial, la capacidad de adaptación se mejora cuando los directivos, a través de este estilo de liderazgo, fomentan vínculos de confianza y más allá de la organización, con efectos especialmente expresados en las empresas familiares.
En el mismo ámbito, sabemos que, en puestos directivos, aparece de media un líder sostenible en el que, en promedio, las mujeres destacan sobre los hombres anteriores.
En definitiva, los datos confirman que el liderazgo de servicio se realiza diseñando y promoviendo entornos que incrementen las personas y todos los stakeholders.
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La ética como “sistema operativo” en lugar de mantener
El liderazgo del servidor no trabaja por gestos amables, sino por la arquitectura institucional, por el diseño de reglas, rutinas y métricas de largo plazo. Comienza desde el primer momento, y cómo el personal elige y promociona. Se añaden rutinas de aprendizaje para preguntar: “¿A quién estamos sirviendo y cómo? ¿El líder se sirve a sí mismo o sirve a sus empleados, clientes, ciudadanos…?”
Siga lo que medimos. Además de los indicadores financieros, como ganancias y pérdidas, debemos incluir indicadores de calidad en las relaciones, percepción de apoyo, capital y aprendizaje. Y nos acercamos a la transparencia operativa: debe haber trazabilidad en las decisiones y gestión de intereses y, en defecto, verificación documental del mérito, no excepción.
Todo esto se aplicó con ética: más servicios, más integridad y una gestión más responsable de los recursos.
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