¿Por qué el termómetro marcaba 25° y la sensación de calor era 27°?

Periodista ANASTACIO ALEGRIA
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La pregunta la formuló María Elena, de 16 años. IES-Centenario (Sevilla)

No es una falla de la aplicación o del dispositivo: son dos cosas diferentes. Entender esta diferencia te ayuda a planificar mejor tu actividad, elegir la ropa que necesitas usar e hidratarte bien. Veamos cuál es cada medida del indicador.

Qué mide el termómetro y qué percibe la piel

En primer lugar, el termómetro registra la temperatura del aire en condiciones controladas: a la sombra, con ventilación y a una altura estándar. Es una referencia física estable y comparable entre el lugar y el día. Por otro lado, la sensación térmica o temperatura aparente es una estimación de lo que percibe el cuerpo.

El objetivo práctico del segundo es claro: traducir las condiciones meteorológicas en confort o estrés térmico. Este termómetro no sustituye, sino más bien contextualiza desde la fisiología humana.

Para calcular esta sensación se combinan diferentes variables que cambian nuestra medida de energía térmica con el entorno, temperatura, humedad, viento y radiación solar. Por eso dos días con la misma temperatura pueden sentirse diferentes; Si estas condiciones cambian, cambia lo que siente nuestra piel.

Nuestro aire acondicionado biológico

El sudor es nuestro aire acondicionado biológico: al evaporarse, atrae el calor de la piel y nos refresca. Pero esa evaporación depende de cuánta humedad (es decir, cuánto vapor de agua) flota en el aire. Con mucha humedad, el aire se “carga” de vapor y es difícil que el sudor se convierta en gas.

El resultado es que notamos sudor líquido en la piel -no lo evacuamos-, con las consecuencias de refrescarnos y sentirnos más calientes a la misma temperatura. Por eso, en días pegajosos y muy húmedos, hablamos de “tapar”.

Con poca humedad sucede lo contrario: el sudor se evapora fácilmente, la piel pierde calor de manera más eficiente y se puede sentir el refrigerador. Ahora, esos días, aunque no nos demos cuenta, sudaremos mucho. De ahí la importancia de reponer el líquido para evitar la deshidratación.

“Efecto abanico”

La sensación térmica también depende del movimiento del aire. El viento acelera el intercambio y la restauración del aire junto a la piel y favorece la evaporación del sudor porque el nuevo aire seco llega continuamente. Dado que este “efecto ventilador” le permite sudar y, por tanto, refrescarse, notará una sensación de calor inferior a la que correspondería a la temperatura del aire. El viento ligero ya se nota, pero con vientos prolongados realmente puede haber una gran diferencia.

En cambio, el sol directo parece lo contrario, y éste añade radiación que el cuerpo absorbe en forma de calor. Lo mismo ocurre con las superficies calientes como el asfalto, el metal o las fachadas soleadas: irradian energía hacia nosotros, sin temperatura del aire a nuestro alrededor, realmente cambiamos mucho. Estar a pleno sol o próximo a un agosto caluroso aumenta la sensación de calor y por eso en las ciudades esta percepción suele aumentar.

Como resultado, la adición de sombra y brisa suele reducir la sensación de calor, mientras que la del sol y las superficies cálidas suelen aumentar. Entras a una sombra o vas a una calle ventilada, una diferencia significativa sin que necesariamente el termómetro cambie. Por la noche, si hay un poco de humedad y un poco de viento, esta diferencia en la sensación de calor se vuelve muy evidente.

¿Por qué es importante saber

Algunas aplicaciones meteorológicas suelen mostrar el índice de calor corporal. Por ejemplo, puedes calcular uno de estos índices en la web del Instituto de Salud Global de Barcelona de una forma muy sencilla, combinando temperatura y humedad. Este parámetro puede resultar especialmente útil cuando el aire supera los 27-30 °C y necesitamos planificar actividades exigentes como deportes intensivos o trabajar bajo el sol.

El inserto para eso lo sentimos y cambia incluso si el termómetro marca la misma temperatura. Un gimnasio cerrado, una cocina industrial o un taller de hornos pueden acumular radiación de superficies calientes. Si además de esto, la ventilación es mala, y la humedad sube y se evapora por encima. Resultado: En “Oficial” 25°C. Se nota más calor que en el exterior a la sombra.

Por tanto, cuando ejecutamos una actividad intensiva o de larga duración no basta con fijarnos en la temperatura: debemos valorar el estrés térmico real. En el lugar de trabajo, el Instituto Nacional del Trabajo utilizó otro indicador, la temperatura del bulbo tensor, que integra la temperatura del aire, la humedad, el efecto del sol o la ventilación con la radiación y la ventilación. Este cálculo se recomienda para evaluar las condiciones tanto en interiores como en exteriores y se utiliza para decidir el descanso, el ritmo o qué equipo de protección llevar durante la operación.

¿Y por qué todo hace esto? Es importante porque de esa sensación térmica depende nuestro confort y nuestra salud. Entender que nos ayuda a cuidarnos mejor, porque planificamos actividad hacia el sol y la humedad, hidratarnos bien y usar ropa increíble. Por ejemplo, en olas de calor, sirve como referencia para tomar decisiones prudentes.

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En la sección Junior Talk colaboraron el Museo Interactivo del Parque de Las Ciencias de Andalucía y su unidad de cultura científica e innovación.


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