Reptiles, los olvidados: cómo mejorar su bienestar ayuda a cambiar su mala imagen

REDACCION USA TODAY ESPAÑOL
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Los reptiles tienen mala reputación. ¿Cuántas veces hemos visto una serpiente como símbolo del mal o algún otro animal escamoso en el papel de villano? En Occidente solemos asociarlos con el pecado y la traición, imagen heredada de la tradición judeocristiana. Sin embargo, sería un error pensar que ésta es la actitud predominante en todas las culturas. Cocodrilos, serpientes, tortugas… todos fueron dioses, guardianes o símbolos de transformación en diferentes folclores.

A pesar de esta riqueza cultural, muchas creencias populares sobre los reptiles siguen siendo negativas. Aunque el folclore ha influido en nuestra percepción, su influencia es difícil de determinar. De hecho, la aversión a los reptiles parece surgir de una combinación de factores evolutivos y socioculturales.

Los estudios sobre primates sugieren que estamos predispuestos a temer ciertas características de las serpientes debido a su peligro potencial. Por otro lado, su falta de expresiones faciales y su diferencia con los humanos contribuyen a su percepción como animales extraños y poco inteligentes.

Finalmente, los reptiles son un grupo diverso del que sabemos relativamente poco, algo que, junto con su mala imagen, puede afectar a su tratamiento.

Las serpientes son uno de los grupos de reptiles que mayor impacto han tenido en las diferentes culturas. En la foto, una consola cautiva (Agkistrodon bilineatus) expuesta en el zoológico (Faunia, Madrid). Alicia Bartolome, Autora (no reutilizar) Invisible pero presente

Aunque las aves y los mamíferos no suelen notarlos, los reptiles conviven con nosotros. En el informe más reciente de la Unión Europea (2022) sobre los animales utilizados en investigación, el 0,1% eran reptiles. Si bien puede no parecer mucho, incluye a más de 4.500 personas, un número que ha crecido casi un 200% en cuatro años. Además, estos datos incluyen únicamente animales en procedimientos aprobados, excluyendo reptiles capturados temporalmente.

Este número indeterminado de animales suele estar alojado en malas condiciones que no satisfacen sus necesidades básicas, un problema que no afecta sólo a los animales retenidos temporalmente. Los reptiles para mascotas o en el zoológico suelen pasar toda su vida en cautiverio. Aunque es poco común, varios estudios indican que sus necesidades rara vez se satisfacen, lo que genera problemas de salud o de comportamiento, como la interacción repetitiva con los cristales del terrario, que puede causar lesiones en el hocico.

Un lagarto verde mira hacia la derecha con la boca abierta.

Un hidrosaurio de cresta filipina (Hidrosaurus pustulatus) en Bioparco di Roma con el hocico desgastado por la interacción excesiva con el cristal de su terrario. Alicia Bartolomé, autora brinda (no reutilizar) estrategias para mejorar tu bienestar

El enriquecimiento ambiental surgió para paliar estas carencias y dar a los animales algo que hacer en un entorno que apenas cambia. Hoy es un campo de estudio y una herramienta para mejorar tu bienestar. Sus objetivos van más allá de aliviar las desventajas: se esfuerzan por garantizar que los animales prosperen.

En la práctica, esto implica agregar cambios en el entorno (juguetes, estructuras, estimulación sensorial o social) que promuevan el comportamiento natural. La clave no está sólo en introducir cambios, sino también en adaptarlos a las necesidades específicas de cada especie y comprobar si realmente mejoran su bienestar.

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La formación se considera una forma de enriquecimiento. Aquí, el cocodrilo del Nilo (Crocodilus niloticus) es entrenado para esperar un silbido antes de sumergirse en busca de comida. Alicia Bartolomé, CC BI-SA

En un estudio derivado de mi tesis doctoral abordamos la limitada atención que han recibido los reptiles en esta área. Primero nos pusimos en contacto con zoológicos europeos para evaluar cómo aplicaban el enriquecimiento. Aunque implementadas por la mayoría, muchas de las prácticas llamadas de “enriquecimiento” no iban más allá de cubrir necesidades básicas, como mantener un gradiente térmico adecuado.

Luego diseñamos y evaluamos propuestas de enriquecimiento para dos especies de lagartos del género Podarcis. Uno consistió en introducir en los terrarios olores (en trozos de papel) de otros individuos, estímulos naturales que estos lagartos exploran a diario en el campo. Otro consistía en un tocón de madera con agujeros por el que los lagartos debían trepar y explorar para encontrar comida. Finalmente, aumentamos la complejidad estructural y térmica del terrario, agregando plataformas a diferentes alturas.

Para evaluar los efectos del enriquecimiento en el bienestar de los lagartos, observamos su comportamiento. Cuando se enriqueció el terrario, rozaron menos contra el cristal, reduciendo el riesgo de lesiones. También pasaron más tiempo moviéndose y sacando la lengua, comportamientos que reflejan una mayor exploración en respuesta a estímulos novedosos. Los animales tienen una motivación innata para explorar y obtener información, y esa exploración en sí misma puede ser beneficiosa.

Además, medimos la corticosterona, una hormona del estrés (como el cortisol) que puede analizarse de forma no invasiva en las heces. Vimos que sus niveles aumentaron con el tiempo en cautiverio, excepto durante las fases de enriquecimiento, lo que sugiere que esto amortigua la respuesta al estrés. Aunque preliminares, los datos indican un impacto fisiológico positivo del enriquecimiento de estos lagartos.

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Un lagarto de roca macho (Podarcis muralis) en el laboratorio, posado sobre un tocón de nutrientes, uno de los enriquecimientos evaluados. Alicia Bartolomé, CC BI-SA Aún queda un largo camino por recorrer

Los hallazgos pueden ayudar a mostrar cuán errónea es la imagen estereotipada de los reptiles. La evidencia muestra que son animales con capacidades cognitivas y una vida social compleja –incluso con conductas de juego– y que tienen más necesidades de las que reconocemos.

Aunque aún queda mucho por hacer, los reptiles y otros animales tradicionalmente ignorados están atrayendo un interés cada vez mayor. La situación actual lo exige. La mayoría de los reptiles en cautiverio provienen del comercio de especies, que es un negocio rentable para algunos, pero que cobra muchas vidas.

Hasta el 36% de las especies de reptiles se comercializan, a menudo de forma ilegal. De muchos, apenas sabemos nada sobre su biología y comportamiento, sin embargo, los comercializamos como si fueran objetos de colección. Su sufrimiento queda en un segundo plano: antes de la venta, los ejemplares se mantienen en condiciones insalubres, sin tener en cuenta las necesidades de espacio, nutrición, temperatura o humedad.

Tras su venta, la tasa de muerte prematura supera el 70%. Además de las cuestiones de bienestar, el comercio de animales exóticos también provoca daños medioambientales, como la sobreexplotación o la introducción de especies invasoras.

En este contexto, el enriquecimiento ambiental es una oportunidad de educación y sensibilización, que ayuda a comprender mejor el comportamiento, las capacidades y las necesidades de los animales que muchas veces se pasan por alto. Mientras sigamos manteniendo animales en cautiverio, nuestra obligación moral será velar por su bienestar.

Artículo ganador 1. Premios de comunicación científica de la Universitat de València en la modalidad de ciencias básicas


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